domingo, 15 de julio de 2012

CON TU ESPALDA A RAS DE SUELO



Cómo sería si te amara.

Tú a ras de suelo, 
atrapada por el orbe y su profundidad de barro y silencio. 
Mirarías hacia arriba, al cielo húmedo, redondo
y sin más límites que el mar y sus precipicios de espejismo.
Yo pondría una piedra como zancadilla o tropiezo
y se quebraría como yerba seca la trayectoria de tu mirada.
Tu espalda desnuda y magullada por la arena
y los cangrejos.


Yo, ciego iluminado pero torpe,
preso de tu vientre y poseído por tus gemidos,
cogería, iluso, entre mis párpados temblorosos
el latido de tus venas
y la trepidación acezante de tu cuello.


Sabría que eres el cielo y el infierno
y yo el pecador que arrebata las nubes.


Todo se agitaría.
Y todo también en conjunción:
los sudores
y las olas
y el horizonte
y la noche ya desprendida por los acantilados como un roedor.


Sí, serías el cielo
y el infierno.


Abrasado por el fuego de la condena eterna
y abrazado por el perdón del azul también sin fronteras,
así te amaría: fluir ondulante de sueños y pesadillas.
A pesar del glaciar desleído de tu alma.


Pero con tu espalda a ras de suelo.



                                                                           (15 de julio, 2012 / 7:30 PM)