El "pecado" no está en el cuerpo desnudo y su belleza, sino en las mentes dizque pudorosas, es decir, en la hipocresía de los demás. El vestirse no tiene origen en el pecado; lo tiene, básicamente, en la necesidad de protección frente al frío. Las vergüenzas injustificadas fueron dando origen a las llamadas "razones morales". ¿Han visto la orquesta de mujeres japonesas, todas desnudas, tocando frente a un público que aplaude su arte y no cae en actitudes morbosas? Bellísimo. El arte, gracias a Dios, no solo da placer, sino -además y sobre todo- ennoblece y libera. Hacia eso -la libertad- va caminando, debe caminar, la humanidad. Cuando las sociedades se liberen del pecado, mejor dicho de los prejuicios, de los tabúes, de las vergüenzas y los temores, habremos logrado realizarnos plenamente: nos habremos humanizado. Vernos y mirarnos como semejantes, no como prójimos. Sujetos todos; objeto, ninguno. Bloqueemos el lado perverso de nuestros instintos pero liberemos todo los positivo y rico que posee nuestra naturaleza humana. ¿Prohibiciones y condenas? Solo frente a todo aquello que haga daño; no por lo que solamente nos hace felices.