jueves, 3 de septiembre de 2020

"ÑANGA", SINÓNIMO DE "MENTIRA"

En "El habla culta", sección que tiene en el diario El Comercio, la doctora Martha Hildebrandt, transcribe esto que encontró en un diario capitalino: "Fuentes palaciegas nos dicen que ese anuncio de la cuestión de confianza (..) sería pura ñanga". ¿Qué es "ñanga"? La misma doctora lo dice: "Entre nosotros, ñanga se aplica coloquialmente a una cosa sin importancia o a un asunto falso".[1] "Asunto falso'. Efectivamente: mentira, engaño.

En el  Diccionario de Peruanismos, valioso libro de Juan Álvarez Vita[2], veo que esta expresión coloquial - replanesca o de jerga popular- aparece registrada como una palabra de origen quechua cuyo significado, en esa lengua, corresponde a "cosa ruin" y "baladí'; y agrega que su uso, como equivalente a mentira, "trafa", engaño, se da en nuestro país y también en Colombia. 

Bueno, si me permiten, debo decir que la explicación que hace el diplomático y lexicógrafo Álvarez Vita, respecto del presunto origen del vocablo en cuestión, no me parece acertada.

He hecho las averiguaciones correspondientes y he podido conocer que en el quechua no existe el vocablo "ñanga", y menos con el significado de "cosa baladí" o "ruin". ¿De dónde sacó el autor de este importante repertorio lingüístico aquella información? Me aventuro a creer -con una alta dosis de seguridad- que lo que pudo haber ocurrido es que, al diplomático y lexicógrafo peruano, alguien le mencionó la palabra "yanca" y él escuchó "ñanga". "Yanca", y no "ñanga", es una palabra que existe en la lengua andina e incluso se encuentra registrada en el Vocabulario de la Lengua Quechua de Diego González Holguín, publicado en 1608; y, efectivamente, dos de sus acepciones son  "cosa baladí" y "ruin".[3] (En mi tierra, Pallasca, y en gran parte de la Sierra norte del Perú, "yanca" equivale a "por gusto", "por las puras"; algo que se hace inútilmente).  

¿Qué tendría que ver -semánticamente hablando- "baladí" o "cosa ruin", con mentira o engaño? Nada, absolutamente nada. Claro, ya sabemos que quien miente comete algo ruin, pero eso es otro asunto y  no viene al caso, pues de lo que se trata, aquí, no es de buscar explicaciones de carácter moral: no estamos juzgando a una persona por perjurio o cosa por el estilo. Al redactar este artículo, mi preocupación, respecto del vocablo de marras, es estrictamente etimológica. 

Como ya vimos, Álvarez Vita señala que también en Colombia se usa el vocablo "ñanga" y con el mismo significado que le damos en el Perú. Bueno, también he indagado al respecto, y el resultado que he obtenido es diverso. Allí, en Colombia, es usado, como expresión coloquial, para referirse a alguien, digamos, "despreciable" (delincuente, drogadicto, antisocial...). Y, por cierto, otra de las cosas de que me he informado es que esta palabrita también se emplea en otros países, pero con los más disímiles significados, ninguno de los cuales coincide con el que tiene en el Perú. En México, por ejemplo: "débil"; en Ecuador: "porción pequeña de algo"; en Centro América: "terreno pantanoso". 

Y en el Perú también tiene otros significados. Como hemos visto, en la antes mencionada sección que tiene en el diario El Comercio, la doctora Hildebrandt registra, además de "un asunto falso", esta acepción: "cosa sin importancia". Pero no solo eso. También se refiere a esto que ha sido sorpresa para mí: "nariz". Yo nunca antes leí ni escuché tal cosa. Tras consultar a algunos amigos, he podido confirmar lo dicho en la breve nota de nuestra prestigiosa lingüista: es cierto, también tiene el significado de "nariz".

Bien. Como, creo, era de esperarse, esta información me ha generado una inquietud: procurar encontrarle una explicación a ese significado. ¿Por qué  el uso del vocablo "ñanga" para referirse coloquialmente al órgano externo de la respiración? Creo tener una respuesta. Para comenzar, me parece innegable que proviene de lo que sería, digamos, una asociación con el otro significado que le damos a "ñanga": "mentira". Veamos. ¿Se acuerdan de Carlo Lorenzo Filippo Giovanni Lorenzini? O, mejor dicho, ¿saben quién fue? Fue un italiano que, con el seudónimo "Carlo Collodi", publicó en 1882  un cuento titulado Storia di un Burattino, a cuyo personaje principal, cada vez que mentía, se le alargaba más la nariz (estoy refiriéndome -obviamente ya lo adivinaron- a "Pinocho"). Esto, que fue producto de la imaginación literaria del escritor, ha encontrado lo que sería una suerte de correlato con los resultados de un trabajo científico de hace algunos años. No, no se ha descubierto que el hecho de decir mentiras altere realmente las dimensiones de la nariz, pero sí tiene algo que ver con ella: Dos estudiosos de la Universidad de Granada (Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López), luego de unas investigaciones realizadas por ellos, han llegado a la conclusión de que, cuando una persona miente, se producen cambios de temperatura en la nariz.[4] 

¿Hacia dónde me lleva esto? Pues, a expresar lo siguiente: El vocablo "Ñanga", referido a la nariz, es, creo que sin ninguna duda, una alusión metafórica a la mentira, lo que -claro está- tiene una subliminal conexión, no, por cierto, con el resultado de las investigaciones de los científicos españoles que, como dije, son recientes, sino con el aludido personaje literario del italiano Callodi: la marioneta de madera construida por el simpático "Gepetto". 

Debo decir, finalmente, retomando el tema, que yo tengo la certeza de que el vocablo coloquial "ñanga", usado en nuestro país como sinónimo de mentira, proviene no del quechua sino de una caprichosa metátesis (reubicación de sílabas) ejecutada en la palabra "engaño". Más o menos como lo ocurrido con "jerma" (mujer) o "trome" (maestro): inversión de sílabas, cambiando o eliminando algunas letras (lo cual, en estas, como en todas las cosas que tienen que ver con el léxico, es legítimo: funciona la arbitrariedad, la legítima arbitrariedad).  

Tal vez pudiera parecer un insolente y desmesurado atrevimiento, una osadía (pues sabemos que en estas cosas es casi imposible dar la última palabra), pero -al menos hasta ahora- estoy convencido, y tengo que decirlo, que esta sería la virtual progresión "metamórfica", que habría dado lugar al nacimiento del vocablo coloquial que ha motivado este artículo mío: "Engaña/engaño: "ñaenga", "ñonga"... "ñanga". (Disculpen este insolente y desmesurado atrevimiento).

 [Para quienes quisieran abordar este tema, que es apasionante, creo que el reto está planteado. Sería enriquecedor su aporte. ¡Adelante, amigos!]

                                                                                                                                                                       © Bernardo Rafael Álvarez



[1] Martha Hildebrandt: El habla culta. En El Comercio, Lima, 07/10/2019. (el comercio.pe)

[2] Juan Álvarez Vita: Diccionario de Peruanismos. Segunda edición. Universidad Alas Peruanas, Lima, 2009.

[3] Diego González Holguín: Vocabulario de la lengua quechua (1608). Edición del Instituto de Historia UNMSM,  Lima, 1952.

[4] Estudio publicado en la revista Journal of Investigative Psychology and Offender Profiling. 2012. Ver: canal.ugr.es