miércoles, 19 de agosto de 2020

ARTE, AUNQUE A USTED NO LE GUSTE.


Sí, usted (como cualquier parroquiano) tiene derecho de decir que esto, lo que se ve en las imágenes de arriba, no es arte, y, si quiere, hasta puede hablar pestes del pintor que lo hizo; incluso puede teorizar al respecto, echando mano a los conceptos vertidos por más de un especialista en estética, o citando a filósofos, o mencionando a grandes pintores de la historia. Pero, ¿sabe una cosa?, le guste o no a usted, o les disguste a muchos intelectuales, lo que se ve aquí sí es arte, es arte. Es muestra de una de las expresiones más desenfadadas y, como tal, más libres de hacer arte pictórico. Su autor, el norteamericano Edwin Parker "Cy" Twombly, muerto el 2011, a los 93 años de edad. El arte pictórico no tiene que ser (no está obligado a ser) una manifestación de trazos guiados por alguna norma matemática inamovible o de otra índole. En arte, las reglas no las da alguna academia (ni mucho menos un grupo de poder, una "autoridad"), sino el mismo artista es quien crea sus normas, sus reglas. (¿Recuerdan lo que, en 1917, hizo el francés Marcel Duchamp? A un urinario, sobre el que firmó como "R. Mutt", lo presentó como escultura con el nombre de «Fuente», y, claro, generó aversión y cuestionamiento en muchos, pero se convirtió en uno de los más influyentes aportes dadaístas, como fue reconocido el año 2004, por un nutrido número de especialistas en arte).  No crea si alguien le dice que los artistas deben seguir los "preceptos" de algún catecismo o cosa por el estilo; eso es falso. El artista, si lo desea, puede hacer pinturas "perfectas" (aludo a la idea o las ideas tradicionales y medio asustadizas de "perfección"), o desbordarse en una inclemente y pecaminosa "imperfección", sin asco ni pudor, y sin vergüenza ante el "qué dirán". Y, por cierto, nada le obliga a hacer (como habría dicho Pocho Rospigliosi) "lo que le gusta a la gente". Un producto artístico no tiene que gustarle a todo el mundo; si le gusta a todos, ¡albricias!, y si no, caballero, nomás. Y un artista no tiene que estar sometido a mandato imperativo de nadie, ni siquiera a "su publico”, excepto a su propia voluntad, imaginación, sensibilidad o extravagancia. Y tampoco el artista está obligado a tocar temas o asuntos "exultantes", de elevada nobleza; también lo vulgar es absolutamente lícito en el terreno del arte. Arte es, sobre todo, libertad. LIBERTAD. (Al arte le cae bien aquella frase de Martin Adán: "No quiero ser feliz con permiso de la policía"). Libertad, naturalmente, también hay en quienes quieran apreciar o despreciar tal o cual manera de pintar, de hacer arte. ¡Un abrazo, paisitas! Cuídense mucho.