miércoles, 11 de abril de 2012

CON IGOR IGNACIO EN CARAL

                                                                                                                    Para Gladys Mendía, poeta nuestramericana. Sin puentes.

 

Oh mujeres y hombres de Caral/ Qué idioma rebotaba qué palabra 

En estos muros flor de fuego y arena pétalos desbordados ya medio
 
Descuajeringados de piedra y arcilla neblinosa 8 siglos sin callanas ni odio
 
Llegué con mi hijo Igor Ignacio y una caravana de disonancias metonímicas
 
Cielo abierto debajo de nuestras pisadas y búsqueda vehículo de luz habría
 
Sido un quechua incunable y camino camino medio frío medio tostado
 
Por el sol bolsas negras de plástico convertidas en espantapájaros advenedizos

Insolentes agitan su rechazo de alas indeseables llegamos envueltos en luz
 
De ventana desplegada mundanos como la santificada poesía de la vida somos
 
Una interrogante filosa destazando verdades y vestigios indudables distantes
 
Habladores hasta no más y me pregunto si puede el excremento de las golondrinas
 
Lastimar el testimonio arenoso glaseado de estos hombres de esta calma
 
De luna nueva inclusivos que construyeron ciudades definitivas diviesos pétreos
 
Benignos pétalos ígneos precerámicos ah noche y anoche casi no hubo un alma con
 
Extremidades y leímos ante la indiferencia que es sello y esperanza de la civitas
 
Y sus desconsuelos todos juntos fantasmas constipados empujados el viento
 
Está salmodiando la utopía cordiforme de un harawi todos los puentes caerán
 
Porque nunca existieron porque no es cosa de acercarse sino de estar cerca Gladys
 
Nuestramericana pone en mis manos unos pétalos engarzados con inscripciones de vías
 
Y días y su libro resplandece áureo en mis ojos y mis manos de verdad
 
Y mentía quien pudo soñar que las brechas no son llagas y materia desprendida
 
Evacuación tornasolada donde exhala hedores inerte un gladiolo y su sonrisa
 
Adherida a la sombra que gotea yace cubierta por periódicos rugosos alucinados

Entrecomillados y sádicos amarillentos las palabras son guirnaldas despercudidas
 
Están las tardes perdidas desperdiciadas en conversaciones afónicas y urgentes
 
Palabras ensalivadas al peso Baltasar explica su voz es brújula que este pedazo
 
De flor hecha de piedras aderezada con algodón y cabellos y achiote
 
Y anchovetas y lloque es el altar del fuego sagrado que traga invocaciones insufladas 

Expelidas exudadas shicras repiten su edad de eco vehemente y calcinado en mi pecho

Casi desnudo 5 mil años sabían quién sabe de metáforas las diosas
 
Desvirgadas al solsticio de verano sin un cálamo que incruste surcos expresivos
 
Y semánticos en templos absortos de letanías y fornicando candorosas
 
De cara a la poesía de esencia y raíz no grabada en la perpetuidad deleznable de
 
La nieve como una ofrenda que puede matarnos pero nunca nos quitará la vida
 
Que nos siembra en el desierto como una contradicción nutricia en el desierto
 
Fueron sembrados a pesar del viento estos abrumadores rasgos o trazos o
 
Alucinaciones o pesadillas táctiles mi asombro de monje deshonesto supino
 
En la arena como bandera y buitre casi sonoros como flauta traversa
 
Los cadáveres elocuentes casi sonoros como una confesión inesperada que la
 
Guerra huele a podredura y aquí no hubo guerra tal vez fue un manto de música
 
Desgarrado por las sonrisas y el sosiego ante los garabatos órficos del violinista
 
Impenitente y candoroso que se anexa a los hemistiquios de esta hora tornasolada
 
Decepción del bochorno a la rústica e imberbe imprecación del curaca
 
Sabio si tú hubieras sido hombre hoy supieras ser dios y suma un estío con ofrenda
 
De conchas marinas y medusas envueltas en neblina nacarada
 
Acaramelada de metal y melancolía aquí donde el poder no nació de la muerte
 
Creo sentirme eterno excesivamente duradero en la paz aún tibia
 
De esta nostalgia como el pan en horizonte que vibra sediento de miradas
 
Perennidad fragmentada quién destruyó este Florecimiento cataclismo o
 
Vorágine santa o non sancta sin herencia distinta a la perplejidad del orgullo
 
Que me emociona en una irritación tornasolada de gemido urticante
 
Caral la tuya es una historia masiva de amor
 
Hombres y mujeres ni padres ni hijos de la guerra caliginosa sacerdotisa
 
La Doctora Ruth Shady tiene la mirada fértil y sus manos acariciaron estas piedras
 
Que me conmueven con mucha razón también a Igor Ignacio y a Giuliana y a
 
Óscar y a Eduardo y a Johnny y a Rodrigo y a todos los poetas que soñamos
 
Con serpientes cóndores y embriones como un cántaro de agua
 
En los yacimientos expuestos de Chupacigarro/ Oh mujeres y hombres de Caral!  

                                                                                                          Diciembre, 2009.