miércoles, 21 de diciembre de 2011

¿LA INCLUSIÓN DEBE EXCLUIR A LOS EVANGÉLICOS?

Que la señora Ministra de la mujer tenga su propia creencia religiosa no me preocupa y, por cierto, me parece que no debe ser motivo de burla y mucho menos razón para que algunos (o muchos, tal vez, de nuestros amigos "progresistas") insinúen que debe ser proscrita o vetada. No, no, no. Para nada. Un Estado laico no es -entiéndalo bien, amigos- una estructura política, social, jurídica, administrativa, en la que no puedan caber los creyentes; no es dominio ni privilegio de los ateos. Si tenemos que cuestionar, criticar o rechazar (y hasta vacilarnos, porque esto también es parte del uso democrático) algo que tenga que ver con un ministro o una ministra, es su actuación como tal y el propósito que pueda animar a su actuación. Si hace bien las cosas, bacán: aplausos. Si trastabilla, si culpa a las humildes madres de un comedor popular por las torpezas de la burocracia, si propone y dirige medidas que colisionen con los intereses de la población vulnerable, si mete la pata y comete delitos, caballero nomás: rechazo sin medias tintas, sea cual fuere su religión. Mientras tanto, tolerancia, y no piconería.

¿Qué significado tiene la palabra inclusión en la cabeza de nuestros amigos "progresistas"? Cuando nombraron como ministra a Susana Baca, todos aplaudieron: "Qué bueno, eso es inclusión!", decían; y la ministra fracasó. Antes, cuando salió elegida congresista Hilaria Supa, todos dijeron estar regocijados: "Eso es inclusión, bravo!", celebraron. Y zapatearon, denostaron, maldijeron, cuando un periódico puso en evidencia sus carencias gramaticales. Ahora han nombrado a una evangélica como ministra y, ¡maldición!, se cayó el cielo, caracho: "Líbranos, Señor, de este monstruo!", parecen decir muchos. Y hasta se han convertido en adivinos; ya conocen, por telepatía (ojo: la telepatía tiene mucho que ver con la paranoia), qué es lo que va a hacer en su gestión y, así, ya anticiparon sus falencias. ¿Paradoja, contrasentido, incoherencia, en el pensamiento y las actitudes de nuestros lúcidos apóstoles de la inclusión? No, nada de eso. Solo intolerancia y algo de insolencia.