martes, 16 de febrero de 2021

UNA PALABRA

 

Una palabra como agua de azahar

nos hace falta en estos días de dudas y temores.

Aunque sea una palabrota, dije.

En estos días en que alejarse es,

al mismo tiempo,

la más cruel y dulce expresión de los buenos sentimientos.

Hoy, cuando al sentir la piel,

una caricia,

una respiración cercana,

puedes, ¡saz!, oír el anuncio de la aparatosa y dolorosa despedida.

Hoy, cuando a pesar de no verte,

siento, sin embargo, en mi pecho tu sonrisa

como el consuelo de buenas nuevas

anunciadas por un gorjeo de aves silvestres.

Cuando las noticias nos traen, como siempre,

anuncios de infamia y de mala fe.

Y conspiraciones miserables.

Ahora,

cuando más de un amigo,

un vecino,

un desconocido

(que son tu propia sangre e imagen),

en medio de ahogos y dolores e impotencia,

termina exhalando el último suspiro

y es enterrado como un deshecho como quien es

expulsado del mundo por despreciable,

sin un beso de despedida,

sin una mirada de condolencia.

Hoy.

Hoy quiero pedirte una cosa:

¡Sobrevive, por favor!,

con el estímulo nunca traicionado que te da Dios.

Y contágianos esperanza con tu sonrisa de fe.

Y anúncianos amaneceres más frescos,

días menos borrosos,

primaveras. La resurrección de los sueños.

La nueva vida que estamos por perder

y que no queremos que se pierda.

Danos la luz en este túnel

para emerger, mañana,

como agua de manantial y resplandor

Y regar los desiertos que han ido formándose 

no en el suelo sino en las almas desalmadas que siguen siendo.

Danos el equilibrio en este camino angosto

que apenas nos separa del precipicio.

Dinos que nada es mentira

y que la verdad, a pesar de su rudeza,

será nuestro bálsamo

para despertar en el nuevo calendario, sin pesadillas

ni temores. Abrazados, por siempre.

Y con nuestros corazones entreverados.

 

© Bernardo Rafael Álvarez

16/02/2021 - 20:21 Hrs.



 

lunes, 8 de febrero de 2021

EN UN CORO DE LATIDOS

 Para Nurita Castillo, mi amiga del alma: símbolo de vida y de fe.



Si quieres llorar, llora.

Pero jamás dejes de sonreír,

Aunque pueda parecer locura o insolencia.

Aunque el cielo quiera aplastarte,

Aunque se abra el suelo bajo tus pisadas,

Aunque -en estos días desquiciados- alguien se te vaya.

Tu sonrisa, y no tu llanto,

Hará que ese ser querido permanezca siempre en ti,

Que el suelo suture sus cicatrices,

Que el cielo te eleve y te libere.

La sonrisa no es expulsión de demonios,

Es nacimiento de deidades hacedoras

Y anuncio de días nuevos,

Perpetuidad sin desesperanza,

Lucha a muerte contra la muerte.

Sonríe y, por favor, contágiame resurrecciones cotidianas.

Sonríe y fecunda, por favor, mis ganas irrefrenables de vivir.

Y dime algo, aunque sea una palabrota;

Lo que digas ha de ser bálsamo y flor de naranjo.

Y a pesar de no sentir tu piel en estos días desgonzados y contrahechos,

Siento la tibieza húmeda de tu fe como un soplo de luz.

¿Quieres llorar? Lloremos,

Pero que nuestras lágrimas resplandezcan

Y sean el brillo infinito de la sonrisa que nos hace falta.

No todo se ha acabado.

Esperar es construir nuevas alegrías ahora.

Y yo espero.

Nos abrazaremos, uno a uno, 

como jamás nos hemos abrazado: como criaturas,

Sin rencores,

Sin dolores,

Dispuestos a vivir por nosotros,

Por los demás.

En un coro de latidos.

Con esperanza.


© Bernardo Rafael Álvarez

7/2/2021. 21;23