1: En un ensayo publicado hace dos años ("CUTIPAR / Unas
palabras sobre el castellano pallasquino y la lengua culli"; enero, 2018), toqué, entre
otras cosas, el tema referido a los vocablos culli en la poesía de César
Vallejo. Esto es lo que dije, al respecto:
"Son cuatro las
palabras, a las que siempre se alude como originarias de lenguas nativas, empleadas por César Vallejo en su poesía. Tenemos:
Irichugo, Tayanga, poña y tahuashando. Las tres primeras mencionadas
corresponderían a la lengua culli: Irichugo y Tayanga son topónimos (un paraje
cercano a Santiago de Chuco y un centro poblado en la provincia de Sánchez
Carrión, respectivamente) y poña es el nombre de una paja menuda o pelusa de
algunos vegetales. Pero es tahuashando, obviamente un gerundio, lo que ha
generado intriga y más de una hipótesis con pretensión hermenéutica. Contiene,
en la desinencia, el fonema sibilante palatal /š/, común en el castellano del
norte peruano (a partir de Pallasca) que –como vimos- sería herencia o rezago
de la antigua lengua culli, pero su raíz podría corresponder al quechua (tahua:
cuatro). Asumir –considerando lo dicho: que 'tahua' significa 'cuatro'- una
teoría certera acerca de lo que quiso expresar nuestro poeta con el uso de esa
forma verbal resultaría, simple y llanamente, imposible (pues, por ejemplo,
sería ridículo y descabellado traducir la expresión como 'cuatreando'). El
lingüista Ibico Rojas aventura dos posibles hipótesis: 1: Una que tiene que
ver, antes que con lucubraciones etimológicas, con una interpretación basada en
el sentido común. Según la última estrofa del poema, 'Llueve… llueve… Sustancia
el aguacero', mientras los viejos alcanfores, vestidos 'con sus ponchos de
hielo y sin sombrero', están 'tahuashando en el sendero'. Esto nos hace pensar
que el poeta quiso decir que, como ancianos, los árboles –mientras velan en el
sendero- están 'tiritando' o 'temblando', obviamente debido al frío. 2: Que
tahuashando sería sinónimo de 'encorvando', 'flexionando' o 'curvando', en
actitud reverencial ('alcanfores que velan tahuashando'), es decir: doblando la
espalda; y que el componente //huasha// podría ser un lexema culli. Sin embargo
(este es mi comentario), hay que tener en cuenta dos cosas: primero, que
'huasha' es un vocablo de origen quechua que significa espalda; segundo, que,
si quisiéramos acepar como razonable la alusión a 'encorvando', tendríamos que
reconocer que lo correcto habría sido que en el poema el gerundio apareciese en
forma reflexiva: tahuashándose, o sea, encorvándose. Sea como fuere, lo cierto
es que el misterioso vocablo usado por Vallejo nada tiene que ver con la lengua
culli.
De lo que yo sí estoy seguro
es de que lo que nuestro poeta universal quiso hacer e hizo, fue dar rienda
suelta a su libertad creadora y, sin más ni más, inventó un bello y
desconcertante neologismo –tahuashando-, como poco tiempo después hizo con
Trilce, palabra que también, hasta ahora, sigue poniendo de vuelta y media a
más de medio mundo que se esfuerza por encontrarle un significado, a pesar de
que el mismo poeta se encargó de decir, enfáticamente, que no quería decir
nada".
Agregué, en nota de pie de página, lo siguiente, respecto de las
dos hipótesis --sobre "tahuashando- formuladas por el lingüista Íbico
Rojas, en su ensayo "Tahuashando, enigma culle en la poesìa de
Vallejo":
"Rojas refiere que un
alumno suyo, de la Universidad Nacional de Trujillo, nacido en Santiago de
chuco, le contó que nunca había escuchado la expresión #taguash#, pero sí una frase como esta: “Tahuashón ta
el Shesha”, y que #taguasha# significa “encorvado” y #taguashón#, 'muy encorvado'. No quisiera poner en duda
tal referencia, pero creo estar convencido de que no fue 'tahuashón' lo que el
estudiante dijo como sinónimo de “muy encorvado”, sino simplemente 'huashón'
que es como se le llama familiarmente (en Pallasca, en Huamachuco y, estoy
seguro, también en Santiago de Chuco) al varón que, sin ser precisamente,
jorobado, tiene la espalda encorvada. La frase bien pudo haber sido esta: 'Tan
huashón ta el Shesha' (o sea: 'Muy huashón está el César')".
2: Según cuenta, Luis Flores Prado, en una visita a Angasmarca
(provincia de Santiago de Chuco), el 20 de junio del 2019, tuvo la oportunidad
de entrevistar “a un nativo de Conra" (centro poblado del distrito de
Santiago de Chuco) a quien le preguntó si conocía el significado de
"tahuashando" y el interpelado, enfáticamente, le dijo que no, porque
esa expresión no existía en su pueblo y que, más bien, precisó, "debe ser
"tagushando", que sí se usa allí y significa "está tratando de
hablar" o "tratando de aprender a hablar", referido
particularmente a las criaturas muy tiernas que -obviamente- aún no pueden
pronunciar palabras. De lo cual se puede inferir que estamos ante una expresión
con origen onomatopéyico.
¿Por qué digo onomatopéyico? Por esto: porque me parece evidente
que el étimo (la raíz, su origen) de “tagushando” está en el sonido gutural "gu"
(o “agú”), que es, si no me equivoco, uno de los primeros sonidos que
emiten los bebitos que aún no están en condiciones de articular palabras, que
aparentemente tratan de comunicarse, de hacerse entender. Y la expresión, en
forma escrita, sería esta: "ta gushando" (o “ta agushando”), en que
encontramos dos elementos: "ta", que es la aféresis de
"está"; y "gushando" (o “agushando”), que sería -en
gerundio- la forma verbal "gushar” (o “agushar"), en cuya segunda
sílaba, está el fonema sibilante palatal “sh” (/š/), tan común en la sierra
norte del Perú. “Gushando”: haciendo gu, o agú.
3: Pero aquí surge esta pregunta: ¿En qué lengua podemos encontrar
las expresiones “gu” o "agú”, si las admitimos como palabras? Carezco de
información respecto de lenguas distintas del castellano; sin embargo, estoy
convencido de que no se trata de sonidos privativos de ninguna lengua en
particular, y hasta me aventuraría a asegurar que, sea cual fuere el país, no
se encuentran en ningún diccionario (en el nuestro no está), porque –es obvio,
creo yo- no son asumidas o aceptadas, aún, como palabras propiamente dichas.
(Alguien mejor informado que yo, podrá –espero- esclarecer esto, es decir, asegurarnos si aparece o no en algún diccionario de otra lengua).
4: Bien. ¿La expresión “gushando” (o "agushando") es
culli? Considerando lo antes dicho, no, no podemos dar una respuesta
afirmativa. Lo único que nos podría remitir a esa lengua ya extinta es el
fonema sibilante palatal ya mencionado, ya que, aparentemente, ese sonido
habría sido una de las características más saltantes en esa lengua. Y, respecto
del "gu" o "agú", como emisiones guturales de los niños
apenas nacidos, debo decir que carecen de nacionalidad, raza y color; son, me
parece, universales, como lo es la expresión sonora de la risa. La forma verbal
también referida, el gerundio en terminación “ando”, es, hay que decirlo
enfáticamente, del castellano. No estamos, pues, frente a vocablos de la lengua
culli. Obvio: tampoco tienen que ver con el quechua.
5: ¿Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que “tagushando”
es realmente la expresión que quiso poner César Vallejo en el poema "Hojas
de ébano”, pero, sabe Dios por qué razón, la alteró? No hay manera de demostrarlo;
sin embargo, como hipótesis, es válido aceptar que sí pudo haber ocurrido tal
cosa. Y si de algo podemos asirnos como recurso que haga razonable la sospecha,
es esto: “tahuashando” no es, y creo que nunca lo ha sido, un vocablo del
castellano de Santiago de Chuco; y sí lo es, en cambio, la expresión
“tagushando”, según el testimonio de un poblador de la zona que he escuchado en
la grabación que hizo hace un año Luis Flores Prado (y que todos pueden también
escuchar, en la cuenta de Facebook del estudioso huamachuquino[1]).
¿Cuál sería su significado en el poema de Vallejo? Veamos.
Esta es la estrofa en que aparece el desconcertante vocablo que, en esta
ocasión, me he permitido modificar con el solo propósito de procurar una
explicación: “Llueve… llueve… Sustancia de aguacero, / reduciéndolo a fúnebres
olores, / el humor de los viejos alcanfores / que velan ‘tagushando’ en el
sendero / con sus ponchos de hielo y sin sombrero”.
Cité antes las dos hipótesis formuladas por Íbico Rojas, respecto
de “tahuashando”: 1) que el poeta habría querido decir que los alcanfores, como
ancianos, están 'tiritando' o 'temblando', debido al frío; 2) que “tahuashando”
sería sinónimo de 'encorvando', 'flexionando' o 'curvando', en actitud
reverencial. De estas dos hipótesis -digo yo- menos deleznable es la primera, a
pesar de que el lingüista no recurre a cuestiones etimológicas para buscar una
explicación, pues, más bien (y en este caso es razonable), se basa en el
contexto conceptual en que aparece el vocablo de marras. La segunda propuesta,
definitivamente, está fuera de lugar.
6: ¿Y si aceptáramos que, en vez de “tahuashando”, la
desconcertante expresión en el poema de Vallejo hubiera sido “tagushando”, qué
interpretación podríamos darle, cuál sería su significado? Difícil procurar una
respuesta. Ya dije antes cuál es el sentido que se le da en Angasmarca a esta
forma verbal: estar tratando de hablar, un bebé; y que la manera de decirla por
escrito es así: “ta gushando” o “ta agushando” (“está gushando”, o “está agushando”). Sería imposible llegar a buen puerto y seguiríamos
desconcertados de por vida. “(A)lcanfores que velan tagushando”, sería como
esto (considerando que el “ta” es aféresis de “está”): “alcanfores que velan ta
gushando”, “alcanfores que velan está gushando”. Absurdo, descabellado, sin
pies ni cabeza. Lo más coherente
que hubiera hecho, si es que, en verdad, Vallejo hubiese querido echar mano a
la expresión que es usual en Angasmarca, habría sido que eliminara el “ta” y
rescatara únicamente el “gushando” (o “agushando”). ¿Y cuál habrìa sido,
repito, su significado en el poema? Este: “… los viejos alcanfores velan,
tratando (como niños apenas con pocos meses de nacidos) de hablar, esforzándose
por articular palabra alguna”. ¿Sería aceptable esta hipótesis? No lo puedo afirmar con absoluta seguridad, pero, sí, creo que que podría ser válida, razonable.
7: Tengo la tentación de quedarme con mi propia hipótesis, respecto
de la expresión que –cualquiera haya sido su razón o motivo- es la que puso
César Vallejo en el poema (“tahuashando”), y es, definitivamente, la única que
debemos tener en cuenta cuando de estudiar la poesía vallejiana (en concreto, el poema “Hojas de ébano”) se trata. La he transcrito más arriba, pero aquí la
repito. Esta es mi hipótesis: Lo que nuestro poeta universal quiso hacer e
hizo, fue dar rienda suelta a su libertad creadora y, sin más ni más, inventó
un bello y desconcertante neologismo, que ha puesto de vuelta y media a más de
medio mundo. ¿Qué habría querido decir el autor del poema, con ese misterioso
verbo? Él mismo, Vallejo- si estuviera vivo- hubiera contestado, rotundo, como
cuando le preguntaron acerca de "Trilce": no quise decir nada.
© Bernardo Rafael Álvarez
1 de junio del 2020