miércoles, 18 de marzo de 2020

TRES POEMAS EN VERANO



LA PALABRA BUSCADA, EL POEMA

Ofrecí escribir un poema.
Pero no voy a hacerlo.
Es tarea difícil,
en estos días de abismos,
extravíos
y arenas movedizas.

No soy el poeta esperado.
Soy, apenas -como pordiosero
en festín de miradas desvaídas-
el pobre buscador de palabras
que trata de encontrar la única, insustituible,
la que brille con el resplandor
de rocío que hay en tu sonrisa almibarada,
y sea el eco luminoso, como relámpago
y trueno, de los latidos que en tu pecho
son himno de fe y alegría.
Esa es la palabra que quiero encontrar,
¿dónde?

Ni en parques ni avenidas.
Ni en roperos ni bibliotecas.
Tampoco en las constelaciones
que las nubes ocultan.

¿Dónde? Donde buscar yo no puedo:
¡En ti!

¿Escribir un poema? No.
Está en ti, dentro de ti.
En tu nombre y tu alma.
En tu respiración y tu voz.
En tus silencios y sueños.
En tu mirar despejado y en el futuro que miras.
En el fluir de tu sangre y en tus emociones.

En tus deseos,
Ingrid.
Ingrid.
¡Esta es la palabra,
el poema buscado!


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11/7/2020


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TU CANTO, MAYITA

¿Un sonido puede ser miel?
Sí, creo que sí.
Miel para no empalagar nunca.
Sonido que es música,
como rumor de aladas alegrías 
que circundan en derredor
Con la más dulce amenaza de estos días:
Traernos como mensaje y regalo 
la felicidad que retorna
y ha de quedarse para alimentarnos 
con pedacitos de pan y sonrisas,
en cena alborotada de niños que sueñan.
Sí, es miel. Pero no cualquier sonido,
sino el que brota de un manantial
como agua fresca y clara;
o como lava, no incandescente, sino tibia 
de un volcán que da vida y no destruye.
¿De dónde? De tus labios, que son
la puerta divina del cielo,
de ese cielo que llevas como bendición,
o atadito de monedas y buena fe,
o como flor de naranjo que da paz,
a donde quiera que vayas: diosa
que reparte buenas nuevas
y certezas, y no ilusiones.
Y eso, eso es la música que amo:
canto, poesía, esperanza, vida.
Vida que renace
como flor de cactus o de retama 
en retoño vívido y perpetuo.
Canto de miel y de polen.
Voz azucarada. Miel de tábano. 
Tu canto, pues,
el canto que es nuestro:
anuncio esplendoroso de los nuevos días 
y de la libertad ya no lastimada. 
¡Canta, siempre canta, 
Mayita!
Tu canto ha de ser néctar,
siempre, 
siempre.


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(7 de Julio, 2020/ 9:21 p.m.)


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Y MIEL DE TÁBANO



Un poema quise escribir para ti
Como ventarrón
o imprudente insolencia
en horas de la madrugada.
Y que golpee, desconsiderado, las frágiles puertas de tu corazón,
aquellas, hechas con alas de mariposa. Y que,
sin preguntar quién llama,
me reciba tu verdad incandescente
como abrazo de caricias luminosas.

Un poema, sí.
Es lo que quise escribir.
Y que sea como un ramillete de geranios
o un puñado de pétalos de azahar,
O un canto de latidos
alabando la alborada que brota
en tu sonrisa de cielo en primavera.

Un poema, sí.
Pero un poema, no. Sino un ave,
con una rama de laurel en el pico.
Una luz como pesadilla atada a una estaca del establo falaz
que es esta pantalla que me aturde
y desconcierta,
y me regala, como pan recién horneado, tu nombre
y la certeza de que no eres una mentira
sino el parpadeo indeciso,
el brillo fugaz de un relámpago.

Un poema, sí.
En este día
de amor y nacimiento,
para ti,
domadora de los minutos y los vientos que polinizan,
hacedora de madrugadas,
arrullo de horas nocturnas,
canto nuevo del mediodía y su fuego.

Un poema, sí.
Y lo hubiese escrito
en la piel carnosa de una penca
como los enamorados hacían
en los parajes solitarios de algún pueblo olvidadizo,
o en el parabrisas de un camión que
incontenible traga caminos y polvaredas.

Un poema, sí.
Aun dudando si eres real o solo el dulce embuste de aves migrantes,
o acaso un espejismo.
Qué importa:
Fuiste el horno y su rescoldo,

y soplo hacedor que insufla días nuevos. 
Un tintineo de cristal en selva virgen. 
Un himno de esperanza y de sueños,
y su alimento de poemas ingenuamente garabateados.

Y este es mi regalo, pues.
Solo palabras
porque solo palabras tengo,
afónicas, dislocadas, contrahechas.
Pero untadas de fe y de verdad.

(Para ti,
como un corazón hecho con pan de la Sierra
y miel de tábano).



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14/02/2020




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LUCERO DEL AMANECER



Y ocurrió.
Y mi corazón,
Como el aleteo tornasolado de un colibrí,
Comenzó a cantar, balbuciente al principio,
El himno de la felicidad;
Luego fue un redoble de tambores,
Anunciando el nuevo Génesis.

A través de tu mirada
De lucero,
Pude tener en mis manos la profundidad infinita del cielo.
Y me diste paz.
El Edén dejó de ser un sueño. Hoy es un resplandor
De primavera,
Gracias a ti.

Y tú
Ahora eres mi Tercer Día,
La certeza de que puede resucitar la fe perdida.
Eres mi amanecer
Con gotas de rocío como lágrimas que no son de llanto,
Sino pedacitos del Universo convertidos en espejos y destellos.

Te conocí,
Pero en mi extravío ya te había sentido como murmullo
Y caricias,
Aun antes de hundirme como travesura infantil
En las entrañas de tu luz,
Lucero del amanecer,
Canto del amor nutricio,
Trino de aves silvestres,
Manantial de agua viva.

Eres bendita
Y tus silencios me han bendecido.

Dios existe, pues,
Y tú: su testimonio más radiante.



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12 de enero, 2020 / 09:10 P. M.



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FLOR SILVESTRE

¿Cometería pecado,
Si yo quisiera cantarte?
Tal vez.
Y me dirías que es un insolente atrevimiento.
Sí, eso me dirías.
Pero, a pesar de eso y de todo,
Sí te cantaría. Porque, sin quererlo,
Tú me inspiraste, waykicha.
Sentí en tus palabras
Y silencios
Un llamado, una almibarada exigencia
Celestial
Irremediable. De luz.
Y aquí te canto
Y te vuelvo a cantar
Cómo el zumbido de un tábano
O un moscardón asediando a una flor silvestre.
Rosa roja.
Sin conocerte te conocí, como quien reconoce
Su mirada en el espejo.
Eras latido y melodía
Y navegabas en cada suspiro mío,
En mis palabras convertidas en pan recién horneado.
Y fuiste el naufragio de los sueños
Y el tercer día de la resurrección.
(Y resucité en ti,
Como rescoldo o vaho,
Como amanecer en tiempo de lluvia.
Y fuiste bálsamo
Y bendición.
Mi canto insustituible:
Ayataki no por la muerte,
Sino para la vida,
Sus errores y aciertos,
Los sueños y las frustraciones.
Pero la esperanza siempre en pie
Con su resplandor de luna nueva
Sin pecado,
Solo con la divina insolencia
De la vida que nos junta
como el gorrión y la rosa:
La espina y la sangre que alimenta).
Cantar no es un pecado,
Es una alabanza a la Creación y la vida,
A los buenos sentimientos
Que brotan como cardo
O como maíz en mes de mayo.
Waykicha, mi flor silvestre.



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(Lima, 9 de enero del 2020/ 07:59 P.M)