Estas palabras (insania, vesania, sosias, estadio),
como casi todas en nuestra lengua, tienen su origen en el latín. Insania viene
de "insania" o -como aparece en el traductor Google-
"insaniam" (locura, privación del juicio); vesania, de
"vesania" (locura, desvarío, delirio, extravagancia); sosias (también
“sosia”), proviene de "Sosias" (uno de los personajes de la comedia
"Anfitrión", de Plauto), y se usa para nombrar a la “Persona que
tiene parecido con otra hasta el punto de poder ser confundida con ella”, en
otras palabras: nuestro “doble”. Y, bueno, estadio tiene
su origen más remoto en el griego "stádiom" del que surgió "stadium",
en latín; era una medida de longitud y ahora son otros los significados que
tiene: el nombre del "Recinto con grandes dimensiones con graderías para
los espectadores, destinado a competiciones deportivas", y también es el "Período o fase de un
proceso" (Diccionario de la Lengua Española, DLE).
Muchos, en el Perú (creo que en otros países,
también), suelen decir [insanía] y [vesanía], así, con la mayor fuerza de voz
en la “i”, al final. Respecto del primer vocablo mencionado, el Diccionario
Panhispánico de Dudas (DPHD) dice que “debe evitarse la forma con hiato insanía,
que se aparta de la acentuación etimológica”; respecto del otro término afirma
lo siguiente: “Las dos vocales finales forman diptongo: [be - sá - nia]; es,
pues, errónea la forma con hiato vesanía”. Es obvio que, según el DPHD (es
decir, la RAE), lo inadmisible de acentuar la “i”, en estas dos palabras, se
debe a que se estaría cometiendo una “infracción” al no respetarse la
acentuación que tenían en su cuna de origen: Si en latín sonaban y suenan
[in-sá-nia] y [ve-sá-nia], pues así deben sonar también en castellano, según la
Acaddemia y lo otro ([in-sa-ní-a] y [ve-sa-ní-a]) es “incorrecto” e
“inaceptable”, repito, según la RAE y su Diccionario Panhispánico de Dudas.
Ahora veamos la tercera palabra en cuestión:
“sosias”. Supe de ella, por primera vez, hace muchísimos años, cuando leí “Los
hombres y las botellas” (primera edición, 1964) del gran narrador peruano Julio
Ramón Ribeyro; la encontré en el bello cuento “Doblaje”, pero no aparecía tal
como acabo de escribirla sino así: “sosías”, con tilde en la “i”. Bueno, pues,
Ribeyro decía [so-sí-as], y muchos otros hacen lo mismo, y de esto -es obvio-
está enterada la RAE; veamos lo que afirma en el DPHD: “Aunque la pronunciación
etimológica es [sósia(s)], con diptongo entre las dos vocales contiguas, en
algunos países de América del Sur se ha extendido la pronunciación con hiato
sosía”. Es todo lo que expresa al respecto: nada de “incorrecto” ni menos de
“inaceptable”; solo hace una referencia a lo que ocurre en la realidad, en el
uso.
¿Por qué, entonces, acerca de las otras palabras comentadas asume una actitud virtualmente censora, prácticamente prohibitiva? Presumo que se debe a esto: a que, probablemente, tiene información de que no son muchos los que dicen [in-sa-ní-a] y [ve-sa-ní-a] y que, en cambio, son muchísimos (en esta parte del Continente americano) los que dicen [so-sí-as], y –como es lo justo- no le queda sino reconocer lo que entre los hablantes se da, pues la Academia sabe que el uso (“árbitro, juez y dueño en cuestiones de lengua”, Horacio dixit) es el que manda, pues.
Ahora, ¿podemos decir, o seguir diciendo, como
ocurre con “sosías” (así, con hiato al final) “insanía y vesanía? Sí. Primero,
porque es evidente que se trata de una pronunciación más agradable que aquella
con diptongo en la última parte; segundo, porque no estamos obligados a
conservar la acentuación u otros aspectos correspondientes a lo que es la
etimología (no porque en latín o en otras lenguas sonaba o se escribía de tal
manera, debemos, como una obligación, hacer lo mismo en castellano; eso no es
ley lingüística, y no hay autoridad que tenga la facultad de disponer cómo es
que debemos hablar); tercero, cuando determinado uso, en una lengua, se
generaliza, se masifica, llega a imponerse y deja de ser “incorrecto” –si es
que antes lo fue-, ya que termina legitimándose y en algún momento -tarde o
temprano- terminará siendo incorporado al Diccionario.
¿Y en cuanto a “estadio”, nombre del “período o fase de un proceso”, y no el recinto deportivo? “Es errónea la acentuación estadío, a pesar de ser frecuente en textos médicos”, dice el DPHD. Bueno, creo que respecto de esto vale –por analogía- lo antes comentado acerca de las otras palabras. Con el tiempo y las aguas, la RAE cambiará de opinión; pero si ello no ocurriera, no tenemos por qué preocuparnos. Médicos, psicólogos y quienes más quieran seguir diciendo "estadío" (así, con tilde en la "i") -para referirise a un período o fase de un proceso, y no a la cancha de fúbol- háganlo, simplemente háganlo: no cometerán absolutamente ningún error. ¡Adelante! ¿Saben una cosa? En asuntos del idioma, nadie está sometido al Rey.