domingo, 10 de marzo de 2013

TRANQUILIDAD, TRANQUILIDAD, PAISANOS (Las notas que he publicado acerca de la "revocatoria", ordenadas cronológicamente)

REVOCAR

El tema de la revocatoria en sí misma es de suma importancia discutirlo. Como casi todo el mundo lo dice y yo lo he repetido desde hace mucho tiempo, este es un proceso que se da porque está establecido legalmente, como una facultad democrática que se da en el marco de lo que se conoce como los Derechos de Participación y Control Ciudadanos que tiene un amparo constitucional. Lamentablemente en esto, como en muchas cosas consagradas por la ley, hay razones para pensar que no todo lo que lleva el "logo" de democracia puede ser aceptable. Revocar a un congresista sería, creo yo (o, mejor dicho, es) necesario, justo y conveniente, cuando este demuestra ante los ojos de sus electores (y ocurre ya como algo normal) que no sirve para nada. Aunque hay quienes afirman (lo he escuchado a Marco Tulio Gutérrez y a Mercedes Cabanillas) que al revocar a un alcalde no pasa nada, que todo sigue igual, los trabajadores en sus puestos, etc. yo creo que no es tanto así. La ciudad pierde en gran medida. Pero además de eso está el hecho de que apenas ha sido elegido un alcalde, a la semana o al mes siguiente ya hay algún grupo comprando el "kit electoral" para iniciar la busca de firmar para revocarlo. Ha sucedido en muchas provincias. Y esto, como es obvio, no se da porque los llamados revocadores hayan visto incapacidad en la gestión de la autoridad a la que quieren bajar al llano, puesto que es demasiado temprano para tener esa certeza. Esto significa que puede ser una de estas dos razones, o ambas, lo que motiva el deseo de revocar: venganza por sentirse desplazados luego de las elecciones, o preocupación por lo que el (o la) burgomaestre pueda hacer respecto de la gestión anterior. Y esto, a pesar de ser legítimo, es simple y llanamente inmoral. Una inmoralidad lamentablemente estimulada, amparada y garantizada por la ley.
(16 de enero: Juridiconsultorio gratuito)

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NO INSULTEN AL PUEBLO (A PROPÓSITO DE LA REVOCATORIA)


Alguien, en el Facebook, puso esto, aparentemente refiriéndose a los que están a favor del “SÍ”, o sea que quieren revocar a Susana Villarán: “Confío en que el pueblo sabrá despertar de su estupidez o tendrá que lamentarla y asumirla…” (Sócrates Zuzunaga). En respuesta, yo puse lo siguiente en mi “muro”:

Perdónenme, amigos, pero me siento indignado.

Yo no me atrevería, no me atrevo en realidad, a decir que las opciones por las que se votará el 17 de marzo son la inteligencia y la estupidez; o que quienes van a votar se dividen entre una mayoría estúpida y una minoría inteligente. Vargas Llosa soltó una infeliz afirmación respecto de la gente de Uchuraccay que participó en el asesinato de ocho periodistas hace treinta años; dijo que eran “salvajes”. Todo el mundo, como era lo justo, se soliviantó, se enardeció, por tal calificativo que agraviaba a un pueblo numéricamente pequeño. Ahora -con todo respeto-, en enero del 2013, yo me enardezco al leer que se llama estúpidos a los pobladores de Lima (no decenas, no cientos, no miles, sino millones), solo porque -según se puede adivinar- van a votar por una opción con la que muchos no coinciden. Si votar a favor de la revocación de alguna autoridad municipal es algo estúpido, lo es no porque democráticamente una masa electoral lo decida, sino porque legalmente está admitida tal posibilidad, y, por ello, si de adjudicar algún adjetivo duro se trata, ese adjetivo sería atribuible a quienes propusieron y aprobaron la norma legal correspondiente. No al pueblo.
Al menos, si no lo hacen otros, yo sí rechazo un adjetivo tan duro e insultante.
Nuestro pueblo no es estúpido.

Lo que recibí, de un amigo es esto: “No sabemos qué esta sugiriendo Bernardo. En otro muro ha dicho lo mismo pero ahora agrega “indignación”, calificativo usado por un revocador y no por un contrario. Y curiosamente hay un coro que lo aplaude. ¿Por qué? No lo entiendo, si no ha dicho SÍ ni NO. Por eso y para evitarle más indignación que tome la actitud más equilibrada, y los que están aquí también: voten en blanco o viciado. Sería consecuente. Por allí alguien muy ligera dijo que la revocatoria fue cosa de los amigos de SV. Debería informarse mejor: esa propuesta de ley del año 92 fue alterada por el fujimorismo el 95 y puesta en práctica el 97. Desde entonces funciona como una vendetta, pero para eso no hay indignación. ¿Tanto cuesta tener una posición y defenderla sin ambigüedades?” (Tulio Mora). Aquí mi respuesta:
Tú sabes a qué me refiero, Tulio. Alguien había dicho que el pueblo “deberá despertar de su estupidez”.

Bien. ¿Qué es ser equilibrado? Si de equilibrio mental se trata, tengo que decir que optar por cualquiera de estas tres opciones, SÍ, NO o Blanco (o viciado), puede ser absolutamente equilibrado o no serlo. Así de simple.

Desde el principio yo he marcado mi posición. He dicho que, al margen de personas, me parece que la norma que aprueba el proceso revocatorio municipal no debió existir, por inconveniente. Pero que al existir la ley, caballero nomás, tiene que aplicarse y si hay alcaldes que deben ser revocados, pues lo serán legal y democráticamente. Esto -se entiende fácilmente- no significa que esté en contra de Susana Villarán. Sin embargo, cuando alguien del JNE expresó que la alcaldesa no podía inaugurar obras ni hacer campaña por el NO, yo dije que no había razón para prohibirle tales cosas, porque lo que estaba en cuestión y sometido a escrutinio no era una candidata sino una gestión y -porque era lo justo- ella debía tratar, frente al riesgo que significaba sacarla, de demostrar que su gestión era buena. Y esto -también se entiende fácilmente- no era muestra de que yo estuviera a favor de Susana.
He tratado, como se ve (si es que hay voluntad de ver bien) de ser objetiva y absolutamente equilibrado, pues.

Pero si quieren saber qué es lo que pienso de la actual alcaldesa, voy a decirlo. Susana me parece moral o éticamente una persona idónea, respetable, valiosa; pero -aquí está la cosa- políticamente con falencias (falencias suicidas, como puede apreciarse). Y como sabemos la calidad política no se ve, no se mide, en el discurso, en las actitudes y ni siquiera en cómo una persona desarrolla su gestión en la institución pública, sino en su llegada a las masas, al pueblo, a los electores y -sobre todo- en cómo se mantiene en esa relación y, más aún, si logra mantenerse. Susana ganó las elecciones porque lo logró, y en gran medida lo logró por ella misma (y no por el presunto trabajo de la Izquierda), por su sonrisa tierna y maternal que impactó. Pero esa sonrisa se convirtió de tierna en medio agresiva apenas ocupó el cargo, y allí comenzó el descenso: declaraciones cuestionando a casi todo el mundo, etc. A eso se sumó el querer mostrarse como humilde y no poner letreros o afiches que dieran a conocer lo poco o mucho que hacía (asunto de imagen o de comunicación). Ahora (ya, lamentablemente, parece tarde) ha recuperado las actitudes políticamente convenientes (que podrían convencer), pero imprudentemente mezcladas con desatinos (como eso de que la gente de SJL va a lavar ropa a La Molina o esto último que ha dicho y no debió hacerlo- en su cuenta de Facebook reconociendo que su futuro político está en la cuerda floja; quien le aconseja le está aconsejando mal, pues ningún político debe presentarse como perdedor). Y ya vemos las consecuencias, pues.

Esperemos a ver qué pasa en marzo. Pero la cosa está difícil, bien difícil. Iba a concluir diciendo que “gane Lima”, pero pensé que podían decirme que eso es expresión de los revocadores, porque -según veo- hay algunas palabras que son “patrimonio” de algunos sectores, grupos sociales o personas, como el término “indignado” que, a nivel mundial, es de los que protestan contra la crisis del Capitalismo y sus consecuencias negativas y aquí en Perú (Lima, concretamente) está siendo considerado presuntamente como de uso intransferible de los “revocadores”.
Bueno, lo que sí puedo decir rotundamente es que no hay ambigüedad en mis palabras. Solo coherencia. Una “extraña” e incomprendida coherencia que, según algunos buenos amigos me lo han dicho -alentándome-, saca de quicio a más de uno.

Un abrazo!

(30 de enero: La Mula)


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LA REVOCATORIA, LOS DUDOSOS, FAVRE Y DON FERNANDO. 

En realidad, los dudosos o quienes no muestran interés en ninguna de las dos opciones o “andan con rodeos” no son porcentual o numéricamente importantes (y son los que pretenden ser convencidos por el “NO”). Los últimos datos revelan estos porcentajes: 61% a favor del “SÍ”; 31%, por el “NO”; 8% (minoría no que no tiene presencia dirimente) que “no sabe o no opina”. Es decir, que duden, no les interese o anden con rodeos, no debería ser motivo de preocupación. Lo preocupante sí es ese 61%. Faltan aún cuarenta y seis días. Dura tarea (bueno, creo que solo es un decir) de Favre, cuyos altamente onerosos consejos hasta ahora no dan fuego. Yo, sinceramente, no aconsejaría lo que aparentemente aconseja este señor, como eso que según parece ha sugerido: hacer pelear a grupos reducidos de señoras por el tema de las “lavanderas” de SJL y llamar a la prensa, cosa que me parece indignante (querer demostrar tontamente que el pueblo está dividido entre dignos e indignos: quienes aceptan el insulto y quienes lo rechazan). Yo le aconsejaría digamos negativamente: le diría, no hagas esto, no hagas lo otro, porque eso solo produce hilaridad o malestar (como aquello de andar condecorando a deportistas, o haber puesto un busto exageradamente voluminoso -una cabezota que dizque representa a don Fernando Belaúnde, que merece ser bien recordado pero no con semejante desmesura de mal gusto- en el parque de la Exposición, alterando el paisaje, o mandar colocar letreros anunciando jardines bajo algunos puentes que no se sabe cuándo se harán), y el consejo positivo (hacer esto o hacer lo otro) surgiría espontáneamente. Le diría, ya concretamente, si usted, señora, ha sido la causante de la pérdida de simpatía, sea usted quien procure revertir la situación: vaya a los sectores populares y, sin mucho aparato publicitario, camine ensuciándose los zapatos y sonríale a los niños, a las madres y deje de enumerar obras con ese estilo demasiado rígido y golpeante de contar mostrando como disparo el dedo pulgar y luego los otros; vuelva a ser tierna como lo fue cuando candidateaba; y recuerde, los intelectuales y artistas (expuestos con el “NO” en el pecho, podrán ser gente valiosa, pero, la verdad, ante el pueblo (los sectores C, D y E, que votaron por usted y ahora quieren revocarla) no significan mucho como ejemplo a seguir en asuntos políticos. Etc., etc., etc.

(30 de enero: La Mula)

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SUSANA Y LOS SECTORES ACOMODADOS DIÁLOGO EN FACEBOOK

Puse en mi “muro” del Facebook esto:¿Alguien se ha puesto a pensar por qué los sectores “acomodados” (La Molina, Surco, Miraflores, San Isidro…) son los que, sin dudas ni murmuraciones, apoyan a Susana Villarán? Bueno, yo sí me he puesto a pensar. Creo que es porque la sienten, están seguros, y efectivamente así es, que ella es de los suyos. Saben o, mejor dicho, ya se convencieron, que su izquierdismo no es dañoso para ellos sino todo lo contrario. Han llegado a darse cuenta de que tan solo se trata de una manera “suigéneris” de ejercer una suerte de “proyección social” de arriba hacia abajo, dando la apariencia de horizontalidad (“inclusiva” diría alguno), algo así como la puesta en práctica de la “buena acción del día”, acaso para expiar culpas o pecados (qué se yo). Cuando los hijos de las “familias bien” se “convirtieron” a la Izquierda (años 70) probablemente causaron resquemor, rechazo, urticaria, pataletas y preocupación en sus familias (¿Has visto? Qué horror, darling, mi hija metida de comunista. ¡No lo puedo creer!). Pero andando el tiempo las cosas fueron cambiando; ah, pero no es que hubiese llegado la resignación o cosa parecida. No, nada de eso. Lo que ocurrió fue que se dieron cuenta de una lenitiva verdad y la asumieron cabalmente: no pasaba nada, nada más, nada peor que una grotesca rebeldía (de adolescentes politizados), para la que antes, como padres formados en una educación “monetarista” y sin sentimientos sociales, aún no se hallaban preparados. Cuando aquellos jóvenes “contestatarios” que cantaban canciones de Quilapayun, que usaban morrales medio mugrientos (pero de cuero) y, en el caso de las chicas, vestían faldas largas como de Hippies y el desenfado era su sello a la hora de sentarse en posición de “flor de loto”, cuando ellos –repito- llegaron a “formalizarse” en organizaciones o “colectivos”, los padres asiduos al Club Regatas por fin supieron que aquello que creían era una sustancia venenosa no era más que una crema volteada, nada inocuo. Por qué los sectores populares son los que menos la quieren, y quieren revocarla, es otra cosa. No tengo segura la respuesta, pero estoy convencido de que no es porque alguien haya manipulado sus conciencias.

Mi amigo Tulio Mora intervino: Lo siento, Bernardo, NO te salió bien la reflexión. Aparte es de una inexactitud que parece te hace emerger sentimientos negativos hacia esos chicos bien que alguna vez se hicieron de izquierda. Como Hinostroza, estás insultando a Javier Heraud quien inspiró con su muerte a esa generación de miraflorinos. Y creo que no conoces mucho de sus biografías. Por ejemplo, Javier Díez Canseco, hoy con cáncer terminal, vivió varios años en La Oroya, algo que tú no lo hubieras hecho. Otros se casaron con con campesinas u obreros y hasta terminaron en SL como Mezzich, lamentablemente. Así que infórmate mejor la próxima vez. No es cuestión de ironizar fácilmente. Un abrazo.

Yo contesté: Nada de lo dicho por ti contradice sustancialmente lo que dije yo, estimado Tulio. Además no insulto a Javier Heraud, primero porque jamás me he referido en ese sentido a él y porque -si lees bien- no habría ni una microscópica razón para mencionarlo, porque él no se pasó a las guerrillas durante 1970 (época de la que hablo yo). Otra cosa: no sabía que criticar o estar en desacuerdo con seguidores o discípulos de alguien significaba insultar al maestro o inspirador. Y por último, ni Mezzich contribuye a decir que los ricos son revolucionarios como piensas tú. Tú tienes tu punto de vista y yo el mío; supongo, estoy seguro, que el tuyo no está movido por simpatías ni pasiones positivas (y parcializadas) frente a un sector de la sociedad (aunque no vas a negarme que para ti los sectores populares son parte del lado débil, por “pedigüeños” y otras cosas), sino por una visión racional de las cosas. Bueno, pues, mi visión tampoco se da por sentimientos adversos frente a los “niños bien” que, según Gaby, son los que mueven el país. Un abrazo también, Tulio!

Tulio volvió: En este verano intenso he procurado mantener una conversación alturada con los amigos que disienten en este vil proceso revocador. Pero he sido directo como siempre. No es el estilo de Bernardo, por ejemplo, quien, para hablar sólo de hoy, saludó en otro post el avance del NO y ahora, como ha hecho en todo este proceso, vuelve a desdecirse con argumentos que ya rozan el odio de clase y encima me atribuye afirmaciones falaces. Que llame “pedigüenos” a ciertos sectores populares no me coloca en contra de ellos. Si ha leído a Cotler o Matos Mar sabría qué es el clientelismo que el fujimorismo exacerbó. ¿Han surgido partidos políticos de esos sectores populares? No, también debería preguntarse por qué. ¿La informalidad no es acaso una tara? ¿Y no lo son quienes se niegan a pagar impuestos, invaden calles, parques, prefieren pagar coimas? Si no aceptamos este problema entonces queremos mantenerlo o estamos buscando el retorno populista de los autoritarios. Finalmente es un poco inocente hacer un parteaguas de la historia en los 70. Los miraflorinos de izquierda de esa década se formaron con la imagen de Heraud, si Bernardo no lo sabe es preocupante. La historia es causa y consecuencia. Sostengo por eso que desprestigiar clasistamente a cierta izquierda es también subestimar el papel de Heraud. Hinostroza, poeta que me gusta, por sus poemas y su estilo directo, lo cuestionó a la mala desde una posición muy parecida a Bernardo. Lástima por los dos. Naturalmente esto no me suscita algún tipo de animadversión, pero mejor es decir las cosas claras. Los rodeos no son recomendables. NO A LA REVOCATORIA.

Pero antes, Charo Arroyo me dijo esto: Bernardo, Bernardo, te burlas con insidia de lo que no conoces. Te olvidas que Fidel Castro, el Che Guevara eran profesionales, hijos de profesionales. La egresión social no tiene que ver con las decisiones políticas.
Esto le respondí a Charo: Insidia.Burla. Asu! Eso es duro. Definitivamente, me estoy poniendo (o me están poniendo) en el lado de los apestados, indeseables, dañinos. Si ese es el premio a mi libertad de pensamientos, qué le voy a hacer.

Y esto a Tulio: No, Tulio. Yo no atribuyo afirmaciones falaces. Tú dijiste lo de “pedigüeño” y hoy lo corroboras. ¿Lo dicho por Cotler convierte a afirmaciones como la tuya en alabanzas? Hablar de clientelismo, de pedigüeños, de tara, no creo que sea algo exultante. Llamar así a los sectores populares es considerarlos como el lado débil de la sociedad, pues; y eso es lo que he dicho yo y no que tú estés en contra; nunca he dicho que tú estés en contra de esos sectores. No sé si sea tu caso, pero leer hepáticamente no es bueno. Heraud. ¿Yo lo he cuestionado? ¿Lo he cuestionado como hizo Hinostroza? Bueno, esto ya lo expliqué en el anterior comentario. Y no hago ningún parteaguas de la historia. Lo que hago es solo una referencia a los años 70 porque es la época en que (inspirados o no por Heraud) fueron ingresando a la Izquierda muchos de los políticos de ahora (que son, casi todos, coetáneos nuestros; es decir, mucho menores de la edad que tendría hoy el poeta miraflorino que murió en Puerto Maldonado). Ahora, respecto a la revocatoria: es cierto, saludé el avance del NO, pero ahora no estoy diciendo nada en contra. Solo hago un análisis (probablemente equivocado para algunos o muchos), pero solo es un análisis o simple comentario o interpretación, o reflexión, acerca de un hecho real (el apoyo de un Sector a Susana Villarán). Y, además, si bien pueden estar motivadas mis palabras en el tema inmediato de la revocatoria, lo cierto es que no tienen la intención ni de alabar ni de apoyar a ninguna de las dos partes en conflicto electoral. Solo se trata de un tema referido a la Izquierda en el Perú, a una parte de la Izquierda peruana. Nada más. Y finalmente debo decir lo que anuncié que iba a afirmar el 17 de marzo: el porqué de una afirmación que hice. Dije hace unos días, y tú debes recordarlo seguramente, que yo no iba a votar por el SÍ. No voy a votar por el SÍ, pero tampoco voy a votar por el NO. Y no me desdigo de nada, Tulio. Como lo notaste muy bien, nunca he mostrado una inclinación por alguna de las dos opciones. Por una simple razón: no soy parte interesada en el tema. Pero, con todo derecho creo yo, y con libertad, expreso mis “inútiles” reflexiones. Yo voto en el Callao, y aquí felizmente no enfrentamos un tema tan complicado como el de Lima y no estaremos sometidos a decidir el destino municipal en una tan horrorosa cédula como esta de la que ya hemos hablado antes. Un abrazo otra vez, Tulio. Y que me disculpen algunos por lo urticante que pueden ser algunas de las cosas que suelo decir por este medio. No es mi intención sacar de quicio a nadie. Solo ejercer mi derecho a pensar y a expresar mis pensamientos, en un país en el que felizmente no hay todavía una ley negacionista que nos amarre la lengua y las manos. Sé que Susana (y Fernando, su hermano) son tus amigos y, por eso (créeme, te lo digo sinceramente), me gustaría que el 17 de marzo no sea revocada. Esperemos. Abrazos más!

Tulio volvió a intervenir: ¿Insidia, burla? Nadie ha usado esas palabras, nadie te ha dicho apestado (¿de qué), nadie te puede negar tu derecho de opinar, en tu muro. Sí creo que tocas sensibilidades y quieres calificarlas de “posiciones”. Yo milité en el PUM, muchos acá estuvieron en IU y tu alegremente nos dices que despreciamos al pueblo, del cual te sientes ser la parte indignado por la gestión de los caviares o pituquitos de izquierda. ¿ Cómo llamamos a eso? No es una buena manera de conversar entre amigos. Mejor será que esperemos la serenidad y la franqueza. Un saludo.

Enseguida yo: La serenidad tal vez. La franqueza no tiene que esperar nada, porque está presente siempre. Un saludo y otro (ya no sé cuantos van) abrazo!
Tulio, finalmente: No te entiendo, querido Bernardo, dices que no votarás por el SÍ ni por el NO, luego dices que vives en el Callao. ¿Para qué tomarte la molestia de generar una polémica sin conocer tu “posición” viviendo en un sitio que no está comprometido? Será por la libertad de prensa que reclamas y nadie te ha coactado. Como dije, dejémoslo en este punto, pero la amistad no es una licencia para aceptar incriminaciones falsas o predispuestas. Un abrazo también.

Y finalmente yo también: Bueno, la amistad no ha estado ni estará en entredicho, Tulio. Amigos y hermanos. Un abrazo!

(8 de febrero: La Mula)


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¿”GOEBBELIZACION” EN LA “REVOCATORIA”?

Si algo hay que agradecer a esto de la “revocatoria”, es que -por lo que se ve- hay quienes quieren hacernos saber que hay dos sectores bien marcados en Lima: los demoníacos y los santos o casi santos. El mal contra el bien. Como en la serie del “Agente 86″: Kaos contra Control. Corrupción contra alta moral. Es decir, lo que la Constitución consagra como uno de los derechos políticos de los ciudadanos (la revocación) habría sido aprobado -según entienden, aparentemente, algunos- no para permitir el justo (aunque a veces inconveniente) ejercicio de lo que se conoce como participación y control ciudadanos, sino (en el caso de Lima y solamente de Lima, porque los muchos otros casos ocurridos en provincias a nadie le ha importado) como una válvula para el desborde de la perversidad. Y, en verdad, en verdad, no es así: solamente se trata de un proceso en que legítimamente se ponen en juego dos opciones, contrapuestas pero no por ello una exultante y otra oprobiosa, solamente diferentes, democráticamente distintas. Pero, repito, así parecen entender aquellos que están del lado de la bondad, la moral, el orden y la cuasi santidad, y por ello, en una labor misionera, medio pastoral, cercana al mesianismo, se han dedicado (al puro estilo montesinista, aquel que proviene de Goebbels -al que otrora maldecían y hoy deben estar agradeciendo-) a rebuscar entre papeles y anticucherías todas las cochinadas de sus adversarios para exponerlas al sol y a las miradas estupefactas de la población, como si lo que estuviera en cuestión, en entredicho, sometido al escrutinio popular, fueran los pecados, faltas o delitos de “Perico de los palotes” y no la simple transitoriedad (pero, según parece, apetecible y no despreciable) gestión municipal. Madame Rolland dejó para la historia esta exclamación cargada de verdad: “¡Libertad, cuántos crímenes se han cometido en tu nombre!”. Y por ser libres y opinar y apoyar causas legítimas pero opuestas al pensamiento de la gente dizque sana y sagrada, ¿cuántos cabezas de ciudadanos limeños están siendo colocadas en el cepo?

(28 de febrero: La Mula)


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TRANQUILIDAD, TRANQUILIDAD, PAISANOS (O, MEJOR DICHO: “NO TE METAS CON MI FAMILIA, WON”)

Comprendo el cariño por su hermana (aunque, claro, lo que está en juego no es una posesión familiar y –aunque pudiera parecer- no se trata de un enfrentamiento entre los González y los Maldini) pero no puedo dejar de decir que es lamentable el artículo de Fernando Villarán, plagado de lo que estos últimos días se han convertido en "lugares comunes" (o insultos comunes). Repito, es comprensible que los comentarios de parte estén contaminados de emoción, de pasión, de rabia, pero un proceso como este de la llamada "revocatoria", a pesar de lo inconveniente que pueden ser sus resultados, la verdad, la verdad, es que se trata simplemente del ejercicio de uno de los derechos auténticamente democráticos consagrados por la Constitución Política. Y, para darse cuenta de que es así, solo hace falta quitarse las anteojeras y dejar de lado la ojeriza. La “revocatoria” puede -insisto- generar efectos negativos, pero no es un derecho digamos "perverso" (si no, vean lo que ha significado en otras provincias donde la cosa camina con normalidad). No es una guerra entre buenos y malos, entre honrados y corruptos, entre los sanos y sagrados y los demoníacos y mucho menos entre el cáncer y el sida. La revocación si llega a darse no la harán los "revocadores" (esos que deben estar tragándose la andanada de insultos que con ventilador y desborde de “compactador” municipal le están lanzando) sino los ciudadanos (que, ojo, tampoco merecen ser llamados chusma o pedigüeños o clientelistas), y si lo hacen lo harán legítima y legalmente, movidos por su voluntad (y tal vez alentados por voluntades ajenas, qué sé yo), pero amparados por la ley y la Constitución Política. Tranquilidad, tranquilidad, paisanos.

(5 de marzo: La Mula)