sábado, 8 de mayo de 2021

ALLÍ JUNTO AL NEGRITO DE LA PILA

 

Alrededor de ella, sobre todo en las noches, cuando éramos niños, solíamos chibrinquear, felices, ajenos a los problemas y sin temores; traviesos pero sanos. Ya más creciditos, púberes o adolescentes, era nuestro espacio de tertulias: conversábamos de todo, de chicas, de aparecidos; y hasta hacíamos planes medio "perversos": dónde había que ir a "robar" chiclayos horneados, por ejemplo.

 

Fue colocada allí, en el centro de la Plaza de Armas, en 1912 -según una inscripción visible al pie-, y de eso ya han pasado 109 años; ocurrió cuando el alcalde del distrito era don Armando Gallarday Caballero. Por su adquisición, hecha en Lima, se pagó una suma de dinero proveniente de la venta de ganado que la municipalidad pallasquina tenía en la hacienda Cochaconchucos. Traerla desde la Costa era asunto de titanes: entonces no había carretera de penetración; tenía que hacerse a puro punche y con el auxilio de algunos animales de carga, pero el esfuerzo humano tuvo que ser extraordinario, literalmente un sacrificio y, en efecto, así fue: uno de nuestros paisanos -que merece ser recordado-, don Genaro Gonzales (padre del inolvidable "Cumpa Erashmo"), por lo extremadamente extenuante de las circunstancias se convirtió en víctima letal, es decir, en un héroe. Y así, con esfuerzo y sacrificio, pero con esperanzado entusiasmo, llegó a nuestro pueblo, y allí, exactamente en el centro, fue colocada dándole belleza y frescor a nuestra Plaza de Armas, con el agua que expulsaba desde el surtidor ubicado en su punto más elevado.


Ese surtidor es una escultura de bronce que tiene la forma de un ave palmípeda, con el pico apuntando al cielo, y cogida -casi abrazada, en realidad- por las manos de un niño desnudo -hecho con el mismo material-, que nosotros siempre hemos conocido como "el negrito de la pila". (En obvia alusión a esa escultura, "Negrito de la pila" le decían, también, por su pelo medio ensortijado, a un empleado de lo que fue la Caja de Depósitos y Consignaciones, cuyo nombre no recuerdo).

 

Exacto, estoy hablando de nuestra pila, que es uno de los más notorios símbolos emblemáticos en el centro de nuestra ciudad, en Pallasquita linda, la tierra de los "chupabarros". (Los otros símbolos son, sin duda, la casi cuatricentenaria Iglesia de San Juan Bautista, y el añoso e impertérrito pino que sigue proyectando, aunque medio enrarecida, su sombra hacia el negrito de la pila. Y también son símbolos, pero espirituales, tres personas a las que no podemos olvidar: un hombre venido de Celendín que se convirtió en uno de los más valiosos paisanos nuestros: don Víctor Alvarado, y también don Pancho Nina (tal vez el más enterado en asuntos de cultura) y don Lorenzo Paredes, lleno de buen humor, picardía y bondad. Repito, en el centro de la ciudad.

 

Nuestro muy querido paisano Porfirio Torres Pereda, difusor de cultura desde hace muchos años, creador de un bello tema literario y musical, que es el Himno de Pallasca, y que me ha ayudado a recordar todo lo dicho, gracias a su minucioso libro "Pallasca y sus recodos", nos cuenta también que el enrejado que protege a nuestra pila fue hecho por un señor de Angasmarca, apellidado Galarreta.

 

Pero, repito, la pila propiamente dicha, con su negrito calato y los leones tutelares, fue hecha en Lima, obviamente en una fundición. ¿Cómo se llamaba esta fundición? Les cuento. Hace unos días me llamó desde Pallasca mi primo el gringo Nan (ya lo conocen: Hernán Vivar), y me dio una "tarea" que me obligó a zambullirme en mi biblioteca y rebuscar libros, revistas, papeles, con la seguridad de encontrar la información escrita de lo que yo creí tener en la punta de la lengua; pero todo resultó inútil. Esta fue la tarea: "averigua, primo Beñaño, en qué fundición se construyó la pila de Pallasca; si no logras nada, yo te doy el dato después". Al decirle que mi pesquisa, lamentablemente, no llegó a buen puerto, mi primo me dijo: "aquí tienes la información, y de boca de su descubridor". Me puso en habla con Eduardo Aguilar Fataccioli. Él, mientras se efectuaban labores de mantenimiento, se había dado con la grata sorpresa de encontrar la inscripción respectiva en un lugar al que -salvo uno que otro paisano, por razón de trabajo, pero sin poner atención en esto- prácticamente nadie se le ocurrió acceder: arriba de la pila, entre el plato de menor tamaño y el negrito calato.


Según lo allí inscrito, creo que podemos deducir que el taller de fundición estaba ubicado en el distrito del Rímac, en las inmediaciones del Cerro San Cristóbal y la Plaza de Acho; en el lugar que conocemos como Piedra Liza.

 

Lo que está escrito en la pila es, textualmente, con letras en relieve, lo siguiente: "FUNDICION DE LA PIEDRA LIZA", y al pie de estas letras aparece este otro dato importante: "LIMA PERU 1911". En esa fundición y en aquel año fue, evidentemente, hecha nuestra pila.

 

Interesante información la proporcionada por Eduardo Aguilar, y muy útil la llamada del gringo Nan. Y linda nuestra pila. Y bello nuestro pueblo, caracho, su linda gente.

 

Bien, amigos y paisanos. Sigan cuidándose mucho. Y sigan protegiendo nuestro patrimonio. Estoy seguro que nos volveremos a ver, apenas acabe la pesadilla que en estos días estamos soportando.

 

¡Un fuerte abrazo!


© Bernardo Rafael Álvarez