1: Lee, al
menos un poema (soneto, romance, verso libre, o lo que encuentres, y de quien
sea: famoso, desconocido o cualquier hijo de vecino, incluso si es medio
analfabeto). Para qué: Solo para que tengas la más mínima idea de lo que es
-elementalmente- un poema: escritura en versos; pero no necesariamente para
escribir así. Un poema puede ser escrito en versos, o no (hasta puedes
trazar figuras, como en los caligramas); puede tener ritmo, o no. Se escribe
sin reglas ni formas "preestablecidas". Todo eso lo manejas
tú, y solo tú (salvo que, por ejemplo, quieras escribir sonetos o décimas). Ah,
y después, puedes continuar leyendo, a poetas consagrados o no y todo lo que
encuentres en bibliotecas o librerías (leer hace mucho bien).
2: Camina, si quieres, en medio de la gente, a ver
si -al poner atención en los rostros disímiles, tal vez caricaturescos, pero
"inspiradores", o en el drama del mundo, o en tus propios silencios o
gritos- se te ocurre algo fuera de lo común. Cuando esto sucede, es muy posible
que algo poético se esté gestando, ¡albricias!
3: En tu casa, o donde quiera que estés, cuando
adviertas que algo extraño ocurre en tu mente, en tus emociones, y sientes que
reclama por salir en forma de palabras, en frases quizás medio contrahechas, lo
que deberías hacer es coger una hoja de papel y un lápiz o lapicero
("bolígrafo" le dicen los cultos), o tu cel o
tu laptop, y enseguida escribir. Ah, y no tienes que
preocuparte por aquello que todos llaman “perfección”: tú eres quien debe crear
tu propia perfección poética (en otras palabras: escribe como solo a ti
se te venga en gana y no hagas caso a los tontos que creen que la poesía
es oficio solo de "iluminados": cualquiera puede ser poeta, y nadie
tiene que impedirlo). Cuando lo hagas (¡albricias!, otra vez) habrás escrito tu
primer poema.
4: Nunca pienses que un poema es únicamente la
expresión "excelsa" del idioma. No. Nada que ver. (Excelsa solo es el
nombre de la "muchacha" argentina en la "Familia P. Luche"
☺). Un poema es solo una manera diferente de expresarnos que, aunque parezca
increíble, puede ser como la de todos: con alegrías, penas, rabias, desilusión,
fe, amor, odio, indiferencia, etc. También con palabras
"vulgares" y hasta malsonantes, puede escribirse un
poema; incluso la coprolalia tiene cabida en un poema. No solo los “poetas”
(esos seres medio extraños, "divinizados" por algunos incautos, e
incluso por ellos mismos) pueden escribir poemas; cualquiera, repito,
cualquiera puede hacerlo. Y, ¿sabes una cosa?, de hecho, hasta en las
expresiones más cotidianas hay poesía (cuando un vendedor de mercado, un
cobrador de microbús, un delincuente, un pastrulo del barrio,
etc., dicen cosas “torciendo” el idioma, están haciendo poesía sin querer).
Poesía no es solo aquello que muchos creen que es.
5: Si quieres corregir lo que has escrito, está
bien, hazlo; si no, ni te preocupes. Los errores, en poesía, tienen un
protector medio paternal que es infalible (algo así como un Roma
locuta, causa finita): las licencias, las habidas y las por haber, que todo
lo perdonan. Ah, pero ten presente una cosa, esto que tal vez sea medio difícil
de entender y que puede parecer algo absurdo: procura que tus errores
no sean metidas de pata, sino producto de tu voluntad: en ellos pon también tus
ganas. Es bueno que sepas esto: no hay capataces en la poesía; así que ni
te preocupes por el "qué dirán"..
6: ¿Querrás publicar? Hazlo donde, como y cuando
quieras: con una editorial, en libro o revista, o en las redes sociales (y
despreocúpate de aquellos a quienes se les alborota el hígado y la panza cuando
ven poemas en Facebook o Twitter, que han sido
publicados en busca de "likes"; hacer esto no está ni tiene por qué
estar vedado); o -si quieres- difúnde tus poemas recitándolos en los carros, o
solo mostrándoselos a tus amigos; y hazlo cuando te de la gana: ahora o mañana
(o nunca).
7: ¿Sobre qué, o -para que se entienda mejor- acerca
de qué escribir? De lo que fuere. Nada ni nadie puede obligarte a escribir
sobre determinado asunto. Puedes escribir poemas de amor (maternal, filial,
fraternal, patriótico, etc.); o de odio: indignación política, de instigación a
la violencia "revolucionaria", o lo que sea; de alabanzas, a héroes,
líderes de barrio o dizque revolucionarios; o -si te parece- cuenta tus más
tiernas o más escabrosas e inconfesables experiencias. Y de todo, todo, todo lo
que a ti, solo a ti, se te venga en gana. Hay grandes asuntos de qué ocuparse,
y hay, también, los más simples, domésticos, intrascendentes, vulgares: todos
son "poetizables". Puedes, incluso, también escribir "de
nada" (incoherencias, sinsentidos, tonterías; recuerda, todo es
válido). Repito: como poeta no estás obligado a nada (deberes
y derechos, como ciudadano, son otra cosa).
8: ¿Tiene que ser bello un poema (digo, en el
sentido en que entendemos lo bello: aquello que nos genera un "deleite
espiritual") para tener derecho a ese nombre? No. Un poema también
puede ocasionarnos disgusto, rabia, carcajadas y hasta asco. Si genera
alguno de esos efectos u otros, quiere decir que es un poema perfecto; su
perfección es un asunto subjetivo y nada tiene que ver en ello alguna ciencia o
ley, ni parámetro alguno (antes sí, porque había reglas; hoy solo hay
libertad). ¡Sí, señor!
9: ¿Qué, si a nadie le gusta tu poema, o si te dicen
que "no vale nada"? Alégrate. Habrás logrado uno de los más valiosos
y convenientes efectos estéticos: el rechazo. Lo terrible y lamentable es la
indiferencia. Si ocurre eso (el rechazo), repito, alégrate; y nunca
dejes de escribir por culpa ajena sino por tu propia y absoluta voluntad.
Que el rechazo sea tu estímulo, y no la causa de tu frustración. La crítica,
como en todo, suele ser conveniente; pero el poeta no está obligado a someterse
a ella.
10: ¿Sabes qué es la poesía? No es precisamente (ni
únicamente) la expresión de "belleza" o de sentimientos o emociones
"estéticas"; no se escribe solo para lograr un "¡Oh, qué
lindo!". No es un asunto sagrado, ni de castidad carnal o de perfección
espiritual (el poeta no es un asceta en busca del Nirvana, ni mucho menos
alguien que lo haya alcanzado; no es "un ser alado, ligero y
sagrado", como lo definía Sócrates -¿en su época los poetas habrán sido
así?-). Tampoco es ni tiene que ser -necesaria ni menos obligatoriamente- una
actividad u oficio a tiempo completo, mucho menos una suerte de apostolado, de
"entrega total”, por el que tengas que inmolarte (pero, claro, si quieres
inmolarte, hazlo: nadie te lo va a impedir). Puedes ser poeta hasta que
mueras, o –cuando se te ocurra- puedes matar al poeta que hay en ti, y tú
seguir viviendo: La calidad de la poesía que escribas no dependerá del
mayor o menor tiempo que le dediques. (¿Sabes cuánto de su vida dedicó
a la poesía el gran Arthur Rimbaud?). ¿Estás obligado a llevar una vida
miserable, con carencias económicas, para ser poeta? No. La poesía no es,
necesariamente, producto del hambre o de las épocas difíciles o de crisis; el
vivir con comodidades no impide que se escriba buena poesía. Quienes dicen lo
contrario, mienten. Finalmente, ¿debes estar comprometido con alguna causa
noble, y ser, moralmente, una persona limpia, pura y buena, casi un santo? No,
no hay un código deontológico ni se han establecido requisitos para que alguien
pueda ejercer el oficio de la poesía. Ha habido poetas y artistas moralmente
hediondos que, sin embargo -por ser poéticamente libres- han producido
obras valiosas e inmortales. Recuérdalo: como poeta no estás sometido a ningún
mandato imperativo. Poesía es, sobre todo, el desborde verbal y emocional,
pleno y cabal, de la libertad creadora. Sé libre, pues; es decir, sé tú
mismo (pues así tendrás el mundo a tu alcance).*
©
Bernardo Rafael Álvarez
______________
*
Ah, y una más, por si acaso: Recuerda que -por principio- no hay decálogo (o
sea, un conjunto de normas o consejos, o de mandamientos) que valga, o que sea
de obligatorio cumplimiento, en cuestiones de poesía. Lo que vale en poesía,
insisto, es la libertad del poeta: libertad para escribir poemas y hacerlo como
quieras. Nadie puede mandar sobre ti. No tienes que pedirle permiso a
nadie. ¡Un abrazo!