Amable y sabio era el viejo.
Y acertó.
La achuntó.
La partera de la historia. Efectivamente.
Y, como sabemos, la historia es el cuento
falso o verdadero
de lo que ocurrió
y no de lo que ha de ocurrir; no es
futurología ni adivinación
azarosa.
Y Karl, el viejo amable y sabio, no era
futurólogo
ni adivino.
El pasado que vino después de él
lo traicionó,
feliz o lamentablemente
no lo sé
pero ya no fue lo que había sido. Y no se
dejó seducir
por aquella vieja que de partera
pasó a ser comadrona abortera de barrio
lumpen
haciendo que lo afirmado por el viejo Karl
se transformara en macabra teoría. Y nosotros
tontamente
nos quedamos tocando el tambor
o nuestro cuerno de hojalata
desnudos
al otro lado del mundo
sin saber decidir entre
la violencia
o la inteligencia.
(11
de agosto 2012/ 12:28 M.)