Para Nurita Castillo, mi amiga del alma: símbolo de vida y de fe.
Si quieres llorar, llora.
Pero jamás
dejes de sonreír,
Aunque
pueda parecer locura o insolencia.
Aunque el
cielo quiera aplastarte,
Aunque se
abra el suelo bajo tus pisadas,
Aunque -en
estos días desquiciados- alguien se te vaya.
Tu sonrisa,
y no tu llanto,
Hará que
ese ser querido permanezca siempre en ti,
Que el
suelo suture sus cicatrices,
Que el
cielo te eleve y te libere.
La sonrisa
no es expulsión de demonios,
Es nacimiento
de deidades hacedoras
Y anuncio
de días nuevos,
Perpetuidad
sin desesperanza,
Lucha a
muerte contra la muerte.
Sonríe y,
por favor, contágiame resurrecciones cotidianas.
Sonríe y
fecunda, por favor, mis ganas irrefrenables de vivir.
Y dime
algo, aunque sea una palabrota;
Lo que
digas ha de ser bálsamo y flor de naranjo.
Y a pesar
de no sentir tu piel en estos días desgonzados y contrahechos,
Siento la
tibieza húmeda de tu fe como un soplo de luz.
¿Quieres
llorar? Lloremos,
Pero que
nuestras lágrimas resplandezcan
Y sean el
brillo infinito de la sonrisa que nos hace falta.
No todo se
ha acabado.
Esperar es
construir nuevas alegrías ahora.
Y yo espero.
Nos abrazaremos, uno a uno,
como jamás nos hemos abrazado: como criaturas,
Sin
rencores,
Sin dolores,
Dispuestos
a vivir por nosotros,
Por los
demás.
En un coro de latidos.
Con
esperanza.
© Bernardo Rafael Álvarez
7/2/2021. 21;23