viernes, 19 de diciembre de 2014

K

       
Érase un buitre que me picoteaba
Los pies –Franz. Jus, cúbreme: haz
De mi sangre una flor, un geranio atado
A mi saco sucio, sé mi luz. El jaibit
Mi corteza. Palabra cayendo: y la ciudad
Se movía en mareas y remolinos, mientras
Del asfalto brotaban apio y aceite. No soy
Pirámide –en desierto o meseta, el viento
No se apiadará de mí: caparazón, insecto
Gigante, “Gregorio, Gregorio ¿qué pasa?”
Sólo rueda el mundo, un escarabajo detrás:
Nada acontece –todo en orden; arden mis
Pies. En un lago las ranas cantaban y
Jugaban –Juan Ruiz, pescozudo y velludo
Trae un fusil, suéltalo. Yo me voy hasta
El despeñadero: se desmorona la montaña;
Copses are set to banquet. El cielo en
Esta parte del universo es de hojalata;
Espejo turbio: Sayum. ¡Cro, cro! Y el agua
Se entrevera en las totoras. J’écoute les
Appels d’un monde qui se noie, ¿quién se
Atreve a amar la carroña que nos envuelve?
¡Franz, Franz, no hace falta: el buitre
Se ha suicidado en mi garganta!


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De: "Dispersión de cuervos" (1999). 

martes, 9 de diciembre de 2014

ÚLTIMO DESEO DE VALLEJO: SER ENTERRADO EN PERÚ[i]

Félix Álvarez Brun


Ha transcurrido algo más de medio siglo desde que César Vallejo se ausentó del Perú y también algo más de 43 años desde su muerte, una mañana de abril, en Paris. Por consiguiente es ya tiempo de que se hable sobre uno de sus más caros anhelos: ser enterrado en el Perú.

Su vida y su obra han merecido estudios muy importantes, que han permitido conocer a fondo al hombre que desde la alta serranía de Santiago de Chuco fue a morir a orillas del Sena. Biografías, estudios críticos sobre la notable producción del autor de “Trilce” y de “Poemas Humanos”, de “Tungsteno” y de “Cera”; ediciones múltiples de todo lo que escribió en prosa y en verso, constituyen genuino homenaje al notable vate peruano a la vez que testimonio de admiración y reconocimiento.

Pero quizás algo faltaba por hacer y creo que ya es tiempo de considerarlo seria y decididamente: traer sus restos al Perú. Este propósito no debe verse únicamente como un justo reclamo de los peruanos y de sus familiares de Santiago de Chuco o como un tardío e inevitable compromiso hacia quien no dejó jamás de volver los ojos a su tierra nativa que, que tan profundamente quedó grabada en su espíritu y llenó de honda nostalgia a muchos de sus admirados poemas, sino como algo más, como una obligación que él reclamó de sus hermanos del Perú.

El poeta en su lecho de muerte
En 1937, Vallejo cuidó mucho esa libertad espiritual y personal que lo mantuvo en el elevado plano de  hombre que podía hablar a los cuatro vientos, sin compromiso alguno, del dolor humano, la justicia social y la alta jerarquía de la inteligencia. Por eso es que, cuando se le informó que sería internado en la Clínica Aragó con el amparo de la Legación del Perú, que se ofreció a cubrir los gastos que ello demandaría, Vallejo, dice Georgette en sus “Apuntes Biográficos”, “se niega, participándome, angustiado: “¡Pero si esto me compromete…!”. Le interrumpo: “Por ahora, Vallejo, ni hablar de este problema. Alguna solución se ha de encontrar. Algo tiene que suceder cuando tengamos que pagar esta clínica. Por el momento, paz. Paz, Vallejo, te suplico”.

Murió Vallejo el 15 de abril de 1938. Su amigo, el poeta Juan Larrea, lo acompañó en sus últimos momentos y él nos cuenta qué ocurrió en el trance supremo y final en que se eleja de la vida el hombre que había “vertido al lenguaje hispánico el extracto planetario de la cordillera andina, sus derrumbes, angosturas y pedregalidades, sus arideces y altas tensiones, sus libertades sísmicas, sus oasis de infinita ternura y, sobre todo, esa su verticali soledad suspendida como una plomada del hilo de luz delgado y plano que pone allí al sentido en comunicación con el foco creador más puro”.

Juan Larrea
El poeta Larrea, amigo entrañable de Vallejo, relata cómo fue la agonía y muerte de Vallejo: “Cuando me apersoné en la clínica del Bulevard Aragó, a la mañana siguiente –Viernes Santo- (15 de abril) me encontré con que Vallejo había logrado escapar con vida por entre las buidas escolleras de la madrugada. Se hallaba en paz, como el bergantín que llegado a puerto aguarda tranquilamente la hora del desembarco. Ilusionados por ese aspecto pacífico, sus compañeros lo habían dejado casi solo. Mas, muy poco después, a las 9 le entró inopinadamente la prisa. Su respiración se agitó sin razón aparente en un trotecillo acelerado y comatoso emitiendo un ligero ronquido de cartílago. De ese modo fue como, sin aspaviento alguno, dignamente, con la misma dignidad con que había vivido, ante los ojos de los que allí estábamos fue alejándose poco a poco por la hondura de sí mismo, hasta desaparecer por completo y para siempre. Eran las nueve y veinte de la mañana cuando pudimos pensar que Vallejo nunca volvería a escribir como antaño: “Perdóname, Señor, qué poco he muerto”.

Así dejó este mundo, César Vallejo. Su amigo Larrea fue uno de los que le acompañaron en sus últimos momentos y, por lo mismo, sabía cuáles fueron los deseos íntimos del notable vate, porque los escuchó de sus propios labios. Esta es, sin duda, la razón que llevó a Larrea a expresar: “en mi opinión, era el Perú, pertenecía al Perú, sobre todo en aquella honra en que, después de tanto tiempo, tanta miseria, tanto vaivén de hijo pródigo, se disponía a reunirse con los suyos”.

No quiero ampliar más este artículo, pero, por ser de actualidad, no puedo dejar de señalar, escuetamente, los documentos que se refieren a la muerte de Vallejo y a su declaración de que sus restos fueran traídos al Perú.

El 21 de marzo de 1938, nuestro representante diplomático en Francia, Francisco García Calderón, envía el cable Nº 29 a la Cancillería en los siguientes términos: “Doctor Arias Schereiber pídeme transmitir Ministro de Justicia siguiente cablegrama. César Vallejo hállase muy gravemente enfermo, indispensable llevarlo a clínica. Ruégote obtener gobierno auxilios urgentes. Max.” [ii]

El 25 de marzo remite el cable Nº30, que dice: “Para Ministro Arias Schereiber[iii].  Atención Vallejo exige un mes clínica, mínimo ciento cincuenta francos diarios. Recuerdos,. Max.”

El 8 de abril, en cable Nº 33 se informa: “Escritor César Vallejo gravísimo.” Respuesta de Lima, cable Nº 25 de 14 de abril: “Refiérome cable de usted Nº 33 ¿Cómo sigue?” El 15 de abril, nuestro representante diplomático en cable Nº 34 da la dolorosa noticia: “Refiérome cablegrama de usted Nº 25. Vallejo murió hoy nueve mañana. Gastos clínica, asistencia y entierro representan aproximadamente veinticinco mil francos que ruégole enviar cablegráficamente. Último deseo Vallejo fue ser enterrado en el Perú.”

El 20 de abril, en cable Nº 26 se dice a París: “Refiérome cablegrama de usted Nº 34. Ordenado Londres remítale 25,000 francos.”[iv]






[i] Este artículo fue publicado por el historiador Félix Álvarez Brun, en El Observador, del domingo 14 de abril de 1982. Sin embargo, hace muy poco, el poeta Reynaldo Naranjo, dizque tras haber "investigado", ha aparecido con la "novedad" de que Vallejo quiso ser enterrado en el Perú. Fue Álvarez Brun (y no usted, señor) quien descubrió y dio a conocer esto por primera vez.
[ii] Max Arias Schereiber, médico, de paso en París, para asistir en Bélgica a una reunión internacional sobre medicina.
[iii] Ministro de Justicia, Diómedes Arias Schereiber, hermano de Max.
[iv] Libro copiador de cablegramas. Embajada del Perú, París. 

domingo, 7 de diciembre de 2014

ODA AL SHÁMBAR TRUJILLANO


                                                                Bernardo Rafael Alvarez



Terrígeno y denso.
Es un huayco al revés: no baja,
mortal, entre riscos y lamentos
llevándose nuestra parcela,
nuestra planta de aliso
y acaso nuestros sueños;
es, más bien, vital elevación.
Apacible como hostia líquida.

Escucha esta receta:
Trigo remojado y secado al sol (resumen
saludable de calor, es decir
energía pura)
enseguida resbalado en el batán de la abuela,
alverjón seco, frejoles, garbanzos
y habas como gemas ador-
nando el lago exquisito en el que, sumergido
hasta el cogote, flota imponente
un pedazo de oreja, pellejo o de papada de chancho
y una buena porción de jamón serrano;
encima ramitas de culantro, hierba buena
o si quieres huacatay.
La sazón la pone el genio
de una mano trujillana.

Nuestro es el shámbar,
cálido como la bondad en Mansiche.
Se sirve sin mezquindad cuando quieras,
pero mejor si es un lunes como este.
En plato hondo.
Y como compañía
una infinita sonrisa de cristal.

                                                 (2003)

sábado, 6 de diciembre de 2014

PALLASCA, SEGÚN ANTONIO RAIMONDI

Lo escribió Antonio Raimondi*:

«El Distrito de Pallasca es el más extenso de todos los de la Provincia, prolongándose sus terrenos más allá de la Cordillera nevada, hasta la orilla del río Marañón. Así este Distrito tiene toda clase de climas, puesto que comprende en su territorio desde las cálidas orillas de los ríos Marañón y Chuquicara hasta la cumbre de la Cordillera nevada.

El Distrito de Pallasca se compone de los pueblos de Pallasca, Pampas, Puyallí, Lacabamba y Conchucos, y de varias haciendas.

PALLASCA.-Esta antigua población que ha dado su nombre a la Provincia dista de Corongo unas 2 leguas y hállase como cabalgada sobre una grande y elevada lomada a 3159 metros (3780 varas) sobre el nivel del mar, dominando la quebrada de Tablachaca cuyo río pasa a sus pies.

Pallasca es pueblo grande pero sus calles transversales son muy inclinadas, habiendo algunas que son verdaderas escaleras de piedra por las cuales no puede subir ninguna bestia.

La plaza se halla situada en la misma cuchilla o cumbre de la lomada y es bastante espaciosa. La iglesia tiene regular arquitectura y tiene dos torres de cal y ladrillo.

Parece que la población de Pallasca haya sido de alguna importancia bajo la dominación española, pues que se notan restos que indican una cierta opulencia que no está en relación con el estado actual del pueblo. La misma casa cural llamada Convento es una construcción sólida de cal y ladrillo con un buen patio y portales. En su interior tiene una espaciosa sala, con ventanas en forma de concha y con doraduras. En un cuarto lateral a la sala se observa todavía una puerta con marco dorado recargado de adornos.

Una casa situada en la plaza, enfrente de la iglesia, tiene un subterráneo, el que no se sabe para qué haya servido.

A la extremidad de la lomada que sostiene a la población hay una pequeña capilla y desde este punto se disfruta de la más hermosa vista, divisando por la derecha la profunda quebrada de Tablachaca con sus cerros auríferos y las quebradas de Angasmarca y Santiago pertenecientes al Departamento de La Libertad; por el otro lado se presenta a la vista gran parte del pueblo con sus casas escalonadas sobre el declive de la lomada.


El agua potable que sirve para el consumo de la población es de mala calidad, pues que además de ser algo salobre, tiene una pequeña porción de alumbre. Esta agua viene de una quebradita situada a posa distancia y es conducida por medio de una acequia, hasta una pileta situada en un ángulo de la plaza. Los vecinos más acomodados, hacen traer la necesaria para el consumo de su casa de unos manantiales situados a cierta distancia.

Los habitantes de Pallasca se ocupan en el cultivo de la alfalfa para extraer la semilla que exportan a la Costa y en el beneficio del oro que extraen de lavaderos situados en la orilla del río, desde el puente de Tablachaca hasta muchas leguas más abajo. El oro se halla en granos muy finos, de modo que comúnmente lo extraen por medio del azogue.» (págs. 161-163)
…………

«En la orilla izquierda del río Tablachaca cerca del puente del mismo nombre se halla el manantial de agua termo mineral.

El lugar donde el agua sale del terreno se halla cubierto, habiéndose construido sobre el mismo manantial una pequeña habitación que sirve de baño de vapor.

Una puerta muy angosta que permite la entrada solamente de costado, da acceso a una pequeña y oscura habitación la que tiene en uno de sus lados una barbacoa ‘ara colocar una cama. De esta pieza se baja por un estrecho corredor a un cuarto casi subterráneo que sirve de baño de vapor. En el piso de este cuarto hay una abertura por donde entra el vapor caliente que se desprende del manantial situado debajo y una especie de chimenea de salida al exceso de vapor después de haber calentado la atmósfera del cuarto. Por último, una muy pequeña ventana cubierta por un solo vidrio, constantemente empañado por el vapor de agua, deja entrar escasos rayos de luz en esta pieza que sirve de baño de vapor.
…………

La temperatura del agua termal que sale al exterior es de 52°, 5, pero la del agua en el mismo manantial debe ser más elevada, puesto que cuando se coloca el termómetro en la abertura situada en el piso del baño sin que toque el agua, sube hasta 53°.
…………

El agua termal de Tablachaca es salina y ferruginosa, depositando sobre las piedras que baña pequeñas costras de sales y un velo rojizo de óxido de fierro.»
(págs. 166 – 167)
…………

“Un hecho digno de notarse es que en la Provincia de Pallasca solo los habitantes del Distrito de Corongo, que es la Capital hablan Quechua. En los demás distritos, tales como Pallasca, Cabana, Tauca y Llapo aun los indios hablan el castellano, y basta esta sola diferencia para que los habitantes de estos Distritos sean mucho más tratables y cariñosos, resultando de esto que lejos de huir a la vista de un extraño, muchas veces lo buscan y si el viajero extraviado pregunta por el camino contestan con placer dándole todos los datos posibles para que no se desvíe. Parece que el hablar el mismo idioma los acerca más a nosotros y no se consideran como una raza aparte, como los indios que solo hablan la lengua Quechua.» (págs. 170-171)




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*Antonio Raimondi: EL DEPARTAMENTO DE ANCACHS Y SUS RIQUEZAS MINERALES. Lima – Perú. Imprenta de “El Nacional” por Pedro Lira. 1873.