viernes, 5 de junio de 2020

EL ZUMBIDO MÁS TEMPRANO DE LA ABEJA.


Está fechada el 6 de agosto de 1822, en Sayán, y fue publicada nueve días después. El documento iba a aparecer antes, en El Correo Mercantil Político-Literario, pero, como dice su autor, "la suerte de ese desgraciado papel fue la de un niño, a quien cortan la cabeza al tiempo de nacer". Con esta expresión es fácil entender que lo que se hizo antes del 15 de agosto fue una publicación incompleta, que no le satisfizo a su autor. Por ello, pero con buen ánimo y admirable sentido del humor, continúa así, en la comunicación esta vez dirigida al editor de La Abeja Republicana: "Su padre y madre que soy yo (o sea, se refiere a él mismo, que es creador del escrito), y el Editor que le sirvió de comadre, tuvimos que encomendarnos al ángel de la guarda y a San Juan Nepomuceno". Y, al no haberse producido milagro alguno, no le quedó -caballero nomas- otra cosa que molestar con "la cartita" a quien editaba La Abeja, rogándole que la publicación, esta vez, se hiciese "toda entera". ¿Adivinaron de qué hablo? Estoy seguro que sí. Estoy aludiendo a la creo muy conocida (al menos por su nombre) Carta del Solitario de Sayán (fueron dos, en realidad). Esta, a la que me refiero, fue entregada al público en el N. 4 de La Abeja Republicana (págs. 29 - 60), que fue una de las primeras publicaciones periodísticas en los días tempranos de nuestra República; un bisemanario que apareció los jueves y domingos, desde agosto de 1822 hasta junio de 1823. En esta carta su autor se ocupa de la "inadaptabilidad del gobierno monárquico al Estado libre del Perú". El periódico, fundado por el mismo autor de la carta y por Francisco Javier Mariategui y Manuel Pérez de Tudela, tenía un formato bastante breve y "discreto", como lo calificó don Alberto Tauro, "muy semejante al que suelen lucir muchos breviarios"; con las hojas tan pequeñas que a mí me traen a la memoria (ustedes también deben recordar, amigos setenteros) los volantes, esos, los con muy pocas palabras, que los universitarios "rojos", de hace un montón de años, solíamos distribuir entre el alumnado con protestas generalmente por "quítame estas pajas", y que, repito, por ser hojitas de papel "bullky" apenas del tamaño de un almanaque de bolsillo, nosotros llamábamos "mosquitos"; obviamente: diminutos, "volanderos" y medio urticantes. Es, sin duda, que por esa misma razón a nuestro Tribuno de la República (supongo que fue de él la idea, ¿no?) se le ocurrió ponerle ese nombre, "Abeja", porque la abeja vuela y zumba y es chiquita, y hay que cuidarnos de su aguijón. Dije que eran dos las cartas. Claro, la segunda apareció después -tal como debía ser, toda completa- en el mismo medio que antes había, inconvenientemente, recortado la primera: el Correo Mercantil Político-Literario. La primera y la segunda fueron firmadas por el mismo autor, pero con Seudónimo: El Solitario de Sayán. ¿Quién fue este personaje? Pues, el Tribuno de la República, José Faustino Sánchez Carrión. En la segunda de sus epístolas, siempre preocupado el huamachuquino porque el Perú tuviese un Estado que llegara a responder satisfactoriamente a las expectativas de la nación, habla precisamente de eso: acerca de la forma de gobierno más conveniente para nuestro país. (La Abeja Republicana, volvió a ser publicada, en edición facsimilar -todos los números reunidos-, el 13 de agosto de 1971, por Petróleos del Perú, con motivo del Sesquicentenario de la Independencia. El prólogo fue redactado por el historiador Alberto Tauro).