martes, 20 de marzo de 2012

TOROS, CUCARACHAS Y ESE "MONTÓN DE CÉLULAS"


¿Recuerdan los sacrificios de que nos habla la Biblia? Se quitaba la vida a ciertos animales ("un buey de la vacada, un carnero y un cordero primal, para el holocausto"); no era para el consumo ni para la diversión sino para contentar a los dioses.
¿Dónde está la diferencia? Matar es lo mismo, sea por consumo, diversión o "para contentar a Dios". El asunto no está, pues, en eso sino en el impacto que causa en muchos la manera como se le da muerte a un animal y porque -como lo he dicho en otra parte- eso se da de modo digamos visible (se ve la sangre que corre por el lomo del toro mientras muchos aplauden) y, obvio, quienes son sensibles frente a eso se sienten golpeados, heridos y dan el grito al cielo. ¿Por qué no ocurre lo mismo, por qué no se reclama, por ejemplo, respecto de la forma como se trata y se da muerte a las reses en los camales, si allí también el comportamiento de los matarifes suele ser "inhumano"? Por una simple razón: eso no lo vemos, no está expuesto ante los ojos de los demás. ¿Por qué no sentimos pavor cuando le damos un pisotón a una araña, a una cucaracha? Por una razón simple: porque las vemos como enemigas, como despreciables. ¿Por qué, en cambio, nos solivianta que alguien maltrate a nuestras mascotas o nos produce tristeza el que ellas, nuestras mascotas, se mueran? Por una razón simple: porque están cerca de nosotros, nos acompañan, nos son útiles espiritualmente, nos divierten, las sentimos como parte de nuestra familia; por eso las cuidamos, las protegemos.
Existe, pues, según el caso, una relación de cercanía, que nos involucra, o de kilométrica lejanía que nos hace indiferentes. No es precisamente que suframos -si es que esa es la experiencia que vivimos- por lo que le pasa al animal, sino por lo que nos pasa a nosotros mismos: el ver la sangre nos afecta y eso es lo que no queremos experimentar. Hay personas, por ejemplo, que si se pinchan el dedo y aparecen una gotas de sangre, se desploman desmayadas; no es que esa pérdida tan minúscula del fluido haya tenido un efecto "cuasi mortal", sino que el impacto digamos visual es lo que ha hecho que la persona sufra tal efecto. Cuando muere un ser humano querido, ¿por qué lloramos, por qué nos sentimos desconsolados?, ¿por él? No. Es por nosotros mismos. Porque sentimos que nos hace falta. No es precisamente por "solidarizarnos" con el difunto, por una motivación "altruista", de "identificación". Es por una suerte de egoísmo. ¿Por qué muchos (claro, muchísimos) están de acuerdo con el aborto y lo practican sin empacho y hasta con "orgullo" y llegan incluso a convertirse en activistas y lo promueven como "políticas de Estado"? Por una razón simple: porque están convencidos de que ese "montón de células" (así llaman al ser humano que está formándose en el vientre de una mujer) si bien no es un enemigo, sí se trata de "algo" que les va a hacer la vida imposible, va a resultar antieconómico, les va a impedir seguir estudiando, les va a recordar al padre violador, les va a avergonzar; es decir, porque para ellos es algo despreciable. Saben, pues, que no es que ese ser humano en formación merezca morir, sino que ellos no merecen tenerlo
porque lo que quieren es protegerse a sí mismos. Repito: egoísmo. Pero esas mismas personas (intuyo que al menos el 90% de ellos) rechaza visceralmente las corridas de toros e insultan a quienes sí están de acuerdo con la "fiesta brava". ¿Diremos, como decía Nietzsche: "humano, demasiado humano"?