sábado, 3 de mayo de 2014

LOS POETAS Y LA LIBERTAD DE CREAR


Ha habido, y habrá todavía, poetas que han escrito y escriben sin que el Estado o un mecenas los proteja, alimente, dé techo o mantenga. También han existido quienes buscaron y llegaron a encontrar el apoyo oficial y a algunos de ellos les fue bien y otros no pasaron de la mediocridad. Hubo también quienes se convirtieron en poetas cortesanos: el más conocido es, recuérdenlo, Li Po, "el inmortal" (luego expulsado por el emperador dizque por "indiscreto"). El asunto, pues, no está en vivir en pobreza o bonanza; en recibir el apoyo o ser desdeñado por el Estado o los mecenas; en aspirar a comer tres veces al día o resignarse a un plato de comida dado con buena fe por la familia; en usar pelo largo o peinarse con raya al centro... El asunto está en que el poeta, como tal, debe -voluntariamente, sin que nadie le recomiende u obligue- rendir culto, sin más ni más, a esto: a la libertad. Libertad, más que en otras cosas, de creación, creación insobornable. Aunque yo sé poco de estas cosas -en realidad no sé nada de nada-, considero que allí está el quid. Hace algún tiempo me hicieron una entrevista y a una de las preguntas contesté lo siguiente (no digo nada nuevo, pero, con todo respeto, lo transcribo): "Humm... ¿Comprometido con qué? ¿Con un partido, con una clase social? El único compromiso admisible es con la libertad. A partir de esto, cualquier cosa. Menos la esclavitud. Un poeta convertido en agente vendedor de doctrinas genera en mí sentimientos de conmiseración y lástima. Y si para ello hace uso de su poesía, peor. Un ejemplo de poeta comprometido con la libertad –eso sí-, aun en medio del fragor de la batalla, es César Vallejo. Escribió España aparte de mí este cáliz sin hacer de esa bella e intensa poesía un libelo, sino un mensaje de vida por encima de facciones y mezquindades. Ah si todos apuntáramos a eso. El poeta es un hacedor, no un operario. Nadie puede darle pautas u obligaciones; o, mejor dicho, de nadie debe recibirlas. Eso que muchos llaman "compromiso" podrá dar como rédito algunos merecidos aplausos, pero no ennoblece al trabajo literario, más bien lo puede pervertir. Yo soy de izquierda, pero –como poeta- más que la "razón revolucionaria" prefiero esto que yo llamo "marxismo sensorial y luético". Mi izquierdismo es libertario (nada tiene que ver, en realidad, con esa ideología convertida ya en opio): me interesan un comino los líderes y los ideólogos; no me agilizaría a ningún partido. Como persona uno puede elegir su tendencia política o ser indiferente (qué nos importa) y ello de ningún modo tiene que significar la prosperidad o el deterioro de su calidad como escritor. Ya es tiempo de hacer que eso que algunos llaman "homo videns" signifique lucidez por sobre todas las cosas." Un poeta, como tal, no está obligado a nada: su libertad está por encima de todo.

_________
Este texto inicialmente fue publicado en el Facebook y luego en La Mula.