Sí, usted (como
cualquier parroquiano) tiene derecho de decir que esto, lo que se ve en las
imágenes de arriba, no es arte, y, si quiere, hasta puede hablar pestes del
pintor que lo hizo; incluso puede teorizar al respecto, echando mano a los
conceptos vertidos por más de un especialista en estética, o citando a
filósofos, o mencionando a grandes pintores de la historia. Pero, ¿sabe una
cosa?, le guste o no a usted, o les disguste a muchos intelectuales, lo que se
ve aquí sí es arte, es arte. Es muestra de una de las expresiones más
desenfadadas y, como tal, más libres de hacer arte pictórico. Su autor, el
norteamericano Edwin Parker "Cy" Twombly, muerto
el 2011, a los 93 años de edad. El arte pictórico no tiene que ser (no está
obligado a ser) una manifestación de trazos guiados por alguna norma matemática
inamovible o de otra índole. En arte, las reglas no las da alguna academia (ni
mucho menos un grupo de poder, una "autoridad"), sino el mismo
artista es quien crea sus normas, sus reglas. (¿Recuerdan lo que, en 1917, hizo el francés Marcel Duchamp? A un urinario, sobre el que firmó como "R. Mutt", lo presentó como escultura con el nombre de «Fuente», y, claro, generó aversión y cuestionamiento en muchos, pero se convirtió en uno de los más influyentes aportes dadaístas, como fue reconocido el año 2004, por un nutrido número de especialistas en arte). No crea si alguien le dice que los artistas deben seguir los "preceptos" de algún catecismo o cosa por el estilo; eso es falso. El artista, si lo desea, puede
hacer pinturas "perfectas" (aludo a la idea o las ideas tradicionales
y medio asustadizas de "perfección"), o desbordarse en una inclemente
y pecaminosa "imperfección", sin asco ni pudor, y sin vergüenza ante
el "qué dirán". Y, por cierto, nada le obliga a hacer (como habría
dicho Pocho Rospigliosi) "lo que le gusta a la gente". Un producto
artístico no tiene que gustarle a todo el mundo; si le gusta a todos, ¡albricias!, y si no, caballero, nomás. Y un artista no tiene que
estar sometido a mandato imperativo de nadie, ni siquiera a "su publico”, excepto a su propia voluntad,
imaginación, sensibilidad o extravagancia. Y tampoco el artista está obligado a tocar temas o asuntos "exultantes", de elevada nobleza; también lo vulgar es absolutamente lícito en el terreno del arte. Arte es, sobre todo, libertad. LIBERTAD. (Al arte le cae bien aquella frase
de Martin Adán: "No quiero ser feliz con permiso de la policía").
Libertad, naturalmente, también hay en quienes quieran apreciar o despreciar
tal o cual manera de pintar, de hacer arte. ¡Un abrazo, paisitas! Cuídense
mucho.