Fue, como
escribieron en el aviso de su muerte, rusa de nacimiento pero española
de corazón ("russe de naissance, le couer espagnol").
Y, en efecto, su corazón se desbordó inconteniblemente por España y
los españoles y también por muchos latinoamericanos, y un sinnúmero
de peruanos entre ellos. Se sabía que su origen era noble, de aquella nobleza
caucásica que sucumbió por designio del régimen bolchevique que se entronizó en
el Kremlin; pero, salvo algunos traviesos ingresos en su intimidad, nadie se
atrevió (gracias a la delicadeza de la prudencia) a preguntarle cosas al
respecto. Su exilio irreversible la llevó a la Península Ibérica y recaló,
finalmente, en Francia. Los avatares previos no los tengo registrados pero,
indudablemente, debieron parecerse en algo al retorno de Ulises a Itaca. Lo
cierto es que por la particularidad dramática y riesgosa
de su situación tuvo que sepultar su identidad verdadera y recurrir a la protección del seudónimo que, como ocurre casi siempre con los seudónimos que no llegan a uno por determinación ajena sino por propia voluntad, en su caso fue bello (resplandeciente, en verdad, como apuntara Jorge Falcón, su amigo de
muchos años). No obstante provenir de donde provenía (casta o linaje
despreciable a decir de las izquierdas radicales), fue una mujer que
abrazó, perdón, que ejercitó con vigor, rotunda y contundentemente,
las causas antifascistas en la Guerra Civil Española y se involucró en la
resistencia francesa, adoptando en tales circunstancias (décadas del 30 y
40), como nombres de combate, "Delia Toral" y "Lucienne".
El brío de sus convicciones y la vitalidad de sus actitudes
fueron lección para muchos; uno de ellos, Alfonso
Colodrón, reconoció la significativa influencia que en su vida ejerció aquella mujer, de la que dijo era "la más extraordinaria de las nómadas anónimas" que conoció. España la recuerda, mejor dicho: creo que la recuerda; una galería artística tiene,
al menos, el nombre que ella usó hasta el final de sus días. Fue -ya
es hora de decirlo- una mujer realmente excepcional. Murió a los 94
años de edad, prisionera de su nostalgia, pero había vivido en
libertad, y así, libre, amó y libre sirvió a los demás. Las
buenas o malas lenguas (o las "malas voluntades", que a veces sirven
para ponerles sal y pimienta a las relaciones humanas) le inventaron
multiplicidad de amantes y sueños, y allí (que no lo sepa la
"andina y dulce Rita de junco y capulí") hasta
al mismísimo "Korriskosso" de Santiago de Chuco -sí: César
Vallejo- le atribuyeron alguna incursión sin él haberse enterado
(cosas de la libertad, pues, cosas del amor). Quienes sí ingresaron en el
entorno cálido de su bondad, sabiéndolo al revés y al derecho,
fueron muchos artistas e intelectuales peruanos, medio desprotegidos huéspedes
del "Barrio Latino" -años 60- a quienes, con hospitalidad infinita,
juntaba en su pequeño departamento de París (rue de Beaux Arts)
alrededor de una mesa poblada de bondad; ellos, es muy probable, deben haber
presionado la tecla "delete" en su cerebro, eliminándola de su
memoria, porque olvidar es el recurso más fácil y expeditivo para
deshacerse de la carga plúmbea que significa la gratitud. Pero, en fin, por
ahora solo me interesa referirme a aquella mujer, hacendosa, comedida, en la
que -lo digo siguiendo a Falcón- "conjugaron esplendor, bohemia y
heroísmo". Murió hace quince años, el 2 de octubre de 1991, y sus
restos acabaron incinerados en el Columbario de Pere-Lachaise, en
París. Hasta ese día, con dignidad, se llamó, simple y bellamente, así: Desirée
Lieven. Ya nadie habla de ella.
Ver donde otros no ven, o no quieren ver, no es cosa del otro mundo. Es cuestión de ver únicamente; así de simple. Ah, pero para ello es recomendable emplear la mirada y dejar de lado las anteojeras y también la ojeriza. Apasionarse en la vehemencia, no en el odio ni en el fanatismo. Ser tolerantes, pero no tontos. Ser perspicaces, no adivinos. Ser claros y objetivos. Ser decentes y sinceros. Justos. No esperar el aplauso fácil. Buscar la verdad. Respetar.
viernes, 11 de enero de 2013
DESIRÉE LIEVEN: MURIÓ HACE QUINCE AÑOS Y YA NADIE HABLA DE ELLA (texto escrito en octubre del 2006)
-Este texto
fue escrito en octubre del 2006, y publicado inicialmente en otro blog, que ya no uso: Bitacora extraviada. A ello se debe
que el título hable de "quince años".
(-Actualización: En honor a
la verdad, últimamente veo que más de uno ya habla de Desirée, haciendo justicia a
su memoria).