viernes, 27 de enero de 2012

¿ENCUBRIMIENTO?



El encubrimiento es en realidad un delito. Es decir, no es lo mismo "cubrir" que "encubrir"; cubrir es proteger, encubrir es prácticamente un acto de complicidad. Encubrir es lo que hace una persona que, sin haber participado directamente en un acto delictivo determinado, pero que tiene conocimiento de él (ojo: conocimiento, no sospecha o presunción), brinda auxilio a los autores directos o intelectuales, ya sea ocultando los instrumentos y efectos del mismo o bien ayudándolos a eludir la acción de la justicia. El encubrimiento debe implicar, necesariamente, dolo: intencionalidad, mala fe, voluntad delictiva.



Quien investiga, no individualmente sino formando parte de una comisión, y no lo hace como policía y tampoco empleando métodos policiales o forenses (como la "Comisión Uchuraccay, en que participaron otro tipo de profesionales), solo procura esclarecer hechos, y si no lo logra o si sus conclusiones no son las más adecuadas -o las más covincentes- no encubre nada ni a nadie, solo se equivoca (leve o gravemente, pero solo se equivoca). Las investigaciones policiales o judiciales son otra cosa.



Sin embargo, más de uno (obviamente, adversarios de nuestro Premio Nobel) se atreve a calificar de “encubrimiento” cuando se refiere al Informe de la Comisión presidida por Mario Vargas Llosa sobre el asesinato de ocho periodistas, un guía y un comunero, ocurrido en las alturas de Uchuraccay, el 26 de enero de 1983.



Después de lo que hizo aquella Comisión, el Poder Judicial emprendió su propia investigación y, según tengo entendido, las conclusiones coincidieron en alguna forma, y condenaron a dos comuneros como responsables. A todos nos dolió esta condena, porque todos (por conmiseración) nos solidarizamos con los campesinos. Pero, ahora, después de tantos años, ¿se sabe realmente si lo que pasó fue distinto de lo que aquella Comisión afirmó? ¿Se sabe si hubo autores intelectuales o instigadores, que de esos crímenes que golpearon al periodismo nacional y a la conciencia de nuestro país? Acerca de ello, el tema es sumamente confuso y delicado. Lo que se recuerda es que Sendero Luminoso incursionó en esa zona a través de un personaje apodado "Martín" y que después de hechos sangrientos protagonizados en las inmediaciones, la gente de Uchuraccay ya no iba a tolerarlos, que los expulsaron y les advirtieron que no regresaran. Sendero se vengó y mató al presidente de la Comunidad y a otros dirigentes. Tras esto, los uchuraccaínos ya no estaban dispuestos a permitir la presencia de extraños. Eso es lo que se sabe. Lo demás es bruma y dolor. [1]



La conclusión a la que arribó la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) es, en gran medida, coincidente, con las de la Comisión Vargas Llosa y del Poder Judicial. ¿Todos “encubrieron”? En realidad, ninguno.







[1] Conclusiones de la CVR: 
-Que en medio del estado de guerra y miedo que se había impuesto en las alturas de Huanta y creyendo que contaban con el aval del Estado, el 26 de enero de 1983 los comuneros de Uchuraccay asesinaron a los periodistas Eduardo de la Piniella, Pedro Sánchez, Félix Gavilán, Jorge Luis Mendívil, Willy Retto, Jorge Sedano, Amador García y Octavio Infante, así como al guía Juan Argumedo García y al comunero Severino Huáscar Morales Ccente, considerando que eran miembros del PCP-SL o apoyaban al Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso. 
-Que en los sucesos del 26 de enero de 1983 no se constata la presencia de infantes de marina ni de miembros de la entonces Guardia Civil (sinchis) como perpetradores directos de los hechos.

martes, 24 de enero de 2012

¿AMNESIA COMO REMEDIO NACIONAL? (2)

Soy ignorante. Por eso tengo esta duda. Es cierto, el tema de fondo puede ser la reconciliación. Pero pregunto: ¿entre el pueblo peruano, que debería hacer un esfuerzo por incurrir en amnesia, y los criminales de Sendero Luminoso que causaron muerte y destrucción y en nuestra cara pelada nos dicen que su memoria se mantiene fresca y sigue alimentándose por su apología y apoyo a la violencia asesina? ¿Así es como se remedian las heridas? Claro que no hay guerrilla limpia. Pero creo que no podemos poner en igualdad de condiciones a lo que ocurrió el 65 y lo que pasó el 80. Ejecución sumaria no es lo mismo (no puede ser lo mismo bajo ningún punto de vista racional y serio) que asesinatos masivos como el de Lucanamarca, por ejemplo que según el cínico y cobarde Abimael simplemente se trató de una "respuesta contundente" "frente al uso de mesnadas y la acción militar reaccionaria". ¿Qué necesita el país para estar preparado para la "reconciliación"? Simplemente estar dispuesto a olvidar a sus muertos. Por todas partes hay violencia delincuencial; la seguridad está en su peor situación. ¿Cabría en este tema, a manera de "reconciliación" en aras de la paz y la seguridad ciudadanas, también amnistiar a los más peligrosos delincuentes? Recuerdo haber escuchado que las muertes y la destrucción originadas por movimientos como el de Sendero no son más que hechos propios y casi inherentes al "proceso revolucionario", porque -se decía- "el fin justifica los medios". Perverso razonamiento. Mañana cojo una bandera roja, hago unas pintas en alguna pared, asesino a un pobre campesino, y pasado mañana los agitadores de la justicia popular y soñadores en un paraíso socialista me aplaudirán convirtiéndome en héroe; porque, aparentemente, ellos están convencidos de que hay muertes deplorables y que también las hay aquellas que son convenientes. Es posible (mi capacidad intelectual, extremadamente limitada, no me permitiría demostrarlo) que tengan razón. Pero a esas razones no me adhiero y, espero, con ellas jamás podré estar de acuerdo.

lunes, 23 de enero de 2012

¿AMNESIA COMO REMEDIO NACIONAL? (1)

He leído en un muro del Facebook lo siguiente: "Pero ni las guerrillas se levantaron como bandas de alucinados para hacer del crimen su motivo de existencia (...) Las guerrillas fueron eso, parte del pueblo que encaró la lucha por la transformación del país, una parte minoritaria, que recurrió a métodos vedados en la lucha política, que asesinó a sangre fría, que mostró una sanguinaria vocación por el aniquilamiento a todo aquél que no coincidiera con sus fórmulas políticas, que hizo del arrasamiento del adversario una rutina asquerosa; fue esa parte del pueblo que optó como único camino para cambiar el país el de la fuerza de la violencia."

¿Las guerrillas hicieron eso? Hasta donde sé (y en verdad sé muy poco; soy, para decirlo, con propiedad, un real ignorante) en el Perú -mucho después de lo que ocurrió durante la Campaña de La Breña), las únicas guerrillas fueron las de los años de 1960: Luis de la Puente Uceda, Edgardo Tello, Guillermo Lobatón, Máximo Velando, etc. Y tengo entendido que, ciertamente, fueron "parte del pueblo que encaró la lucha por la transformación del país". Pero nunca asesinaron a sangre fría y jamás mostraron "una sanguinaria vocación de aniquilamiento a todo aquel que no coincidiera con sus fórmulas".

Esto solo ocurrió desde mayo de 1980 hacia adelante. Fue práctica, vocación y teoría de los asesinos que tuvieron el descaro de autoproclamarse seguidores del "sendero luminoso de Mariátegui", cuando, en realidad, solo eran secuaces de un pobre diablo que con demencial soberbia se hacía llamar "la cuarta espada del comunismo mundial". Ellos no hicieron guerrilla; ellos ejercieron, con convicción, alegría (sí, pues, con alegría: acuérdense de su celebración con la danza "Sorba el Griego") y sin escrúpulos, el crimen, el terrorismo, la destrucción.

Fueron hacedores del mal. Hoy no pueden ser convocados para el bien. Sería una muestra de desprecio por nuestros muertos, casi todos hombres, mujeres y niños pobres de nuestro pueblo. Es probable que la guerra no haya terminada aún. Por ello no es digno (al menos no de parte de quienes dicen ser progresistas, inclusivos, equitativos, revolucionarios) mostrar los dientes en una sonrisa dizque "reconciliadora", como si aquí nada hubiese pasado. ¿Amnesia como remedio nacional? No, señores!

sábado, 21 de enero de 2012

¡ESE GOL, CARACHO!

Era mediodía con nubes imprudentes. Al ver que los jugadores del equipo contrario, con la pelota en su poder, se aproximaban amenazadoramente a nuestro arco, mis compañeros exigieron en coro: “¡Sal, sal!”. Nunca antes yo había jugado fútbol. En realidad, debo decir que jugué poco durante mi infancia, poco y mal. Pero, a pesar de todo, como ven, hasta le entré al fútbol. En mi pueblo y en aquella ya lejana época los juegos eran bastante sencillos: tejo, trompo, cercena, bolitas, chapitas, “frijush”. Simples. Y de pobres, como lo éramos casi todos. Mi padre era maestro de escuela y, gracias a ello, tenía un ingreso mensual permanente: su sueldo. Pero, díganme, ¿cuándo los maestros no han sido pobres en el Perú? El tejo, el trompo, las bolitas (es decir, las canicas), son juegos que todo el mundo conoce, por ello no voy a detenerme a explicarlos. La cercena era una chapa de botella que, a fuerza de ser chancada con piedra o martillo, quedaba convertida en un filoso disco al que se le perforaba dos orificios centrales, a la manera de un botón, por los cuales se hacía ingresar un pabilo que, atado en sus extremos, era estirado por ambas manos y sacudido dando lugar a que el objeto metálico girase para atrás y para adelante zumbando como moscardón; la gracia del juego estaba en el enfrentamiento de dos chiquillos, cada uno con su cercena, tratando de cortar la pita del contrincante. Los “frijush” eran los frijoles, pero aquellos con manchitas, que se comen fritos o tostados, también llamados ñuña; con ellos se jugaba casi como con las canicas, disparándolos a ras de suelo, con el dedo índice. Algo similar se hacía con las chapitas, cuya concavidad era rellenada con greda húmeda para que tuviese un peso conveniente. Todos mis amigos eran expertos en estos lúdicos menesteres. Yo los admiraba, creo que con algo de envidia: la vigorosa capacidad para romper trompos de un solo tiro o expulsarlos del círculo, por ejemplo, nunca formó parte de mis méritos, y pensar en ganarlos alguna vez me parecía, simple y llanamente, un sueño inalcanzable. Dicen que es de honrados ser conscientes de las propias fortalezas y debilidades; creo que al menos respecto de estas últimas -mis debilidades- yo nunca he sido mezquino al reconocerlas. Por eso creo que era una exageración completamente descabellada eso de que yo era inteligente. Recuerdo que comentaban que los de “cabeza palca” (claro, como la mía: con la nuca plana) eran poseedores de cierta superioridad intelectual. Jamás supe de dónde pudo haber salido tan peregrina teoría (¿de la Alemania Nazi, tal vez?). Pero, bueno, la verdad es que hasta para esos elementales juegos fui tan torpe como un oso en hibernación. Y en fútbol, lo digo con algo de vergüenza, demostré que era lo que se dice una verdadera zapatilla. Había algo que me producía un terror casi paralizante: la posibilidad de recibir un pelotazo en plena cara. Sin embargo, jugué de arquero. Sí, señores, ¡de arquero! Y contra todo cobarde pronóstico, no me patearon ni recibí el temido pelotazo. Salí, pues, ileso. Pero si bien en mi cuerpo no sufrí contusión o rasguño alguno, moralmente quedé resquebrajado (con “una cicatriz rencorosa”, habría dicho Borges). Jugué no más de diez o quince minutos. Entonces, como ahora también, no entendía el significado de algunas expresiones del argot deportivo: “¡Sal, sal!”. Azorado y sintiendo íntimamente, como un virtual cínico, que la culpa no era mía, escuché –esto sí como un feroz puntapié en la espinilla- que los labios de los enfervorizados integrantes del equipo que nos atacaba pronunciaban desaforadamente una dulce palabra para ellos, pero que aquella vez en mis oídos sonó a palabrota. Yo acababa de cumplir al pie de la letra la desesperada orden (¡qué bestia!, dirán algunos): “¡Sal, sal!", repitieron todos, y yo, obediente, salí del arco, pues, y, claro, también del gramado porque –no faltaba más- mis amigos hicieron lo que tenían que hacer: me botaron del equipo. El gol que, claro, había resultado irremediable le agregó fuego a la timidez del meridiano y letras mayúsculas a mi torpeza. Prácticamente, nunca más volví a una cancha.



miércoles, 18 de enero de 2012

¿CON LOS CRESPOS HECHOS?

Puse ayer en mi muro de Facebook lo siguiente: “Yo también habría hecho lo mismo. Beto Ortiz cortó, hace unos instantes, la entrevista con Alfredo Crespo, defensor de Abimael Guzmán, y le pidió que se retire. Crespo afirmó, entre otras cosas, que el autodenominado "Camarada Gonzalo" no es terrorista!”

El poeta Juan Cristobal dijo: La pregunta, tal vez única, que le haría al camarada Gonzalo o Abimael Guzmán es que me cuente ¿cuándo y dónde y cómo entró en combate él y contra quién combatió, en qué sitio y lugar?

Yo respondí: Todo indica que fue un terrorista que cometió sus crímenes con mano ajena. Es decir, cobarde.

El poeta volvió a intervenir: Completamente cierto, pero todavía hay gente de la izquierda, intelectuales, que no tratan de opinar sobre ello, nunca lo hicieron, ya es hora de hablar claro.

Dije yo: Es verdad que mucha gente de izquierda no se pronuncia con seguridad y entereza. ¿Por temor, por incapacidad para comprender las cosas, por solidaridad o virtual complicidad, o porque no les importa?

Charly Caballero intervino: Hola Bernardo comparto la indignación, pero toda esta arremetida mediática contra el MOVADEF lo está fortaleciendo. Y sugirió, además, un debate nacional sobre el asunto

Aquí mi comentario: Estamos de acuerdo, Charlie. La indignación es válida, explicable y justificable. Y, lamentablemente, hasta ahora no he visto una respuesta sólida que busque, como dices, ponerlos contra las cuerdas. Ayer, por ejemplo, vi a Ántero Flores Araoz y realmente no me pareció que sus argumentos fueran de abogado. Y reconozco otra cosa: mientras no haya una ley que realmente impida una inscripción como la del Movadef, el JNE podría darle luz verde y, nos guste a o no, esta gente sin escrúpulos como Crespo pronto podría estar riéndose en nuestras narices lo cual sería indignante y vergonzoso. Lo de Beto Ortiz puede no haber gustado a muchos, puede que haya gente que hable que ha sido una muestra de intolerancia de parte de él (yo también defiendo la tolerancia), pero en realidad no fue eso, pues al abogado ya le había permitido que hable todo lo que quiso hablar. Y fue suficiente. Pero quienes deberían dar respuestas, confrontarlo, racionalmente y de modo convincente y con la ley en la mano son los hombres de derecho. Todo el mundo puede y debe indignarse, pero la verdadera y más eficaz contradicción debe ser de carácter jurídico y político. A esto debe agregarse una cosa muy importante: que se les enseñe a los jóvenes la verdadera historia de lo vivido por nuestro país, por la gente humilde víctima de aquella década infamante. Y, claro, no debemos olvidar. ¡Un abrazo!

Agregué: Creo que el problema del JNE es que no hay una ley que prohíba la inscripción de partidos como el de Crespo. la Ley de Partidos vigentes (que viene del 2003) contiene cuestiones de carácter formal (estructura, funciones, elecciones, etc.) y los requisitos que exige también son formales únicamente; la única referencia no formal es la que tiene que ver con la paz social, defensa de la democracia, desarrollo nacional, educación cívica, etc., ninguna relacionada con la ideología o con los antecedentes de violencia, por ejemplo. Permite la posibilidad de tachas, una vez efectuada la inscripción, pero estas solo pueden ser hechas en consideración al incumplimiento de lo normado por la ley. No hay nada más. Yo insisto: la derrota debe ser jurídica (y política, es decir, con decisión del gobierno y el parlamento). La confrontación ideológica tendría que darse solo cuando (espero que no ocurra) este partido sea legitimado por el JNE, mientras tanto no. De lo que se trata ahora es de cerrarle las puertas.

Intervino el poeta Rodolfo Ybarra: Bernardo, no te enaltece en nada que hubieras "hecho lo mismo" que un periodista pederasta (defendido en su momento por un abogado pagado por el delincuente Crousillat); el mismo periodista que asentía ante las acusaciones de Luz Salgado sobre Gisella Ortiz y sobre los familiares asesinados en la Cantuta y Barrios Altos para embarrarlos como cómplices de terrorismo. Beto Ortiz no tiene autoridad moral para botar a nadie de un set de televisión, salvo que sea a sí mismo.

Respondí: Bueno, Rodolfo, en primer lugar hay una cosa: yo no estoy alabando ni reventándole "cuetes" a Ortiz; no hago apología de sus pecados, faltas, metidas de pata o delitos. Ese no es el caso. A pesar de todo lo que, como tú, yo repudio en este periodista, reconozco (porque este reconocimiento no colisiona con nada) simplemente el hecho puntual, específico, ocurrido hoy por la mañana; eso simplemente. Porque en ese momento (y este es el tema de discusión) no estaba él en cuestión, sino la desfachatez sin nombre de un abogado que pretende que el pueblo peruano reconozca y legitime a su grupo político que no solo representa sino que avala sin escrúpulos lo que hizo Abimael a través de sus huestes sanguinarias. Crespo ha estado en el programa de Ortiz ahora y eso es lo que yo he visto. Si hubiera estado en otro programa y el gesto y la actuación de otro periodista hubiera sido el mismo de Ortiz, lo hubiera aplaudido y hoy estaría diciendo que "haría lo mismo", porque no se trata de que yo esté interesado en imitar a Beto Ortiz por el hecho de ser Beto Ortiz. Pero es él quien lo ha hecho. Yo no creo que por haber sido de él este gesto sea deplorable y tenga yo que pasarlo por alto. No se trata, finalmente, de reconocer quién lo ha hecho, sino el que esto haya sido hecho: el desaforar a quien es representante de un grupo criminal que, creo, no merece consideración ni respeto. Así de simple.

Otra vez Rodolfo: No estás leyendo bien, el post original dice: "Yo también habría hecho lo mismo. Beto Ortiz cortó, hace unos instantes, la entrevista con Alfredo Crespo, etc., etc." La otra cuestión de la inscripción del Movadef es 'off de record', un sucedáneo del tema principal, o sea de alguien que se siente en sintonía con el pederasta Beto Ortiz.

Mi intervención: Eso sí suena feo, estimado Rodolfo; pero es tu derecho decirlo: "alguien que se siente en sintonía con el pederasta Beto Ortiz". ¿Quién se siente en sintonía con Beto Ortiz, quién dice que se siente en sintonía con Beto Ortiz? ¿Coincidir con una actitud de alguien (no con esa persona propiamente dicha), sea o no indeseable, es "sintonizar" con ella? ¡Por favor! Eso es descabellado y ofensivo. Sintonizar no es coincidir sino -hasta donde lo entiendo- es sentir, pensar, tener los mismos gustos, admirar, simpatizar con alguien. Una de las cosas en que yo siempre he insistido y seguiré insistiendo, porque responde a mi convicción, es que las personas no se dividen en blancos y negros, en buenos y malos, en izquierdistas y derechistas. No pienso que si fulano de tal es de derecha todo lo que pueda él hacer será repudiable, fascista, ajeno a los intereses populares, etc.; también podrá encontrarse en él al menos un gesto que coincida (repito: que coincida) con lo que quienes nos sentimos de izquierda podemos también experimentar. ¿Debo, por el hecho de ser Beto Ortiz una persona con maldades, considerar y afirmar que lo hecho por él esta mañana fue deplorable y que lo correcto debió haber sido que trate con mucho respeto a Crespo y le más tribuna? Es cierto que ("comprensión lectora") el tema principal de lo que aparece en este muro, arriba, no es precisamente el de la inscripción del Movadef. El tema principal es la merecida expulsión de Crespo de un programa de Televisión. No es el tema "Beto Ortiz", primero, porque -como ya lo dije- pudiera haber sido otro periodista y a mí me hubiese parecido conveniente su actitud, y segundo, porque me parece de mal gusto poner contra la pared -dejando de lado lo principal- a los periodistas que lo único que hacen es preguntar y preguntar, con sus defectos y opciones políticas incluso, pero que no son los protagonistas del drama del Perú. Hay gente que más que interesarse (o en lugar de) por lo que responden los políticos entrevistados se empeñan en buscarle defectos a los Ortices, Palacios, Deltas, Althaus, etc. Igual ocurre con las informaciones: aparece un dato delicado acerca de un mal llamado "padre de la Patria", y las baterías se dirigen contra el "mensajero". Y esto me parece ridículo. Después de leer tu comentario final no me sorprendería que alguien diga por algún lado: "Bernardo dice que habría hecho lo mismo que Beto Ortiz hizo esta mañana y, como el periodista es pederasta, debemos deducir, lógicamente que Bernardo también es pederasta". Sería, simplemente, una deducción desubicada, un razonamiento estúpido. Es decir, al final de cuentas, el tema de Sendero podría convertirse en anécdota olvidada, Crespo pasaría a segundo plano, Beto Ortiz sería la víctima de la democracia (o su victimario) y la salsa, picante o bailable, finalmente, terminaría siendo protagonizada por un pobre y vulgar "feisbuquero" con el "dial desorientado" que se atrevió a pensar en libertad. Y ya he visto cosa parecida en varios muros, en que le dan de alma a quienes solo incurrieron en el "ilícito penal" de opinar. En fin. ¡Un abrazo!

Nuevamente yo: Abimael es terrorista, un vulgar terrorista. Un pobre diablo que tuvo que mantenerse oculto, no solo de la policía, sino, especialmente, de sus propias huestes para que de ese modo se inventase la leyenda del "gran revolucionario", y lo convirtieran en una especie de dios y llegaran a creer que realmente (qué tal audacia desquiciada) era la "cuarta espada del comunismo mundial". Cuando fue capturado se desmondongó y apareció el verdadero Abimael: un profesorcito cuadriculado sin seguridad ni solidez, que con una torta fue dominado y terminó subyugado y alabando a Fujimori. Un terrorista que prefirió ensangrentar las manos de sus huestes fanatizadas, para que sus propias manos -como las de todo asesino cobarde- apareciesen limpias

Rodolfo nuevamente: Ves lo que quieres ver. Todo el post construido a partir de una actitud de Beto Ortiz, lo quieres convertir en un acto de indignación política en la que todos tenemos que ver la acción separada del individuo. No obstante, para mí (como para cualquier sujeto con formación política) le es imposible separar el mensaje o la acción del individuo. Si para ti resulta igual que Beto Ortiz, Althaus, Palacios, Deltas, Mariáteguis o cualquier periodista de su calaña defienda o se manifieste a favor de un seudo sistema democrático o de un país de cartón piedra (¿en qué más podría estar a favor Ortiz Pajuelo que aplaude el terrorismo de Estado, las desapariciones del grupo Colina, la pederastia y otras barbaridades, a las que tú alegremente llamas “defectos”), pues, entonces, me licencias a ubicarte en una sintonía determinada. Así de simple.

Mi necesaria respuesta: Ver lo que se quiere ver es también leer lo que se quiere leer. Dije, respecto de Ortiz, más arriba: "no hago apología de sus pecados, faltas, metidas de pata o delitos." Y aquí, en líneas generales digo "defectos". Y no hay contradicción ni propósito de "dorar la píldora" ni menos de llamar "alegremente" a la pederastia como defecto asumiendo que esta palabra significa algo menos duro. Los pecados, faltas, metidas de pata o delitos no son virtudes, pues, son defectos. ¿Dónde está el problema? El problema está en que a mí me asquea lo que hizo Abimael Guzmán por eso celebro el que se le haya sacado de un set de televisión a Crespo (y no me importa quien sea el periodista que lo hizo) y, aparentemente, tú tienes otra perspectiva y actitud frente a eso; creo que el hecho de poner en tu muro el video del Movadef es una muestra; por eso centras la discusión en Ortiz y no en el rechazo a los senderistas dizque democratizados. En fin, son opiniones legítimas.

Y siempre he repetido que uno de los errores de muchos es poner sambenitos a la gente: si alguien piensa diferente, pues entonces es fascista, proimperialista, etc., etc. Ahora parece que la palabra "sambenito" ya encontró un nuevo sinónimo: "sintonía". Adelante, Rodolfo.

Y, repito, parece que no me equivoqué cuando dije, arriba, que los temas van dejándose de lado, por descarte, y ahora, finalmente, la lapidación es contra este pobre y vulgar "beisbuquero".

Finalmente Rodolfo: Siempre ves y lees lo que quieres ver, pero ese es tu problema y tu sambenito. El vídeo en mi muro va con un artículo de la Declaración de Derechos Humanos ¿Tengo que explicar eso?, por favor.


Y finalmente yo: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlos, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión". Esto no tiene nada que ver con el tema de la legitimación o no de un partido político. El texto de la Declaración Universal de Derechos Humanos está divorciado del propósito del video, salvo en cuanto se refiere a las opiniones de los entrevistados.

Aquí concluyó: Respecto de un personaje como el abogado Crespo, expulsado ayer de un set de televisión, yo también hubiera hecho lo mismo que hizo Ortiz. Punto.

domingo, 15 de enero de 2012

ENFADOS Y DESENFADO: EL CRISTO BELLO EN EL VELLO


Es cierto, es muy difícil que el fanatismo acepte la libertad de creación. El fanatismo, cualquiera sea su color o ubicación: fanatismo religioso o fanatismo político. Pero, en verdad, más que el fanatismo propiamente dicho, son las jerarquías, políticas o religiosas, las que no solo no aceptan sino que, sobre todo, rechazan el arte hecho en libertad. Sin embargo no conozco de jerarquías religiosas, especialmente católicas, que hayan llegado a proscribir ni mucho menos mandado a encarcelar a algún artista que haya incurrido en el pecado o delito de querer ser libre.


El arte es sinónimo de libertad y el territorio natural del arte también es la libertad.


Una obra artística podrá generar sentimientos de malestar en algunos o muchos, y no deja de ser lo que es: arte. Es que el arte no es solo para complacer o para producir efectos gozosos, de placer, de paz. Su finalidad es, básicamente, conmover. Y se conmueve haciendo reír, llorar, reflexionar, gozar, sufrir, asquear, odiar; asombrando, dando paz, generando simpatía o rechazo. Si una obra artística (poética también) produce eso, estamos ante una obra realizada, porque ha cumplido su razón de ser. Arte que conmueve, es arte legítimo y valioso.


Vayamos al tema de la ofensa. La ofensa no es un sentimiento que solo tenga su origen en el agente ofensor (o que en él se encuentre la culpabilidad), sino en una subjetividad maltratada, debilitada (por enseñanzas, tradiciones, dogmas, presiones, etc.) que hace que la persona no tenga la suficiente entereza para ver las cosas con objetividad y serenidad y sea, más bien, propenso a los disgustos y enfados, a sentirse ofendida. A esto hay que agregar que existe un problema en la perspectiva y el concepto que suele tenerse especialmente respecto del cuerpo humano: es chata, retorcida, absurda. Y, así, hemos marcado zonas de nobleza y de perversión en nuestra anatomía.


Pasemos a la imagen que aparece en el enlace. ¿Qué actitud generaría en la gente un crucifijo puesto delante de los ojos, colgado de una oreja, en la frente o engrapado en una tetilla del personaje que allí se ve? ¿Se diría que es una ofensa, una herejía, un acto blasfemo? Es obvio que no, y no produciría enfado alguno. Pero verlo sobre los genitales, ah, ¡eso no! ¿Por qué? Porque los genitales, desde no se sabe cuándo, son considerados como "partes pudendas", es decir, que deben causar vergüenza, por innobles. Por eso dan el grito al cuelo. Y esto es, simple y llanamente, una reverenda estupidez. 

El Cristo que aparece allí no está en un mal lugar, no en un sitio pecaminoso; está en una de las zonas más valiosas del ser humano, aquella en la que no solo se experimenta placer (y el placer no es malo, ¿o alguien cree que sí?) sino que, además y sobre todo, es signo de vida, de creación, de perpetuación de la especie humana; aquello que toda religión, si realmente se considera seguidora de enseñanzas elevadas, divinas, debiera, en sano juicio, valorar, respetar. Lo demás es cucufatería, hipocresía, cobardía, pataleta.


El arte debe ser desenfadado. Libre. Arte que subleva es arte vital. El arte no tiene que ser pudoroso.


La fotografía de Sergio Parra, en la que aparece un actor desnudo, con una estampa de El Cristo, de Velázquez, en el vello púbico, a mí me parece bacán, nada reprobable. ¿Por qué debemos ver demonios donde no los hay?

lunes, 9 de enero de 2012

Tengo un poema
apenas escrito con dos letras
que suena
brilla
es palpable
húmedo
cálido
y sonríe

y a veces es la orilla de una fuente
y casi siempre reemplaza a la luna en la noche bulliciosa
y se hunde suicida en el agua que vibra

y enseguida
emerge
como
sirena de papel crepé

(es cuando la fuente se desborda
y la noche desaparece como ladrón aterrado)

Brotó anoche
instántáneo
imprudente
desafiante
como bufeo ebrio en medio de olas encrespadas

Y hoy me perturba.


(TÚ)

viernes, 6 de enero de 2012

Y YO SENTÍ QUE ME AMABA


Caminaba por la Avenida de la Peruanidad, a eso de las once y media de la noche, más o menos; regresaba de una reunión en Jesús María. Tenía entonces dieciocho años de edad. Desde un camión que por allí pasaba lentamente, alguien disparaba unos piropos insolentes y "subidos de tono" a una chica que presurosa y medio asustada avanzaba en sentido contrario a la ruta que yo seguía. Ante aquella insolencia masculina me atreví a pasarle la voz a la chica para, así, hacer creer que era conocida mía. Ella lo comprendió y, de este modo, comenzó un diálogo entre nosotros, acabándose –también- aquel grotesco e intolerable asedio del que era víctima. Me dio su nombre y, señalando a un edificio no muy distante, me dijo que allí vivía, cerca nomás; caballero decente y solidario, dejé de avanzar hacia donde iba y le hice compañía. Me di cuenta de que se ponía feliz con mis palabras. Nos sentamos en una banca y seguimos conversando. Yo llevaba entre manos un poemario ingenuo que quería publicar pero que nunca salió a la luz. Se lo mostré y ella se puso más feliz aún; obviamente pensó: "qué bueno, estoy con un poeta". Sonrió y yo me alegré. Enseguida, entre tímido y audaz, la abracé y le di un beso prolongado en la boca. Luego nos pusimos de pie, coloqué mi brazo sobre su hombro y anduvimos un poco más. Ella iba diciéndome algunas cosas y me preguntaba acerca de mi poesía y de mis gustos. Yo no podía contestarle con amplitud, apenas con unos absurdos y torpes monosílabos; es que comencé a sentirme mal. "Y ahora qué hago -me ponía a pensar, casi desesperado-. Todo el encanto, la dicha que ella está sintiendo, puede irse al diablo y yo podría quedar simplemente como un imbécil". Pero, en verdad, yo ya no podía aguantar; habíamos caminado casi media cuadra y me parecía demasiado. Pero, ¡uf!, gracias a Dios la bella chica, atraída por cualquier cosa sin mayor importancia, volteó la mirada hacia un costado y fue cuando hice lo que tenía que hacer para recuperar la calma, aprovechando esos brevísimos segundos de libertad además de la cómplice y complaciente sombra que un árbol proyectaba sobre nosotros. En un momento -lo confieso- pensé, como recurso extremo, en tragármela; pero “no, Bernardo, esa no es la solución”, me dije. Entonces qué hiciste, se preguntarán. Pues, caballero nomás, de un solo y violento golpe la expulsé definitivamente. La unión estrecha, estrechísima y apasionada, de labios y lenguas, había activado imprudentemente mis glándulas salivales poniéndome en un casi irremediable aprieto, pues la cada vez más insoportable acumulación de saliva inflaba vergonzosamente mi cavidad bucal. Pero, ¡ahora sí!: gracias a la grotesca solución, la locuacidad, por fin, retornó a mis dominios. Ajena a todo esto, Beatriz –que así se llamaba la inolvidable tarmeña, a quien en un candoroso poema retraté como “mi pelo de choclo”- volvió su mirada a mis ojos y, claro, yo sentí que me amaba. 

domingo, 1 de enero de 2012

AÑO NUEVO


Vi luces de colores
desgajadas,
desgaritadas,
despedazadas,
disparadas, ir al cielo y quedarse en su propio
entrevero de pétalos dispersos,
chocar entre sí, odiarse con alegría y carcajadas
y caer precipitadas como desmayo mortal,
negras, inútiles, absurdas e infelices.
Vi abrazos, apuros, sueños, saludos.
Un calendario desvencijado, estrujado encontraba
su destino entre los desechos.
Trueno en el asfalto.
Ceguera a pesar de la mirada.

(Mis hijos y su sonrisa, mis ojos sin rieles.)

Dormir, volver a despertarse.
Otra vez el cielo y ahora el silencio.

Asombro.
Nostalgia.
Soledad.
Un perro ladra sin ton ni son, aburrido.
El día es nuevo.
Mis palabras
caen
una
tras
otra
como granos de maíz tostado.
Un geranio florece en la maceta
Yo
solo
lo miro
y parpadeo.


El planeta sigue girando,
desgarrado.