I.
11
abril, 2014:
ACERCA DE LA
LLAMADA “UNIÓN CIVIL”. UNA PALABRAS
Hace un par de días volví a poner en mi
“muro” del Facebook estos comentarios que unas semanas antes había dado a
conocer a través del mismo medio:
“UNIÓN CIVIL. He escuchado que el Defensor
del Pueblo y algunas otras personas entendidas afirman que temas como este de
la unión civil entre personas del mismo sexo no puede ser sometido a
referéndum. Con todo respeto, debo decir que el señor Vega y quienes coinciden
con él están equivocados. Este tema sí puede ser sometido a referéndum, claro,
si es que se cumplen los requisitos correspondientes (básicamente la adhesión
de un número de ciudadanos equivalente al 10% de la población electoral). Me
explico. Puede ser sometido a referéndum porque lo permite el Artículo 32º,
Inc. 2, de la Constitución Política ("aprobación de normas con rango de
ley"). Pero, insisto, aunque legalmente es posible hacerlo, creo que no
debe hacerse, porque sería injusto y, digamos, inmoral. El derecho a la
igualdad de las personas no puede ser sometido a consulta, porque hacerlo sería
absurdo, primitivo y estúpido. La propuesta (tan discutida y rechazada por
algunas personas e instituciones) de la llamada unión civil es dable y válida,
y apunta al fortalecimiento y realización plena de uno de los más vulnerados
derechos de los seres humanos: la igualdad ante la ley. Dicen (qué idea más
descabellada) que pondría en riesgo a la familia. No, señores. El respeto a los
derechos humanos de todos (la igualdad es uno de ellos) contribuye al
fortalecimiento de las instituciones y, sobre todo, le hace bien a la
humanidad.”
Esto también escribí hace algunas semanas
cuando vi en La República una nota sobre la declaración de un grupo de obispos:
"OBISPOS EN CONTRA DE LA UNIÓN CIVIL.-"En un extenso comunicado, los obispos peruanos señalaron que la propuesta, presentado por el parlamentario Carlos Bruce y que esta semana se discutirá en el Congreso, es “contraría al orden natural y distorsiona la verdadera identidad de la familia”. No, señores purpurados. La llamada "unión civil" no atenta contra nada; al contrario: favorece la consolidación de los derechos, el justo reconocimiento a las minorías, y en nada distorsiona la identidad de la familia. Lo que va contra el orden natural son los crímenes contra la vida y la integridad física y moral: el aborto, la pedofilia. Ustedes, como todo el mundo, tienen derecho a opinar y a que sus opiniones puedan ser (como en este caso) distintas y contrarias a las de otras personas o instituciones, y tienen, además, derecho de emitir pronunciamientos en cualquier sentido, lo cual es legítimo (y nada tiene que ver con el tema del laicismo en el Estado o cosa parecida). Pero en estas cosas, que son de carácter estrictamente legal, lo que importa finalmente es lo que los órganos correspondientes puedan decidir (el Poder Legislativo, por ejemplo) y ni siquiera hace falta (porque, a pesar de que formalmente es posible hacerlo, sería moralmente absurdo) que el proyecto de ley sea sometido a referéndum. De lo que se trata es de hacer el esfuerzo de mirar las cosas con amplitud de criterio, con mente abierta, sin sentimientos de vergüenza o de culpa que son malos consejeros. De aprobarse en nuestro país eventualmente la propuesta de "unión civil" o si en el futuro llegara a darse, como en algunos otros países, el "matrimonio gay", no nos escandalicemos, no nos rasguemos las vestiduras o sotanas; la moral no se envilecerá, solo seremos testigos de que habrá sobre la tierra más personas felices. Nada más."
"OBISPOS EN CONTRA DE LA UNIÓN CIVIL.-"En un extenso comunicado, los obispos peruanos señalaron que la propuesta, presentado por el parlamentario Carlos Bruce y que esta semana se discutirá en el Congreso, es “contraría al orden natural y distorsiona la verdadera identidad de la familia”. No, señores purpurados. La llamada "unión civil" no atenta contra nada; al contrario: favorece la consolidación de los derechos, el justo reconocimiento a las minorías, y en nada distorsiona la identidad de la familia. Lo que va contra el orden natural son los crímenes contra la vida y la integridad física y moral: el aborto, la pedofilia. Ustedes, como todo el mundo, tienen derecho a opinar y a que sus opiniones puedan ser (como en este caso) distintas y contrarias a las de otras personas o instituciones, y tienen, además, derecho de emitir pronunciamientos en cualquier sentido, lo cual es legítimo (y nada tiene que ver con el tema del laicismo en el Estado o cosa parecida). Pero en estas cosas, que son de carácter estrictamente legal, lo que importa finalmente es lo que los órganos correspondientes puedan decidir (el Poder Legislativo, por ejemplo) y ni siquiera hace falta (porque, a pesar de que formalmente es posible hacerlo, sería moralmente absurdo) que el proyecto de ley sea sometido a referéndum. De lo que se trata es de hacer el esfuerzo de mirar las cosas con amplitud de criterio, con mente abierta, sin sentimientos de vergüenza o de culpa que son malos consejeros. De aprobarse en nuestro país eventualmente la propuesta de "unión civil" o si en el futuro llegara a darse, como en algunos otros países, el "matrimonio gay", no nos escandalicemos, no nos rasguemos las vestiduras o sotanas; la moral no se envilecerá, solo seremos testigos de que habrá sobre la tierra más personas felices. Nada más."
Un amigo mío intervino con este breve
comentario:
“Después de eso, van a querer adoptar
niños, quizá, si son niños los que adoptan, los conviertan en niñas o
viceversa, existen casos. De todas formas a mí no me importa ni mi
heterosexualidad.”
Y luego otro, con más extensión:
“Para salvar cualquier posible escollo
frente a la "igualdad", en nuestra legislación civil, existen los
contratos innominados; quien quiera estar unido a otro del mismo sexo puede
celebrar el contrato que quiera y poner en él las cláusulas que más le
o les convengan; quieren seguridad social que se la paguen, quieren heredar
que lo hagan en un testamento o que donen o vendan, quieren tener hijos que lo
intenten a ver si pueden, pero para ello no es necesaria una ley que equipare
esas prácticas difíciles de aceptar; pero no, enarbolando la hipócrita bandera
de la defensa de dizque ciertos derechos se siga el mal ejemplo de sociedades
en donde hay que estar con el último grito de la moda en dizque "derechos
humanos", Esos obispos sí que son valientes.”
Enseguida respondí:
No se trata de "esas prácticas
difíciles de aceptar". Este concepto es una aberración que,
lamentablemente, muchos obispos aún siguen agitando como bandera homofóbica
(felizmente el papa Francisco, no). Los derechos reclamados por las minorías (como
esta, la de los gays, lesbianas y bisexuales) son exigencias hechas al Estado,
no a las "otras personas". Porque "las otras personas", es
decir, nosotros los heterosexuales, no somos los sujetos llamados a atender o
rechazar lo que ellos piden, porque simplemente no somos los dueños absolutos
de esa facultad, no somos los dueños del Estado, y porque, más concretamente,
no es que nosotros seamos los dueños del mundo y esas minorías sean algo así
como comunidades advenedizas, bárbaras, de otra especie que, como tales, deban
mantenerse, por decisión nuestra, segregados, marginados, expatriados,
escondidos como si de una peste se tratara, y prohibidos de entrar en
"nuestro mundo" y de acogerse a las leyes de "nuestro
Estado". ¿Saben una cosa?: el rechazo que estos obispos y muchas otras
personas e instituciones ejercen contra las reclamaciones de las minorías como
esta de los gays, lesbianas y bisexuales, no es muestra de valentía; es, más
bien, demostración de irracional e infundada cobardía.
Y recibí, como réplica, esta cortante y
medio intolerante reflexión:
“No hay que olvidar que no somos el Estado
ni dueños de él, pero sí somos parte del mismo; lo demás es un discurso que ni
los mismos interesados entienden; y con posiciones permisivas entiendo que sólo
se hace deleznable la moral social y por eso transitamos por los caminos en que
hoy nos encontramos, y luego vamos quejándonos de no saber por qué hay tanta
DESCOMPOSICIÓN en nuestra sociedad contemporánea. Finalmente, para muchos, esos
obispos ojalá sigan FUNDANDO su "cobardía" de defender al género
humano en sus naturales dimensiones. Punto final.”
Aunque este amigo resolvió, sin acuerdo de
por medio, ponerle “punto final” al tema, me permití agregar, a manera de coda,
lo siguiente, apenas una pregunta al aire:
¿Posiciones permisivas? Ufff!
Pero luego apareció una noticia en que se
hablaba del resultado de una encuesta hecha acerca del tema y que, en cifras,
era poco alentador. Hice este breve comentario que, en gran medida repite lo
que ya había dicho:
"Unión civil" en los ojos de la
encuesta: Pero no se trata de encuestas, creo yo. Y tampoco de referéndum. Es
legítimo que se hagan encuestas y sería legal (constitucional) si se consultara
vía referéndum. Pero me parece que no es el camino, por inmoral. Lo que
corresponde es que los órganos llamados a resolver lo hagan: básicamente el
Congreso. Derechos como el que reclaman minorías como esta de los gays,
lesbianas y bisexuales, no tienen por qué ser consultados a "los
demás" (nosotros los heterosexuales), porque nosotros no somos dueños de
la facultad de "aceptarlos" o rechazarlos; esto sería lo inmoral y
también injusto.
****
II.
03
agosto, 2016:
¿LA LIBERTAD DE
EXPRESIÓN, UN DERECHO ABSOLUTO? (El caso Cipriani)
Lo que puse en mi “muro” del Facebook,
respecto de lo dicho por el cardenal Juan Luis Cipriani:
Completamente en desacuerdo, don Juan
Luis, con todo aquello que usted habla acerca de la llamada "ideología de
género". Pero, tengo que agregar, sinceramente, que me siento asqueado al
escuchar que los abortos de niñas se deben "no porque hayan abusado"
de ellas "sino porque, muchas veces, la mujer se pone, como en un
escaparate, provocando". Esto es una barbaridad, señor, una virtual y
lamentable justificación de los abusos. Uff!
(30 de julio)
"Además, "lamenta que las
palabras de Juan Luis Cipriani hayan podido interpretarse erróneamente."
No había nada que interpretar, señores del Arzobispado. Es decir, en lugar de
poner en entredicho nuestra capacidad de entendimiento, lo mejor hubiera sido
que, con hidalguía, don Juan Luis Cipriani pida disculpas. Eso sería lo más decente.
(31 de julio)
Mi posición impopular:
Yo no solo estoy en desacuerdo con lo
dicho por el cardenal, sino, además, me siento asqueado por la barbaridad y
disparate que dijo ayer (y así lo he expresado en mi muro), pero jamás pediría
que se le calle la boca o que se le prohíba (a él y a nadie) pensar y expresar
sus opiniones, por más reprobables que sean.
(Espero las pedradas y escupitajos).
(31 de julio)
Bueno, ya reconoció que lo dicho por él
fue "una frase totalmente desafortunada y equivocada" (una
barbaridad, realmente). Pero, ¿no sería recomendable, afortunado y acertado
que, además, dijera estas dos palabritas que juntas son mágicas y nada
complicadas: "pido disculpas"?
(01 de agosto)
Mi comentario (como casi todos) impopular:
El cardenal se equivocó, metió la pata, en
realidad (lo dije en mi muro y expresé mi desacuerdo y repudio), pero el
cardenal ha tenido la hidalguía de reconocer su error, se ha rectificado. Sin
embargo, muchos no le perdonan. Y a un error responden no con otro error, sino
con un gigantesco despropósito, con una infamia: presionan a un medio para que
se concrete algo que es inadmisible, reprobable: quieren que se le prohíba a
una persona el derecho a expresar su opinión; quieren que uno de los derechos
humanos fundamentales sea atropellado sin más ni más. Y esto es, simple y
llanamente, una barbaridad sin nombre. Y lo más vergonzoso es que esto lo piden
aquellos que se desgañitan hablando de justicia social y de libertades.
¿Justicia social y libertades solo para quienes piensan como ellos? Ya deberían
dejarse de tonterías. Dejarse de linchamientos irracionales. Voltaire decía:
"No comparto tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a
expresarla". Yo digo lo mismo! Roosevelt, en 1941 dijo: "Freedom of
speech, freedom of religion, freedom from want and freedom from fear". Yo
también lo digo, pero en español: Libertad de expresión, libertad de culto, libertad
para vivir sin necesidades y libertad para vivir sin temor". Y abregaría
esto: libertad para equivocarse.
(02 de agosto)
Un amigo me dijo esto:
Ber, la libertad de expresión no es un
derecho absoluto (…) Cipriani, más allá de las disculpas que ha ofrecido, es una
persona no grata para muchos peruanos que ya están hartos de sus desafortunadas
intervenciones (…) Se debe hacer algo porque ese señor ya le colmó la paciencia
a demasiadas personas (…).
Mi respuesta:
Bueno, estimado amigo, como
adivinarás, respeto tu opinión pero no la comparto. La libertad de expresión,
es cierto, como todo derecho, no es un derecho absoluto: está sujeta a
limitación o regulación. Pero esta limitación o regulación se da no porque lo
que dice determinada persona "nos ha colmado la paciencia" o porque
ella "no es grata para muchos peruanos". ¿Las opiniones tolerables
solo deben ser aquellas que nos caen bien, que no nos alborotan la paciencia?
¿El derecho a opinar solo debe ser para aquellos que nos caen bien, que nos son
gratos? Así no funcionan estas cosas, hermano. La regulación o limitación de la
libertad de expresión, se da no por discrepancias. Se da cuando las
expresiones, vertidas públicamente, hacen o pueden hacer daño: cuando se
convierten en delitos; por ello es que existen los delitos de injuria, calumnia
y difamación, y también el de apología del delito o del condenado, y el de
apología del terrorismo; se había propuesto el de "negacionismo",
pero felizmente no prosperó (fui, modestia aparte, el primero que se opuso a esa
absurda propuesta: ¿DELITO DE NEGACIONISMO? ). (¿En qué parte del Código
Penal se encuentra tipificado el delito cometido por el cardenal Cipriani? Si
está identificado, adelante: que se formalice la denuncia). Pedir -como están
haciendo muchas mentes lúcidas e indignadas de nuestro país- que se cierre un
programa para que una persona deje de opinar, es un derecho que no debe ser
impedido, pues todos tenemos el derecho de petición; pero contra ese derecho
está el de quienes pensamos diferente, de opinar en forma discrepante: esto es
lo que hago yo, y lo digo sin ambages (como es mi mala costumbre): pedir que se
le prohíba hablar a alguien es una reverenda barbaridad.
(02 de agosto)
****
III.
11
setiembre, 2016:
¿REFERENDUM PARA EL
MATRIMONIO HOMOSEXUAL?
(Es lo que propone
el cardenal Cipriani)
No, señor. Qué dice la Constitución en su Art. 32°: "No pueden someterse a referéndum la supresión o la disminución de los derechos fundamentales de la persona..." Aunque no está escrito (no todos los derechos tienen que estar escritos en una ley), el derecho a buscar la felicidad es inherente a la persona humana, y si esa felicidad puede lograrse con la unión civil o matrimonio de personas del mismo sexo, de lo que se trata, entonces, es de -simple y llanamente- que el Congreso y el Poder Ejecutivo (que tienen la suficiente autoridad constitucional, legal y legítima para hacerlo) aprueben la norma pertinente. No es moralmente justo que se nos consulte a los heterosexuales si las personas del sector conocido como LGBT deben ingresar en "nuestro paraíso". Veo que el Cardenal dice esto: "Que le pregunten al pueblo si quiere eso". Propuesta perversa y ofensiva, ¿Nosotros, los heterosexuales, somos el pueblo, y los demás no? ¿Quiénes somos nosotros para decidir por ellos, para darles "luz verde" o salvoconducto para ingresar, sin cortapisas al mundo que creemos es solo de nosotros? Someter este tema a referéndum puede generar una respuesta favorable, pero también puede ser adversa y, claro, si resulta adversa, estaríamos tirando al tacho la prohibición constitucional ya mencionada: se suprimiría de plano un derecho, el derecho a ser felices.. Es tiempo que, de una vez por todas, entendamos o entiendan quienes aún siguen anclados en un pasado oscurantista y digamos medieval, que no podemos dividir a los seres humanos en gratos e indeseables. El mundo y sus maravillas (la felicidad es lo más maravillosos) es de todos, para todos. El matrimonio -entiéndanlo de una vez por todas- no es una creación divina ni de la naturaleza; es una construcción social. Lo natural (y, si se quiere, lo divino) es esa capacidad o instinto humano de atraernos, de generar, alimentar y fortalecer afectos. El erotismo es natural. Y no es un pecado. ¿A quién diablos se le ocurrió, en el remoto pasado, pensar que el placer sexual es pecaminoso, que hay que esconderlo como si de algo sucio se tratara? ¿Quién, en su sano juicio, puede seguir pensando tal cosa? ¿Quién, con un milímetro de sentido común, puede, además, afirmar que la unión de dos personas del mismo sexo, sea como "unión civil" o matrimonio (no por capricho, sino por el impulso y manifestación de su propia naturaleza; porque la homosexualidad no es un invento cultural) va a contribuir a la destrucción de la familia? No, señores. Pensar eso es descabellado. El matrimonio homosexual no atenta contra ninguna institución ya establecida; solo es (donde existe), y sería aquí, (si se aprueba) una nueva institución. Nada más. Abran la mente y los ojos, señores; quítense las anteojeras, libérense de la maldita ojeriza. Piensen con las neuronas, no con el hígado. No conviertan sus propias vergüenzas en una epidemia.
****
IV.
13
setiembre, 2016:
¿Qué LOS CURAS SE
QUITEN LA SOTANA PARA OPINAR?
Es evidente que, cuando se trata del tema
del "Estado laico", hay gentes que quisieran que solo nosotros,
"los de a pie" (abogados, médicos, obreros de construcción civil,
amas de casa, empresarios, zapateros, etc.) debamos meternos y opinar en temas
de política o en cualquier otra cosa (como, por ejemplo, los polémicos asuntos
de los abortos, de las violaciones, de la unión civil o matrimonio homosexual),
y los curas no. ¿Debemos obligarles a que se quiten la sotana si es que quieren
ocuparse de estas cosas "que son ajenas a la religión"? Y, ahora, si
-por ejemplo- los curas quisieran atreverse a opinar, ya directamente, sobre temas
femeninos, ¿tendríamos (como una chiquilla deslenguada, virtualmente lo sugirió
hace poco, y por ello hubo quienes la aplaudieron a rabiar) que obligarlos a
que vayan a un hospital para que les implanten en el vientre un útero? ¿Qué
está pasando, señores, en este siglo XXI en que -debemos suponer, ¿no?- la
inteligencia debería estar alcanzando su mayor esplendor? ¿Nos estamos
volviendo estúpidos? ¿No habrá por allí (como van las cosas, ya no
sorprendería) alguien a quien se le ocurra recomendar que se les quite el
derecho de hablar a los negros y a las mujeres, porque, tal vez, estén
reinventando la teoría de que hay dos clases de humanos: inferiores y
superiores? Y, bueno, siguiendo la corriente de la tontería o, mejor dicho, del
chiste idiota, ¿no sería conveniente una ley que disponga cosas como estas: que
los médicos hablen solo de medicina, que los abogados se ocupen únicamente de
temas forenses, que las amas de casa, solo de lechugas y camotes, que los
empresarios solo de sus cuentas en Panamá y que los zapateros (como un
brillante abogado me lo espetó) se ocupen de medias suelas, es decir, tal como
reza la frase ya proverbial: "zapatero a tus zapatos"? Ah, me
olvidaba de algo. Cuando la opinión de los curas coincide con las de los
"anticlericales", "agnósticos". "ateos", o como
quieran autodefinirse, ahí sí la cosa cambia: bendita la palabra venida desde
el púlpito y quien la dijo es visto hasta casi como un héroe de la revolución.
Se han dado varios casos, aquí y en el extranjero (cosas del palo cilíndrico,
llamado rasero :) ). Uff! Tenía razón Cantinflas cuando decía: "¡De que
los hay, los hay!", y también Cervantes (a través del Quijote):
"¡Cosas veredes, amigo Sancho!" :)
****
V.
11
enero, 2017:
MATRIMONIO
HOMOSEXUAL: EL PÁRRAFO INFELIZ Y DELEZNABLE DE LA SENTENCIA
Es el CONSIDERANDO VIGÉSIMO NOVENO, que
dice lo siguiente:
"Esta judicatura considera pertinente
recordar que no es factible una oposición de carácter religioso al
reconocimiento de un matrimonio homosexual, puesto que el Perú es un Estado
laico, es decir, que es neutral en materia de religión por lo que no ejerce apoyo
ni oposición explícita o implícita a ninguna organización o confesión
religiosa; sin perjuicio del respeto que merecen las mismas."
Este párrafo es el menos feliz de la parte considerativa de esta resolución que realmente es histórica como ya lo he dicho antes. Ese párrafo revela que quien lo redactó no ha leído o ha leído mal la Constitución Política y que, además, carece de criterio, digamos, democrático.
¿No es factible una oposición de carácter
religioso al reconocimiento de un matrimonio homosexual? En un país democrático
es factible cualquier oposición, sea o no de carácter religioso; cualquier
persona, individual o colectivamente, puede -porque es su derecho- oponerse a
lo que considere inaceptable; toda resolución es cuestionable (esto lo consagra
la Constitución: Art. 139°, inc. 20). En un país democrático nadie está
obligado a pensar como los demás ni mucho menos como piensa la autoridad aunque
los demás y la autoridad estén acertados y quien se opone esté equivocado. El
derecho a la libertad de opinión es un derecho fundamental (Art. 2°, incs. 3 y
4) y nadie puede impedir que sea libremente expresado.
Cipriani o cualquier representante de la
Iglesia Católica o de cualquier otra confesión religiosa, puede emitir sus
opiniones y discrepancias como les venga en gana; que no estemos de acuerdo con
lo que digan es otra cosa. Pero nadie puede callarles la boca. La sentencia –en
ese párrafo infeliz- afirma que tal cosa (la oposición) no es factible “puesto
que el Perú es un Estado laico”. Esta afirmación es una reverenda aberración.
¿Por ser el Perú un Estado laico, los
curas están obligados a cerrar la boca? Como lo he dicho repetidas veces: un
Estado laico, en primer lugar, no es sinónimo de “Estado ateo”; en segundo
lugar, no es un Estado obligado a callar la boca a los religiosos, ni menos
arrinconarlos o aislarlos y, en tercer lugar, un Estado laico no está obligado a
desoír las opiniones de las Iglesias. Oír, conversar, no es someterse. El
laicismo de un Estado es simplemente no someterse, no depender de confesión
alguna, pero no es mirarlas como bichos raros o apestados ni menos negarse a
dialogar.
Otra cosa, ¿de dónde diablos ha sacado el
redactor de la resolución aquello de que el Estado “no ejerce apoyo ni
oposición explícita o implícita a ninguna organización o confesión religiosa”?
Repito, no ha leído o ha leído mal la Constitución. Esto es lo que dice el Art.
50°: “…el Estado reconoce a la Iglesia Católica como elemento importante en la
formación histórica, cultural y moral del Perú, y le presta su colaboración”.
Es decir: ejerce apoyo implícita y explícitamente.
Ese párrafo de la sentencia, repito, es
infeliz y, como tal, deleznable, aunque, claro, no invalida la legitimidad y
validez innegable y plausible de la decisión.