Mi propuesta respecto de un sonido muy particular en la lengua
culli (en palabras como estas: Paranshyam,
Mushyuquino, Conshyam (nombres de lugares); munshuyo
(ombligo), cashyul (el choclo tostado),
muganshya (tizón incandescente pero
sin flama y, también, luz tenue).[1]
En la nota introductoria de mi Diccionario Pallasquino puse lo siguiente: «Expresiones propias de esa lengua ya extinguida (el culli, cuyo último reducto fue precisamente Pallasca, como lo reconoció el estudioso francés Paul Rivet) son Chúrgape (el grillo) y estas otras, acerca de las cuales, creo que nadie ha puesto mucha atención: Paranshyam, Mushyuquino, Conshyam (nombres de lugares), munshyo (ombligo), cashyul (el choclo tostado), muganshya (tizón incandescente pero sin flama y, también, luz tenue). En el listado de vocablos culli y toponímicos que Alfredo Torero inserta en su libro Idiomas de los Andes no incluye ninguna de estas expresiones, tampoco aparecen en la lista que hizo don Fernando Silva Santisteban (La lengua culle de Cajamarca y Huamachuco); y es extraño que estas voces no hayan sido recogidas por el obispo de Trujillo Martínez Compañón ni por el presbítero pallasquino Meléndez Gonzales. Y a mí me parecen muy interesantes y valiosas no solo por lo bellas que son sino porque ponen de manifiesto un sonido que no encontramos ni en el quechua ni en el español, y yo me atrevería a calificar como emblemático en la lengua culli; me refiero al fonema (consonante africada postalveolar sonora, en inglés, y también en culli) que yo he graficado (pues me parece lo más aproximado) uniendo el dígrafo “sh” con “y”, considerando que esta última letra representa un fonema consonántico palatal sonoro cuando no está aislada o se encuentra ubicada al final de palabra precedida de vocal; el sonido al que me refiero podemos encontrarlo, por ejemplo, en las voces inglesas “jam” (mermelada), “jean” (vaquero), “jew” (judío), y que en el Alfabeto Fonético Internacional (AFI) se representa con la grafía [ʤ]».
Este sonido –repito- he
tratado de representarlo uniendo el dígrafo «sh» con la letra «y» (que, según
el DLE, es la “Vigesimosexta letra del abecedario español, que representa,
cuando aparece aislada o en final de palabra precedida de una vocal, el fonema
vocálico cerrado anterior y, en las demás posiciones, el fonema consonántico
palatal sonoro”). ¿Por qué lo hago? En castellano no existe palabra en que
después de una consonante vaya la «y», y se la pronuncie como «i» («i latina»);
eso ocurre solo “cuando aparece aislada o en final de palabra precedida de una
vocal” (aislada, como conjunción: Juan y Pedro; al final de palabra precedida
de una vocal: muy, voy, ley). Entonces, por estar frente a palabras que no son
de origen español, sino culle, me pareció lo más conveniente hacer esta unión: «shy», en que la «y» no suena ni tiene que sonar como «i» («i latina», quiero
decir), pues lo que sigue es una vocal («Conshyam«, por ejemplo), lo que hace
que su sonido se convierta en “consonántico palatal sonoro” («Consh/yam», y no «Conshi/am»). Repito, no es, naturalmente, la representación exacta del sonido
culli, que -haciendo uso del Alfabeto Fonético Internacional (AFI)-
sería [ʤ], pero si es la
más aproximada, usando las grafías del alfabeto común).
· Paranshyam, y no Paranyam, Parandyam o Parangam;
· Mushyuquino, y no Muyuquino, Mudyuquino o Muguquino;
·
Conshyam, y no Conyam, Condyam o Congam;
·
Munshyo, y no munyo, mundyo, o mungo;
·
Cashyul, y no cayul, cadyul o cagul;
·
Muganshya, y no munganya, mugandya o muganga.
Y, claro, no sería razonable
intercalar, dentro de una misma palabra culli, símbolos del alfabeto fonético
con letras del alfabeto común, como esto, por ejemplo: “Conʤam”)
© Bernardo Rafal Álvarez