No puede negarse lo evidente. La
Teta asustada es una muy buena película,
digamos psicológica y
poética, con una actuación genial de Magaly Solier. Trata, como muchos han
advertido, el tema de la perversa secuela de la violencia (específicamente, las
violaciones masivas), de un modo distinto, inesperado, imaginativo. Se hunde en
el aspecto psicológico y lo describe con un alto contenido de poesía, de
simbolismo. Aunque son temas y situaciones diferentes, yo encuentro cierta
aproximación a lo que se vio, hace ya muchos años, en "Gritos y
susurros", de Igmar Bergman: escenas desconcertantes y patéticas
comparables, tal vez, con "El grito", aquel
terriblemente bello cuadro de Edvard Munch. Pero se trata, ciertamente, de
una película con una alta dosis de fantasía, al menos en cuanto se refiere al
tema propiamente dicho de "la transmisión del miedo a través de la leche
materna" y de la inserción de un tubérculo en la vagina de su
protagonista. Esto que, visto con sentido poético, puede ser perfectamente
interpretado, no es entendido por el espectador común aunque -como se ha puesto
de manifiesto- muchos, quizás muchísimos, digan, emocionados, que es
"bacán", que es "extraordinaria" (claro, movidos por la
emoción social, nacionalista y “patriótica”). Sin duda existe una suerte de
identificación popular: se ve un pueblo joven con sus costumbres festivas, se
ve a los vecinos de ese pueblo joven actuando, lo cual genera comentarios,
admiraciones, orgullo. Sin embargo, no todos ponen atención en que las
actuaciones -la mayor parte de ellas, quiero decir- son malas. El paso de un
cuadro a otro (otra vez, digo en muchos de ellos y no en todos) no solo es
desconcertante sino, a veces, adolece de una virtual incoherencia. El canto en
quechua de la anciana -madre de Fausta- es altamente significativo, porque a
partir de él se desarrolla la obra. Pero esta mujer muere y no se entiende
cuánto tiempo permanece su cadáver en la casa; porque ocurre una serie de
hechos (busca de ataúd, consulta en una empresa de transportes,
matrimonios en el pueblo joven, trabajo de Fausta como doméstica,
concierto de su "patrona" en un teatro, etc.) que, mínimo, se
tendrían que haber dado en el lapso de un mes y no sé si un cadáver puede durar
tanto tiempo escondido en la casa sin los efectos de putrefacción (a
pesar, claro está, del embalsamamiento doméstico y epidérmico a que es
sometido). ¿O es que estamos hablando tal vez de una demencia
colectiva, que sería el asunto tratado por la película? No lo creo.
Al estar por terminar la película aparece una escena que no sé qué significado
tiene: un par de niños baila en una azotea sin música; luego de unos segundos,
la niña llama a Fausta ("te buscan!"), inmediatamente lo que aparece
es la escena final: Fausta se aproxima a una flor (¿Hay conexión entre estos dos escenas?). En fin, ¿podríamos decir (esta es una pregunta tal vez osada) que La teta asustada se inscribe en lo que sería el cine del absurdo? (No estoy insinuando, por si acaso, que se trata de una película absurda ni mucho menos; solo quisiera entender si podemos encontrar cierta analogía con el teatro del absurdo, por ejemplo.)
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Texto publicado in inicialmente en marzo del 2010 (año en que la película fue nominada para el premio Oscar), en el blog Bitácora extravada.