lunes, 7 de diciembre de 2015

QUERIDO PRIMO


                                          Para mi primo hermano Panchín.



Nunca olvidaré los sentimientos

de envidia (bueno, de sana envidia) y de frustración

que me envolvían como bufanda

(de esas hechas con lana de carnero)

al ver que de tus manos saltaba

casi hasta el cielo

casi hasta el infinito

aquel juguete tal vez absurdo pero también

absurdamente bello y por eso codiciable: un platillo volador

(Sí pues un platillo volador salía de tus manos disparado

al jalar una cuerda delgada de nylon envuelta en una suerte de carrete

y yo solo miraba estupefacto

desde una de las bancas de la plaza de armas)



Y nunca olvidaré tampoco

y ya lo he dicho antes y hoy lo repito

el haber sabido y no visto felizmente

que algo que no brotaba de tus manos

más bien llegaba casi todos los días nueve de marzo

a tu casa en cuyo patio

como espléndida luz pura alumbraban unas flores blancas de hortensia


Pero claro

estos solo son recuerdos

Ni trauma ni resentimiento

(y no vayas a enfadarte)

Solo evocación para la sonrisa



Pero no lo puedo evitar:

cuánto hubiese querido que aquello

que la abuela Lastenia te enviaba cada nueve de marzo

hubiera llegado los días doce de noviembre

a mi casa en la cuesta del chorro

Pero no importa

creo que la abuela acertó

como una madre la abuela casi nunca se equivoca:

duraznos en almíbar para mi cumpleaños 


Tal vez

es decir casi estoy seguro

en esos envíos la abuela nos hacía llegar a cada uno un mensaje

que andando los años como caminata pausada pero segura

por los senderos de Pallasca

comencé a entender por sus nobles efectos:

quiéranse como hermanos

porque yo los he querido como hijos


Y aunque aquel juguete que nunca fue mío

y ni siquiera tuve en mis manos

en verdad solo volaba unos segundos hasta precipitarse en el piso

ha de servir sin embargo

como dócil vehículo en la escalera de la imaginación

para enviar un saludo hasta el cielo

es decir hasta aquí nomás 

a nuestros corazones (donde el cielo es un fogón

o la luz tímida de un lamparín)

porque allí Lastenia y sus hijas

Dora y Abigaíl

a pesar de su distancia hablan de sueños y dibujan bendiciones

como quisieran haber hecho en cualquier tarde

en la cocina o frente al horno del pan y los chiclayos

abrigadas por el abrazo de la bondad y la ternura



Pero repito no lo puedo evitar

se me humedecen los labios de tardía envidia

al pensar inútilmente en esa fuente de cuy frito que

cada nueve de marzo

la abuela Lastenia te enviaba como regalo de cumpleaños


Pero ya no importa

Ni duraznos en almíbar ni picante de cuy

Ni platillo volador agitando los sueños

Porque un abrazo hoy nos envuelve y alimenta

y sin ninguna duda es lo mejor

porque es la herencia nutricia de ternura y bondad

que nos dejaron Lastenia Dora y Abigaíl

primo Panchasho

hermano Panchín



Bernardo Rafael Álvarez
07/12/2015
11:59 a.m.