Yo lo dije -aunque a la ilustre y docta corporación matritense le hierva bilis y hasta, quién sabe, quiera excomulgarme (ya les contaré de algo que ha ocurrido y que es casi por el estilo)-: el «chinchín» que muchos expresan, durante un brindis, al dar un par de golpecitos de copas o vasos de cristal, no tiene nada que ver con alguna palabrita de origen chino ni nada por el estilo.
El origen del «chinchín», es, simple y llanamente, onomatopéyico; una alusión medio juguetona al sonido de las copas o los vasos de cristal al chocar entre si, durante el brindis; dos golpecitos: «¡chinchín» y nada más. Y, según tengo entendido, hasta en Italia lo usan; pero, claro, allí la escritura es «cin cin» sin que, por ello varíe el sonido (chinchín).
El «qing», vocablo chino cuyo ideograma es 请, al cual se refiere la RAE, no significa «Gracias» sino, según me informan, «Por favor». «Gracias», según he averiguado en el Traductor Google, es esto: 謝謝 Xièxiè y su pronunciación aproximada es algo así: /shie shie/ que, por cierto es distinto al «chinchín» de que hablamos. El «qing» si suena «chin»; pero, como ya vimos, ninguna relación tiene con el «chinchín» del brindis.
La presunta etimología propuesta y, sin duda, defendida por la RAE (pero, felizmente cuidadosa, porque usan el condicional «podría») no resiste ningún análisis serio. Finalmente, repito, el «chinchín», motivo de la presente nota, está relacionado, simple y llanamente, con el sonido producido por dos vasos o copas de cristal al ser golpeadas levemente al momento de un brindis; su origen es, pues, onomatopéyico. Cosa parecida ocurre con esa casi común expresión popular referida a un pago hecho en efectivo; es decir, aquel cuya entrega de hace en «contante y sonante»: o sea, con billetes que se cuentan, uno tras otro, y monedas que al golpearse suenan, ¿cómo?, pues así: «¡chinchín». Como se vio, no hace falta recurrir a lenguas ajenas y menos a una tan complicada y medio exótica como es la china. Bien.
¿Y aquello de «también cantante»? Pues, la respuesta la tiene, naturalmente, el gran representante peruano de la «Nueva ola» cuyo «nombre de pila» es Santiago Rogelio Farfán Holguín pero que en el ambiente artístico todo el mundo lo conoce, simplemente, como Jimmy Santi y que, entre otras canciones, tiene «Sabor a salado» y «Mira cómo me balanceo». La referencia a este cantante es, especificamente, por una de sus canciones más famosas, algunos de cuyos versos son estos: «Chin chin / ven a brindar / chin chin / por nuestra amistad / chin chin / a tu salud /chin chin / que viva la juventud». Como es fácil advertir, allí el «chin», solo o repetido, no es, ni por remota aproximación, sinónimo de «por favor» ni mucho menos de «gracias» (como parece creer la RAE). Se trata, una vez más, de lo que ya vimos desde el principio: golpecitos de las copas, en el brindis, como expresión de buenos deseos por la amistad, la salud y la juventud. El compositor de la canción no ha tenido que «quemarse las pestañas» buscando alguna palabra curiosa en un idioma tan lejano; le bastó lo que es elemental: representar el común y corriente sonido de dos objetos de cristal al ser golpeadas suavemente, nada más.
Todo clarísimo, ¿verdad? ¡Sí! (Ahora, esperemos que en una próxima actualización del Diccionario se hagan las modificaciones pertinentes).
© Bernardo Rafael Álvarez
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