1. El poeta y sus cadenas
Recién aparecida en junio del 2019 La
divina hoguera (Fondo Editorial Cultura Peruana, Lima 2019) de
Bernardo Rafael Álvarez selección de poemas (1973 – 2017) hecha por el mismo
autor, nos entrega a no dudarlo una idea bastante clara de la poesía del
escritor y abogado peruano especializado en temas de lingüística.
Cruzan los versos
de esta selección personal de contenido profundamente humano y libertario,
acentos vallejianos y trilceanos “ruidos de llaves” (p.114), mezclados con
acentos martinadanescos de alucinantes visiones; expresados éstos últimos en insólitas
asociaciones de imágenes que parecen surgidas directamente del inconsciente del
poeta.
Todo ello
incorporado a una creación original que hace referencia a otros creadores
universales como Baudelaire y sus Flores del Mal, Lautréamont y
sus Cantos de Maldoror, Marlowe y su Doctor Faust,
Joyce y su Ulises, entre los más notables.
Sostiene la
creación un lenguaje de inhabitual uso en el campo poético por los registros a
los que recurre. Un lenguaje en el cual se reúnen lo material y lo espiritual,
lo concreto y lo abstracto, el cuerpo y el alma, en imágenes y metáforas
sintéticas de sorprendente factura, a imagen y semejanza de estos versos de
“Mamparas”:
Desconcertada la verdad y estupefacta
se desnuda desafiante
y corre desdentada y lenguaraz
por las calles de la ciudad percudida
ajena al hedor de los insultos
y a la virginidad descosida de la vergüenza y la
urbanidad
y deja en los buzones signos de interrogación como
dardos (p.130-131)
En “Oda a este
amor” “Las rosas cantan su propia melodía de espasmos y discordia” y “Medio
desquiciada -dice el poeta- mi palabra es carne y pus / Vive el amor como una
lombriz (p.77). En “Sitis” hablará del “verbo hecho carne y saliva”. (p.134)
Las palabras son
cuerpo y el cuerpo es palabras, vale decir poesía en su más alta expresión:
Las palabras de mi cuerpo
Se elevan como una exhalación
Y caen y se quiebran
Son un espejo
En este país de siete suelas (p.100)
Nuevo Prometeo
encadenado por haber robado a los dioses el fuego sagrado de la poesía, el
poeta con el corazón picoteado por el buitre de la condena, se mueve
deliciosamente en la infernal hoguera de la creación que se torna divina. Es el
misterioso e inexplicable placer dolor de la vida misma traducido en versos:
Y aún no comprendo
Por qué y para qué escribo
Por quién y para quién borroneo
Cuervos y tornasoles guturales
Tal vez para que mi cadáver
No hieda: asno que escupe desde el capullo
De un geranio la saliva
Es mi resurrección e indulgencia
La palabra (p.91)
En el mundo
kafkiano de La metamorfosis las cadenas son sus razones de vivir. Así empieza
el poema “ K” de Dispersión de cuervos :
Erase un buitre que me picoteaba,
Los pies –Franz. Jus, cúbreme: haz
de mi sangre una flor, un geranio atado
A mi saco sucio, sé mi luz…
Y termina con estos versos donde
la enigmática imagen del buitre suicidado parece conducir a la impotencia y al
silencio de la voz poética:
…. J’écoute les
Appels d’un monde qui se noie, ¿quién se
Atreva a amar la carroña que nos envuelve?
¡Franz, Franz, no hace falta: el buitre
se ha suicidado en mi garganta! (p.15)
Percibimos en la
poesía de Bernardo Rafael Álvarez un intento de acercamiento al hecho poético
centrado alrededor de la figura del escritor y su entorno hogareño y familiar:
Pallasca el pueblo de su nacimiento, Lima la ciudad que habita, la naturaleza y
el mundo que lo rodean:
Tiempos de sordidez y disentería
¿Qué decirle a la vida?
Nada
Pero vivirla
Como una sorpresa
como una sonrisa,
Como un dolor que late (p.43-44)
Así la poesía se
vuelve búsqueda de identidad, vida, redención, y utopía que choca con la
realidad:
El viajero de la noche o el guitarrero encantinado
en ron y aserrín
Sueña con el paraíso entre sus dedos pero
Quién puede soñar y orinar dolorosamente
Como regurgitación de palabras
Y escupir en las noches en que solo un poema nos
guarece /
Esto es solo un vals olvidado compañera mía pse
La vida que rechaza las tranqueras /
Nada más nada más uff (p.96)
2. El hecho poético
Como en Martín
Adán la poesía “no dice nada” o “casi nada” (p.68) y lo dice todo. Dice al
individuo y al mundo, al individuo dentro y fuera del mundo, al mundo dentro y
fuera del individuo:
Pero mi obsesión eres tú
Poesía desnuda poesía calata
Mentira desgarrada y culposa
Hecha de esquina y algodón
[…]
Sobre la hoja en blanco la hecatombe tiene
Su drama sus desvaríos y esquirlas
Donde mística se masturba la delusión
Y la esperanza
Se aferra al grillete de los verbos
Héroes nativos de bosta y carbón
Melusina quebrada en el fondo del espejo
Verde como agua estancada
Como cielo purulento (p.
99-100)
Envuelto en su
bufanda de “poeta maldito” (p,69) -como se autodefine-, el poeta busca también
en la poesía esa “hija negada del amor y el abandono” (p.44) una forma de
escapar de la soledad, de amaestrarla convirtiéndola en esperanza, como subraya
la bella imagen de la aurora al final del poema “Impaciente búsqueda / la relación
del sueño”:
Soledad, grata soledad,
a punto de autora
a punto de sueño,
volando como las aves
rompiendo la mentirosa aurora / tras el
espejo / Pintas de aurora
mi poesía (p.14)
Al hacerse
poesía, la soledad que participa de la vida real y material del hombre, y nos
afecta a todos en la profundidad de nuestro ser, adquiere en lo espiritual un
valor positivo que la traslada al campo de la utopía.
3. Expresión y lenguaje
El lenguaje
poético de Bernardo Rafael Álvarez apela a todos los sentidos: la vista, el
oído, el tacto, el gusto y el olfato con una insistencia particular en los
malos olores con la palabra “hedor” que vuelve reiteradamente, muy a menudo en
plural “hedores”, bajo la pluma del poeta como ilustración de la cloaca en que
se han convertido la ciudad y el mundo. Asimismo las palabras “útero” “semen”,
“genitales” , “senos”, “clítoris” y sus derivados como emblema de vida y
esperanza.
Lo ilustran en
especial poemas como “Mercado de frutas” donde “El sol se pudre y hiede” y “la
erumnosa noche” “tose esputa y vomita” (p.64-65) y “Diálogo en la abadía del
boquerón”:
Sacra arquitectura urbana y corrosiva de la
libertad
Y en los parques de la
Indulgencia y el cinismo es también
Una piel desprendida injuriosa y purulenta
Que hiere la mirada insensata
Del mundo y el hijo triturado que devora
Los genitales del padre (p.67)
La imagen
de los últimos versos remite ciertamente a la poesía parricida del movimiento
Hora Zero y a la visón de la ciudad de sus integrantes. Una ciudad cuyo caos y
fealdad el poeta intenta exorcizar para convertirlas en orden y belleza. Así se
nota especialmente en un poema como “Oh/linda”, cuyo título incluye la doble
vertiente de la ciudad real y de la ciudad imaginaria. Mientras la ciudad real
permanece en su basura y fealdad, la ciudad imaginaria se hace
significativamente mujer, belleza, vida y placer:
Ciudad de Lima, frescura artificial.
Ardor de arena; mi sed inventa un
Oasis: árboles crujen, botellas y
Basura –agua sucia, redonda, envuelve
El olmo- cabras escarabajos
Completan el paisaje.
La vida fluye o explosiona. Mi edén
Se desordena; imposible recuperar el orden.
Blackout: nadie ataca el aire,
Vértigo y ceguera en el ozono:
Toco tu clítoris, tibia elevación del
Placer; allí duerme la paz o
Nace la guerra (p.109)
En otro
poema, “Artículo de fe”, el poeta asimila sin vacilar la generación poética de
Hora Zero a la cual pertenece a la misma ciudad de Lima, describiéndola como
una generación que “duerme en las calles patas arriba /Eviscerada mal barateada
y deshojada flor de fango”.(p.54)
Si el poema es “una cosa de
vísceras” (p.98) -según afirma Bernardo Rafael Álvarez en otra oportunidad-,
difícil no ver en ese juicio una toma de distancia con ciertos postulados
ideológicos que determinan la poesía de dicha generación (como los del
“marxismo-leninismo” al que declaraban adherirse plenamente los fundadores del
Movimiento Juan Ramírez Ruiz y Jorge Pimentel” ) y de sus clamores iconoclastas
y parricidas de los cuales ni Vallejo se salvó. “Yo soy testigo de sus esputos
y de sus putas inverosímiles” -concluye elocuentemente el poeta.
En el universo
poético de Bernardo Rafael Álvarez las palabras que pertenecen al registro del
cuerpo y sus funciones elementales como orinar, defecar, eructar, vomitar, y de
sus secreciones glandulares, seminales y clitorídeas, están poetizadas mediante
el ambiente de paz natural y serenidad creado en torno a ellas. Así “En el
burdel de las palabras melancólicas bañadas de semen y Angustia / Chatarra
verbal plaf / Cáscara de Cacao uff / La flor de la canela ah” (p. 71) cabe
también la “supuración luética” (p.76) del placer dolor al que ya me referí.
El uso de la
onomatopeya muy frecuente en el universo poético de Bernardo Rafael Álvarez se
puede interpretar sin duda como un intento de darle al poema esa musicalidad
que lo constituye en poema, como afirmaba el poeta simbolista francés Verlaine:
De la Musique avant toute chose. De aquí la complicidad afirmada al final de
“Bird / homenaje a Charlie Parker” entre el poeta y el músico:
Deschávate Charlie: inauguremos
Otra vez la celebración del pecado
en medio de bosques incendiados,
con los chirridos de pájaros obscenos que no mueren (p.107)
En efecto, en el
plano de la musicalidad Bernardo Rafael Álvarez le insufla al poema el ritmo
que, como bien señala Octavio Paz, convierte la materia manejada en poesía. Así
sucede, por ejemplo en estos versos donde se funden lo fálico y lo uterino,
hechos palabras:
Como tú
Y yo abominables
espectros par de monosílabos
De la noche como nadie
(Las rosas cantan su propia melodía de espasmos y
discordia)
Ni carne ni sangre
Apenas una sensación una sorpresa
Como todos
Humedad en el vientre y visceral licencia fálica
Una delirante angustia uterina
Como el silencio escondido
En la guarida de los lobos
Bajo el brassiere de la epopeya.
Y el adjetivo testicular
[…]
No muere sino se desplaza cansino y prosódico
porque
Casi siempre el mejor poema se escribe en el útero” (p.76-77)
La relación
vital, carnal y espiritual, profana y sagrada a la vez, entre el poeta y su
creación está bien resumida en el poema “Huésped” de impecable factura, uno de
los últimos poemas del libro con fecha de enero del 2017:
Diosa deseada
Hacedora de mis sueños
Culpable de los poemas que brotan por mis poros
Milagrosa fuente de agua bendita
Alienta mi canto como oración esperanzada
Bendice mis extravíos
Alimenta la carne de mi palabra
Y mi sed
Y recíbeme
Como huésped
Loco
Sufrido
Retorcido
Tierno
y
Desorientado
En el infierno sin fondo
De tu cielo
Y condéname
Sin misericordia
Al fuego húmedo de tu luz sin final (p.143)
Este poema
construido en base a las dicotomías cielo/infierno, lo sagrado/lo profano,
sueño/realidad, culpa/redención podría ser la profesión de fe de un creador
dedicado cuerpo y alma a la creación vista como salvación, perfectamente
evocada en la oximorona imagen final del “fuego húmedo” hecho “luz sin final”
en que se reúnen lo negativo y lo positivo.
4. Mujer y poesía:
amor, sexo y erotismo
El amor, el sexo y
el erotismo como forma y expresión de vida son poetizados en los versos de
Bernardo Rafael Álvarez con realismo, naturalidad y extremo pudor, en un
delicado lirismo donde se funden mujer y poesía. Valgan de ejemplo estos versos
de “Poema escrito”:
Los senos descubiertos con angustia
tu mirada de infierno.
Oh las distancias trazadas, los minutos expresados
minuto a minuto, oh no recorrer no sentir:
“he aquí mi cuerpo desnudo.
estos labios sangrando,
esta oscuridad, profundidad,
lenguaje que llama: sexo hembra, flor de loto,
sol que nace” (Mi dulce ovejita sin manada,
transformación mágica: hada de mis bosques:
sentirte húmeda,
tibia; oh nuestra piel sin exceso habitada) (p.103)
Un poema como
«Arliasar» parece directamente salido del universo pictórico de Courbet y de
sus finos cuadros deliciosamente eróticos: “El origen del mundo” y “Mujer en
medio de las olas”:
Con pudor y cinismo
una sábana blanca esconde
los labios,
la hendidura inexpugnable
de la profundidad feraz de tu pubis
y el monte salvaje que, enhiesto y acobardado,
parece vigilado por tu clítoris: guardabosque
celoso
del paraíso (p.124)
Así termina el
poema, pura imagen de esa mujer desnuda que ofrece sus senos maternales y su
sexo procreador a la vista de todos, en “El origen del mundo” del pintor
francés:
Tendida como un valle
pero ondulante como olas de mar en madrugada
yaces como una duda
y un llamado
a la paz y a la guerra.
Una luz envuelve tu mirada
Esa luz golpea la mirada mía
como una prohibición.
(¿Entraré en el fuego de tu infierno,
como pecado
y condena
y, desgarrado y desgaritado.
llegará mi corazón a palpitar al compás de tus
gemidos
mientras la noche envolviendo nuestros cuerpos
llore y sude a mares,
mujer santificada,
diosa de mis pesadillas
y mi sed?) (p.124)
El cuadro
se completa con estos versos del penúltimo poema “Adolescentes bellos” en los
que se canta a la juventud en su dimensión sagrada de inocencia, de pureza de
los sentimientos y de los ideales:
Amamos
y aún hay humedad en nuestros poros
y unas ganas irrefrenables de sobrevivir
con el ocho echado bajo nuestros pies
y la sonrisa como un aniego perpetuo
Adolescentes bellos
dueños de nuestro canto y de los monosílabos
sin que nadie nos imponga su verdad
sin estatuas que nos quiten la luz
Eramos adolescentes bellos
Libres, bellos y desnudos (p.147)
El remate final
“Libres, bellos y desnudos” de este poema constituye probablemente una de las
expresiones más luminosas de una utopía humana encarnada en el canto y los
“monosílabos”, vale decir en el lenguaje que lo sostiene.
5. Búsqueda de sí
mismo
Nuevo Diógenes con
su linterna, el poeta busca su verdad “Con la ansiedad compulsiva de mostrar /
Al mundo las extrañas moradas que habitan / El nublado universo de mis arenosas
entrañas” afirmando al final de ”Este olor verde y pútrido”:
Estoy atado al mundo sí
Pero el mundo está desprendido de mí/
Viví debajo de la realidad –artificio de místicos y
poetas pse!
Y ahora trato de injerirme en ella pero es
demasiado tarde
Ser realista / ah idioma de los mocos y el agua
bendita:
Existir y rebuznar como un descosido
Artificio de ministros y buhoneros puaf!
No la encuentro propicia para los espejismos:
escupo
Y pido que me devuelvan la palabra /
Y nada me obliga a nada
Excepto a ser libre y líticamente silencioso
como una ofensa (p.63)
En “Monólogo de
Nadie y un paréntesis concreto” Bernardo Rafael Álvarez expresa sus
interrogaciones, humanas y metafísicas a la vez, sobre la realidad de su
existencia a las que la pura razón cartesiana es incapaz de dar respuesta:
Me pregunto a veces: ¿tengo un cuerpo?
Vuelvo a preguntarme: ¿tengo un alma?
Finalmente me pregunto: ¿quién es el que pregunta
Mi cuerpo mi alma o una tercera persona?
O soy un pensamiento y mi carne / cosa de
Descartes verbo cruel y cínico (p.60)
En medio de sus
interrogaciones el poeta, “lamentándose por haber nacido” (p.90) se encuentra
sumergido en el universo absurdo del filósofo rumano Emil Cioran . Y más aún en
el universo ubuesco del escritor francés Alfred Jarry, inventor de la
patafísica, o ciencia de las soluciones imaginarias:
Vomito adverso a los ojos y la eternidad ubuesca
del doctor Faustroll y su
reinado vegetal
Más esta ética de las tripas y los flujos
Donde no soy más que una anécdota
Quiero decir un pretexto una sesión de absurdos
Es que somos animales somos animales
Merdre! (p.74)
En el último poema
“Me importan” el escritor se pregunta sobre sus múltiples “yo” y la complejidad
de la naturaleza humana:
Que me importan, dije
pero los demás nunca dejaron de ser mi mismo
desierto y desconcierto
mi misma soledad y compañía
mi misma asfixia,
mis mismas ganas de morir como una cucaracha
mi misma resurrección a la hora de la oración y el
desayuno de milagros
La misma sinfonía de estiercol y pétalos de Girasol
Mi silencio y el rumor de no estar solo (p.147-148
)
De alguna manera,
Bernardo Rafael Àlvarez, daba una respuesta anticipada a estas interrogaciones
sobre sus múltiples “yo” en quienes se funden lo propio y lo ajeno como en su
propia imagen –que es también la imagen de los demás- reflejada en el espejo
que “repite la letanía de la esperanza y su bendita imprudencia”, en los versos
iniciales de “Insula”:
Un islote
Sí
Eso fui y soy (p.122)
Con la bella
imagen del “islote” sacada de la naturaleza y sus connotaciones afectivas dadas
por el diminutivo, se precisa la relación entre el ser humano y el cosmos,
alegoría poética de la relación del ser humano con sus semejantes, de su sueño
y utopía:
Un islote solidario
siempre
pero jamás sometido
al continente (p.122)
6. Poesía y utopía
La poesía de Bernardo Rafael Álvarez, expresa
ciertamente más dudas que certidumbres, como traducen los vallejianos “Yo no
sé!” que concluye el poema “Monólogo de Nadie y un paréntesis completo” (p.60)
y “Sabio si tú hubieras sido hombre hoy supieras ser dios” hablando del curaca
en el poema “Con Igor Ignacio en Caral”. (p.117)
La utopía de
Bernardo Rafael Álvarez gira fundamentalmente en torno a la figura mitificada
de Marx que ha inspirado las grandes revoluciones del siglo XX en el mundo y
los movimientos de liberación nacional en América Latina, dando lugar en
algunos casos a regímenes dictatoriales y manifestaciones de violencia y de
terror extremos:
L’art d’être grand:
El viejo Karl debió entender
Que la alquimia mueve la historia;
Llevamos la piedra filosofal en las
Manos para hallarla después en el
Principio / El arte de enmohecer la
Palabra: fui dueño de tu voz en el
Teléfono y de tu saliva en mis labios:
Has vuelto a tu realidad, y, lástima,
Yo no estoy con ella (p.110)
La reflexión del
poeta parte de una mirada sobre la historia y sobre la instrumentalización de
una teoría inicialmente considerada como generosa. Dicha instrumentalización
desnaturaliza completamente la teoría hasta el punto de invertirla,
transformándola -según afirma- en “macabra teoría” para la desdicha de la
humanidad:
Y, como sabemos, la historia es el cuento
falso o verdadero
de lo que ocurrió
y no de lo que ha de ocurrir; no es futurología ni
adivinación azarosa.
Y Karl, el viejo amable y sabio, no era
futurólogo
ni adivino,
El pasado que vino después de él lo traicionó,
feliz o lamentablemente
no lo sé
pero ya no fue lo que había sido. Y no se dejó
seducir
por aquella vieja que de partera
pasó a ser comadrona abortera de barrio lumpen
haciendo que lo afirmado por el viejo Karl
se transformara en macabra teoría. Y nosotros
tontamente
nos quedamos tocando el tambor
o nuestro cuerno de hojalata
desnudos
al otro lado del mundo
sin saber decidir entre
la violencia
o la inteligencia (p,142)
Notaremos en estos
versos la fuerza negativa de la sugerente imagen de la partera que pasó a ser
“comadrona abortera de barrio lumpen” y de las palabras utilizadas:
“traicionó”, “macabra teoría”, opuesta a la imagen final de la ingenuidad del
colectivo “nosotros” emblematizada por el tambor o cuerno de hojalata que
escuchan los inocentes. Se trata de una manera de diferenciar simbólicamente
las víctimas de los victimarios, los traidores conscientes de sus actos de los
traicionados inconscientes e impotentes.
En el trasfondo
ideológico de la poesía de Bernardo Rafael Álvarez anida una idea clave: la
celebración de la Libertad del individuo, de su libre albedrío y de su
condición humana. El compromiso del poeta es con la inteligencia, contra la
ceguera y todos los fanatismos religiosos y/o ideológicos y políticos.
7. La marca de Hora Zero
En resumidas
cuentas, agregaré simplemente que como en sus compañeros de Hora Zero, en
Bernardo Rafael Álvarez, “la poesía ladra / suda orina tiene sucias las
axilas,/ La poesía frecuenta los burdeles / escribe cantos silba mientras se
mira/ ociosamente en la toilette” como escribiera Enrique Verástegui en su
poema “Si te quedas en mi país” de su primer libro En los extramuros
del mundo. El poeta cree ciertamente según declarara Juan Ramírez Ruiz que
“el arte, la poesía, abre ríos, levanta montanas, transforma a los individuos y
es la potencia luminosa, el indestructible vigor, la vitalidad más alta”.
En Bernardo Rafael Álvarez su oficio de abogado se
funde con la función de poeta. La divina hoguera es
probablemente una de las más radicales muestras de defensa de la palabra delincuente
ante el tribunal de la vida. Palabra maltratada por el trato social, ético y
cultural. Palabra tabú vergonzosamente reservada a la vida íntima y secreta del
ser. Palabra prohibida de uso en las relaciones humanas y sociales
"decentes" sin atraerse los anatemas de las almas "bien
pensantes" y mojigatas. Palabra, en fin, subversiva arbitrariamente
acusada de diabolismo y condenada antes de ser juzgada.
En esta defensa, merced a su poetización, igual que las "putas palabras" de Octavio Paz, la
palabra delincuente cambia su estatuto de culpable por el de inocente. Sale
libre y reforzada del tribunal de la vida.
Razón por la cual no vacilaré en
afirmar que lejos de ser “descarnada y agresiva” la poesía de La divina
hoguera es pura carne, pura paz interior y exterior. Porque entre la
violencia y la inteligencia Bernardo Rafael Álvarez ha sabido escoger la
inteligencia.
[Couyou, marzo
de 2020]