Si algo hay que agradecer a esto de la "revocatoria", es que -por lo que se ve- hay quienes quieren hacernos saber que hay dos sectores bien marcados en Lima: los demoníacos y los santos o casi santos. El mal contra el bien. Como en la serie del "Agente 86": Kaos contra Control. Corrupción contra alta moral. Es decir, lo que la Constitución consagra como uno de los derechos políticos de los ciudadanos (la revocacíón) habría sido aprobado -según entienden, aparentemente, algunos- no para permitir el justo (aunque a veces inconveniente) ejercicio de lo que se conoce como participación y control ciudadanos, sino (en el caso de Lima y solamente de Lima, porque los muchos otros casos ocurridos en provincias a nadie le ha importado) como una válvula para el desborde de la perversidad. Y, en verdad, en verdad, no es así: solamente se trata de un proceso en que legítimamente se ponen en juego dos opciones, contrapuestas pero no por ello una exultante y otra oprobiosa, solamente diferentes, democráticamente distintas. Pero, repito, así parecen entender aquellos que están del lado de la bondad, la moral, el orden y la cuasi santidad, y por ello, en una labor misionera, medio pastoral, cercana al mesianismo, se han dedicado (al puro estilo montesinista, aquel que proviene de Goebbels -al que otrora maldecían y hoy deben estar agradeciendo-) a rebuscar entre papeles y anticucherías todas las cochinadas de sus adversarios para exponerlas al sol y a las miradas estupefactas de la población, como si lo que estuviera en cuestión, en entredicho, sometido al escrutinio popular, fueran los pecados, faltas o delitos de "Perico de los palotes" y no la simple transitoriedad (pero, según parece, apetecible y no despreciable) gestión municipal. Madame Rolland dejó para la historia esta exclamación cargada de verdad: "¡Libertad, cuántos crímenes se han cometido en tu nombre!". Y por ser libres y opinar y apoyar causas legítimas pero opuestas al pensamiento de la gente dizque sana y sagrada, ¿cuántos cabezas de ciudadanos limeños están siendo colocadas en el cepo?
Ver donde otros no ven, o no quieren ver, no es cosa del otro mundo. Es cuestión de ver únicamente; así de simple. Ah, pero para ello es recomendable emplear la mirada y dejar de lado las anteojeras y también la ojeriza. Apasionarse en la vehemencia, no en el odio ni en el fanatismo. Ser tolerantes, pero no tontos. Ser perspicaces, no adivinos. Ser claros y objetivos. Ser decentes y sinceros. Justos. No esperar el aplauso fácil. Buscar la verdad. Respetar.