sábado, 3 de mayo de 2014

MINÚSCULAS

El Diario El Comercio puso en un titular hace algunos días lo siguiente: "Se creará nuevo ministerio de inclusión social". En el Facebook se produjo un debate acerca del uso de las minúsculas en ese titular. Esto es lo que yo expresé al respecto: 

Bueno, aquí mi opinión de ignorante. Las mayúsculas se emplean, como sabemos, para los nombres propios y para designar a las instituciones. Un Ministerio (de los que tiene el Poder Ejecutivo) es una institución. El uso en este caso de las mayúsculas es signo de respeto. Lo que El Comercio (así con mayúsculas) ha hecho es referirse a que se anuncia la creación de un "ministerio de inclusión social". ¿Cuál es el error, en qué ha fallado el diario? El ministerio a que hace referencia aún no existe. Cuando sea creado será, efectivamente, una institución, una entidad, una existencia; y, al formar parte importante del Poder Ejecutivo, merecerá el respeto formal. Recién, a partir de ese momento, merecerá, con todo derecho ser escrito su nombre con mayúscula al principio. Ahora, en cuando a "nuevo". Efectivamente, en apariencia se trataría de una metida de pata por que suena a redundante. No lo es. Aquí, "nuevo" equivale a "otro", a "diferente".

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A mi amigo el poeta y periodista Fernando Obregón le respondo, con respeto y estimación. El enlace de la Real Academia Española, sobre el uso de las mayúsculas, y el segundo, referido al nombre del ministerio de marras, no contradicen lo expresado por mí y por Óscar. El numeral 14 del primer link dice textualmente lo siguiente: "Los sustantivos y adjetivos que componen el nombre de entidades, organismos, departamentos o divisiones administrativas, edificios, monumentos, establecimientos públicos, partidos políticos, etc." ¿Qué es lo que he dicho yo? Prácticamente lo mismo: un ministerio aún no creado no es una entidad y, obviamente, tampoco un organismo, un departamento, etc. Y, por tanto, la mayúscula es innecesaria. Todos los Ministerios (de Inclusión Social o de cualquier otra rama) se escriben aquí y en la Cochinchina, con mayúscula, porque, repito, existen. Ahora, en cuanto a los nombres de personas, la cosa es diferente. Está establecido, y lo sabemos desde nuestra niñez, que los nombres de personas (que son nombres propios) se escriben con mayúscula al principio. No existe ninguna duda. Carlos, Luis, Isabel, etc. son -y no hay duda- "nombres propios, de persona". Cosa distinta sería decir mesa, puerta, caballo, etc. Es decir, haya nacido o no la persona a quien van a nombrar en la Municipalidad como Carlos, esta palabra se escribirá y seguirá escribiéndose tal como lo he hecho. Lo mismo ocurre, naturalmente, con los apellidos, que también se escriben con mayúscula al principio. Pero aquí va un comentario más. Sabemos que, por ejemplo, "toro" es el nombre común de un animal con cuernos. Pero si esa palabrita es empleada para referirnos al apellido, será escrita necesariamente así: Toro, haga o no haga alusión a una persona en particular.

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Claro: tener un nuevo hijo no es lo mismo que tener un hijo nuevo. Como tampoco es lo mismo "me encontré con un viejo amigo" que "con un amigo viejo me encontré".

En el Estado peruano hay un ministerio que se ocupa de los asuntos educativos, y este es el Ministerio de Educación. Pronto habrá, según se anuncia, otro ministerio; será el Ministerio de Inclusión Social.  ¿Con lo dicho podrá entenderse el uso de la mayúscula y la minúscula?
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Lo que se lee en el enlace de El Comercio que ha puesto Fernando tampoco contradice lo que he afirmado en este muro. Allí se lee esto: "ex vocero de Gana Perú, señaló que se denominaría Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social". Y más abajo dice que se "estaría considerando cambiarle de nombre al Ministerio de la Mujer y convertirlo en el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social". Se está hablando allí no de "un ministerio" -así, en indefinido-, sino del Ministerio, ya real, que ya existe, que es el Ministerio de la Mujer cuyo nombre cambiaría por el de Ministerio de Inclusión Social. Lo que se dice en este enlace y lo que aparece en la primera plana del diario impreso corresponden, como dice Óscar, a situaciones diferentes. En el diario impreso se habla de que se crearía un nuevo ministerio; en cambio aquí, en el "virtual", se hace referencia a uno que ya existe cuyo nombre sería en adelante otro. Así de simple. Como decía el negro Pepe Vásquez en un comercial: "Está clariiiito!".


LOS POETAS Y LA LIBERTAD DE CREAR


Ha habido, y habrá todavía, poetas que han escrito y escriben sin que el Estado o un mecenas los proteja, alimente, dé techo o mantenga. También han existido quienes buscaron y llegaron a encontrar el apoyo oficial y a algunos de ellos les fue bien y otros no pasaron de la mediocridad. Hubo también quienes se convirtieron en poetas cortesanos: el más conocido es, recuérdenlo, Li Po, "el inmortal" (luego expulsado por el emperador dizque por "indiscreto"). El asunto, pues, no está en vivir en pobreza o bonanza; en recibir el apoyo o ser desdeñado por el Estado o los mecenas; en aspirar a comer tres veces al día o resignarse a un plato de comida dado con buena fe por la familia; en usar pelo largo o peinarse con raya al centro... El asunto está en que el poeta, como tal, debe -voluntariamente, sin que nadie le recomiende u obligue- rendir culto, sin más ni más, a esto: a la libertad. Libertad, más que en otras cosas, de creación, creación insobornable. Aunque yo sé poco de estas cosas -en realidad no sé nada de nada-, considero que allí está el quid. Hace algún tiempo me hicieron una entrevista y a una de las preguntas contesté lo siguiente (no digo nada nuevo, pero, con todo respeto, lo transcribo): "Humm... ¿Comprometido con qué? ¿Con un partido, con una clase social? El único compromiso admisible es con la libertad. A partir de esto, cualquier cosa. Menos la esclavitud. Un poeta convertido en agente vendedor de doctrinas genera en mí sentimientos de conmiseración y lástima. Y si para ello hace uso de su poesía, peor. Un ejemplo de poeta comprometido con la libertad –eso sí-, aun en medio del fragor de la batalla, es César Vallejo. Escribió España aparte de mí este cáliz sin hacer de esa bella e intensa poesía un libelo, sino un mensaje de vida por encima de facciones y mezquindades. Ah si todos apuntáramos a eso. El poeta es un hacedor, no un operario. Nadie puede darle pautas u obligaciones; o, mejor dicho, de nadie debe recibirlas. Eso que muchos llaman "compromiso" podrá dar como rédito algunos merecidos aplausos, pero no ennoblece al trabajo literario, más bien lo puede pervertir. Yo soy de izquierda, pero –como poeta- más que la "razón revolucionaria" prefiero esto que yo llamo "marxismo sensorial y luético". Mi izquierdismo es libertario (nada tiene que ver, en realidad, con esa ideología convertida ya en opio): me interesan un comino los líderes y los ideólogos; no me agilizaría a ningún partido. Como persona uno puede elegir su tendencia política o ser indiferente (qué nos importa) y ello de ningún modo tiene que significar la prosperidad o el deterioro de su calidad como escritor. Ya es tiempo de hacer que eso que algunos llaman "homo videns" signifique lucidez por sobre todas las cosas." Un poeta, como tal, no está obligado a nada: su libertad está por encima de todo.

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Este texto inicialmente fue publicado en el Facebook y luego en La Mula.


BLANQUINEGRINDIOS

Este es un  texto que inicialmente lo puse en mi cuenta de Facebook; lo "despegué" y lo llevé a la Mula y hoy lo pongo en este blog:

Es cierto José (Rosas Ribeyro). Ya he manifestado mi admiración por Vargas Llosa y he aplaudido (aunque tal vez me haya ganado un lugar en la lista de "ayayeros") su merecimiento al Nobel. Me parece importante su trabajo como novelista y como ensayista. Pero, claro, como novelista no podemos negar que varios de sus últimos libros son, para decirlo con una palabra simple, medio "flojos" en comparación con, por ejemplo, Conversación en la catedral, La guerra del fin del mundo, La ciudad y los perros... Y tampoco podemos desconocer su calidad como ensayista, lúcido, rotundo, aunque sus ideas no coincidan con la de muchos, aunque esas ideas sean adversas a los criterios digamos "populares".

Respecto de  "lo peruano", creo que las mejores caracterizaciones podríamos encontrarlas en lo que dijeron dos personajes nuestros: Ricardo Palma, "el que no tiene de inga, tiene de mandinga", y Nicomedes Santa Cruz, "blanquinegrindio".

Cuando hablé del "orgullo por el quechua" estuve haciendo simplemente el reconocimiento de una realidad: el valorar o revalorar aquello que secularmente ha sido objeto de un no disimulado desprecio quizás por tratarse de una lengua hablada por gente humilde, serranos trabajadores del campo, esos que en lugar de calzados "de marca" usan llanques, los que por el irrefrenable avance de la modernidad y el olvido del Estado van de algún modo replegándose en sus "pagos a la tierra", en sus coloridas artesanías, en su esperanza insatisfecha o, finalmente, sumándose al sueño de la migración y al -voluntario o no- ocultamiento de la lengua materna, con lo cual -sí, pues, es la verdad- cada vez, esta lengua va empequeñeciendo su presencia. Nos guste o no, esta es la verdad.

Hace algunos meses estuve en un pueblo de Ancash (Marca, en Recuay) y allí vi algo que me conmovió: Gente que aun mantiene sus costumbres ancestrales y que habla el quechua, lo cual me pareció digno de encomio. Conversé con profesores primarios y encontré algo que dañó esa alegría primera: allí, en Marca, solo los adultos hablan quechua y a los niños solo se les enseña el castellano. Y debo reconocer, además, que en los demás pueblos del Callejón de Huaylas, la modernidad se impone con fuerza. Supongo que eso debe estar ocurriendo, si no en todos, en la mayoría de los pueblos de del "Perú profundo". Un año antes, después de mucho tiempo, volví a mi tierra (Pallasca) y me alegré hasta las lágrimas, por encontrarme con "mi gente", hombres, mujeres y ancianos a quienes conocí cuando yo era un niño. Llegué en días de Fiesta y quise alegrarme aún más con, por ejemplo, las estampas folclóricas que alimentaban mi fantasía y orgullo de infante serrano. No las encontré, porque ellas ahora forman parte del recuerdo. Pregunté por muchas de las otras costumbres, una de ellas "la república" que era un trabajo colectivo de apoyo a la comunidad, por las "mingas", que eran el trabajo solidario. Y descubrí que "ya fueron" (así, con esta expresión, "ya fueron").

Vargas Llosa, en La utopía arcaica, dice lo siguiente "Es evidente que lo ocurrido en el Perú en los, últimos años ha infligido una herida de muerte a la utopía arcaica"; "...lo innegable es que aquella sociedad andina tradicional, comunitaria, mágico-religiosa, quechuahablante, conservadora de los valores colectivistas y de las costumbres atávicas, que alimentó la ficción ideológica y literaria indigenista, ya no existe."(pág. 335). 


¿Es una irreverencia genocida lo que hace nuestro Premio Nobel, o solo es la visión de una realidad?