lunes, 21 de mayo de 2012

¿ESE ANIMAL LLAMADO PERÚ?

Alejandro Carnero ha escrito un artículo titulado "Ese animal llamado Perú". Sobre la "Paisana Jacinta", el autor dice: "El “jefe” de turno le quiere dar oportunidades y soporta sus barbaridades pero termina concluyendo que es imposible, que no hay manera “Ay paisana, ay paisana… no se puede”*.

Bueno, la verdad es que los sketck de este personaje de ficción nunca terminan en situaciones como la descrita. El personaje caricaturesco, al final, se muestra como una mujer, digamos, "más pendeja" que los criollos que quieren burlarse o aprovecharse de ella. Ocurre (claro que esta analogía puede parecer de mal gusto y quizás desproporcionada y hasta "herir susceptibilidades") como en el cuento "El sueño del pongo", del gran José María Arguedas: el niño maltratado que, al final, sueña que le da de comer mierda a su patrón, claro, lamiendo este de su cuerpo desnudo. La diferencia naturalmente está en que en el cuento la venganza se produce en un sueño y en lo de la "Paisana Jacinta" es "real". Pero, en fin, se trata de una caricatura, grotesca, pero caricatura al fin. Es -quién puede dudarlo- también una burla. Pero también se han visto caricaturas grotescas de personajes "gringos" a los que se les presenta como idiotones. Y a nadie se le ocurriría decir que allí también hay un acto de racismo o de discriminación. Eso es visto como simple "vacilón".

Cuando apareció en un diario la foto de una congresista cusqueña que escribía con mayúsculas carencias ortográficas, todo el mundo zapateó: atentado contra la raza indígena, decían. No, señores. Luchar contra el racismo y la discriminación y procurar la inclusión, no puede llevarnos a colocar a la gente de origen quechua o a los afrodescendientes en una suerte de "ghetto" de minusválidos, de desvalidos, de incapaces. Eso no es antirracismo, no es antidiscriminación, sino todo lo contrario, porque se trata de una actitud claramente noble pero que lo que propone, involuntariamente, es "discriminar a los discriminados", separándolos de los demás como, no sé si sagrados o apestados, a los que no hay que tocar porque si lo hacemos estaríamos cometiendo un acto indigno.

Esta es la interrogante que puse en un artículo que escribí hace unos meses: "¿Por qué es válido, legítimo, tolerable, que los cómicos pueden parodiar o caricaturizar a gente digamos blanca o criolla, y no a morenos o indígenas andinos? ¿Qué se entiende -explíquenmelo, por favor- por inclusión: incluir en una cápsula hermética a quienes, según la opinión descabellada de algunas ONG, son un sector vulnerable y acaso con las defensas dañadas? Un poco más de apertura mental, señores.


Hay un vals que canta Luis Abanto Morales cuyo título es significativo (porque el contenido es fatal) y definitivo: "Cholo soy y no me compadezcas". Nadie busque ser compadecido, pues; y, de hecho, la gente del ande tampoco espera que la compadezcan.

*Alejandro Carnero: Ese animal llamado Perú (Revista Tajo, 7 de mayo 2012)