El 5
de setiembre de 1977, la NASA lanzó una sonda robótica espacial con el fin de
explorar Júpiter y Saturno y adentrarse en el espacio interestelar para recabar
fotografías e información de aquellos parajes remotos. La sonda Voyager 1 lleva
un disco de oro: “Sound of earth” con imágenes y
sonidos de la tierra que, en caso de encontrarse con alguna civilización, le
ofrezca noticias de nosotros los terrícolas y un mensaje de paz en cincuenta y
cuatro lenguas de nuestro planeta, incluido el quechua. Aquello despertó la
imaginación de todo el mundo. Recuerdo a mi abuela María que seguía paso a paso
los acontecimientos. Ella, que era serrana, se sentía orgullosa de que la sonda
contuviera fotos de sus paisanas, música de zampoñas recogida por José María
Arguedas, y un mensaje que dice: “Kay pachamanta niytapas maytapas rimapallasta runasimipi”:
Desde la tierra, un saludo a todos en runasimi.
Han pasado tantos años que
yo casi lo había olvidado, hasta que en plena pandemia me encontré en el
ciberespacio con un poema llamado “Voyager”, de mi entrañable Bernardo Rafael
Álvarez, que lanza versos como lanzan los náufragos botellas al mar, con mensajes
dirigidos a quien alguna vez los encuentre.
“Acaso este poema sea
-aunque jamás ha de llegar tan lejos-
como aquel disco de oro (“Sound of Earth”)
(...)
acaso como aquella sonda,
este poema, disparado al aire,
se extravíe, ebrio de sentimiento
(...)
pero yo, terco como una mula
(...)
sin remedio ni brújula,
¡dale y dale con mi poesía, caracho!”
Y en verdad, la poesía de
Bernardo: poesía del dolor, pero también del júbilo, poesía del cuerpo y sus
fluidos, del alma y sus anhelos, describe tan profundamente al ser humano, que
merecería un rinconcito en aquel disco viajero del tiempo.
Hijo de la "dulce
Biguita" y el maestro Rafa (“mi neguito lindo” lo llama él), Bernardo
Rafael Álvarez nació el 12 de noviembre de 1954 y, como bien dice Winston
Orrillo:
“Este singular bardo
peruano, que, como los de su raigal estirpe, proviene no de la metrópoli, ni
siquiera de la capital del Departamento de Áncash, sino de Pallasca (...) como
el máximo penate de la poesía peruana, que vio la luz no en Lima, sino en Santiago
de Chuco; y, asimismo, de otro de nuestros antepasados, el Divino Rubén, que
tampoco nace en Managua sino en Metapa (hoy Ciudad Darío) poblado medio perdido
en la hoy bienamada Patria de Sandino”.
Nuestro poeta, a su Pallasca
la describe como un "aguafuerte, en la onda de Chagall":
“(De carne y hueso + tierra
húmeda + hierba sumamente/ Verde & cabras & ovejas que rebotan su
idioma/ Cotidiano en las paredes de barro de las casas atadas/ Al cielo...)”
En 1972 se vino a Lima y en
esta inmensa ciudad-laberinto en medio del arenal de la costa peruana,
enclavada entre el entre el Pacífico y la cordillera, entre sus mil vericuetos
y callejuelas, jirones y avenidas, quiso el destino que fuera a dar a un departamento
frente a mi casa. Como cosa del destino seguramente fue que un día tocaran el
timbre y, al ir a atender, se diera con que era el poeta Arturo Corcuera en su
arca de “Noé delirante” ilustrada por la gran Tilsa Tsuchiya. Pero ya para
entonces, Beinaidasho era poeta. Lo había sido desde que cursaba la Primaria en
la Escuela Prevocacional 293 de Pallasca y compuso su primer poema en honor al
héroe pallasquino Andrés Gavancho, asesinado por las fuerzas invasoras en 1883.
De cuño horazeriano, la de
Bernardo es una poesía de barricada. Poesía guerrillera que apunta y pone el
pecho.
El poeta desafía al poder
que “oprime a los hombres humanos”. El poder que impone sus códigos. Que define
lo bello, lo noble, lo justo. Siempre del lado opuesto de los “Wariwiracocharuna”,
desdeñando e invisibilizando su exactitud, su sabiduría, su “estructura
perfecta”, su inteligencia. Su dignidad de “piedra en pie”.
El poeta desenmascara al
dios de “Nosotroslosseñores”. Les rompe “todos los vidrios del cielo”, su
“mentirosa aurora”, su “fiatlux”. La enfrenta con su opuesto: su “jaibit”, su
sombra, su sangre, su escoria. “Resplandor y sombra”, sombre, hombre.
El poeta se arma de sombra
para enfrentar al poder. “Agg puf plaf”. Como el pongo soñador de Arguedas, los
embarra de versos del cuerpo: que escupe, que hiede, que moquea. Cuerpo
desnutrido, nauseabundo, purulento, sifilítico por culpa de ellos. Les arroja
en su palabra “un aroma de letrina”, “una patada en el poto y adiós pampa mía”
y “...este gargajo”.
El poeta confiesa que ejerce
“la apología del escarabajo como un tributo al mundo”. Y como un tributo a
nuestra especie nos devuelve el cuerpo, nuestro cuerpo humano, animal de cuerpo
entero: con sus miserias y sus resplandores, con sus llagas, sus orgasmos, su
maravilla. Sus “ojos dehiscentes” que miran el mundo y su belleza, como habas,
como alverjitas, como vulvas sagradas, tras las “Mamparas” de “abrir y cerrar
sombra y luz precipicio y cima (...) pluaf pluaf pluaf/”.
El poeta es “Uno y trino”.
“Estito nada más” y Dios. Santo y cucaracha, mosquito. Dualidad triple “como
florecen los cactus”. Trinidad cantora, que trina “como las aves
descuajaringadas” mientras “la ciudad excreta" búhos sabihondos y malos
gobiernos.
Su poesía es una lección de
solidaridad, de generosidad, de empatía. Nos enseña a comprender el sufrimiento
del otro, desde el amor. A experimentar como propia la experiencia ajena. A
echar nuestra suerte con el niño aquel “que limpia carros con sus manos
repletas de groserías”.
Es un canto de “alabanza a
la Creación y la vida”. Una declaración de amor:
“Cojo tu sonrisa
Entre mis dedos
Para beberla como agua de arroyo
Y tu piel de durazno
Secuestra mis sentidos...”
Álvarez tiene en su haber
varios libros de poesía:
• “Aproximaciones & Conversaciones” (1974).
• “Dispersión de cuervos” (1999).
• “Toro de trapo y algunas otras deudas” (2003).
• “Los bajos fondos del cielo” (2007).
• “La divina hoguera (Selección personal: 1973-2017)”
(2019).
• “Sitis” (edición virtual, 2020).
También ha publicado los
ensayos:
•
“El poeta, la amada muerta y la flor del monte. Mitos tras Luis Pardo, el
bandolero” (edición virtual, 2009).
• “Los valles apurados. Reflexiones tras leer el ensayo
de Vargas Llosa sobre José María Arguedas y el Indigenismo” (edición virtual,
2010).
• “El habla del conshyamino. Diccionario del castellano
de Pallasca” (2019).
• “Del taita Arguedas y otros temas peruanos” (2021/
2022).
• “Lecturerías” (edición virtual, 2021).
• “Palabras amotinadas” (2021).
• “Fundacional: un acercamiento a la narrativa de
Cronwell Jara Jiménez” (2023).
• “¡Habla, cho! Una aproximación al castellano de
Pallasca y a la extinta lengua culle” (2023).
• “De tempestades, sueños y palabras urgentes. Hora Zero
y los días aquellos” (edición virtual, 2023).
La poesía de Bernardo Rafael
ha sido incluida en antologías como:
•
“Hora Zero, la última vanguardia latinoamericana de poesía” (2000).
• “Un canto por Sierra Maestra” (2000).
• “Yacana / 51 poetas” (2005).
• “Poesía Peruana contemporánea, 33 poetas del 70”
(2005).
• “Hora Zero. Los broches mayores del sonido” (2009/
2019).
• “Letras para crecer”. Autores peruanos y extremeños”
(2015).
• “Voces de la poesía peruana” (2021).
Además, Bernardo Rafael
Álvarez administra en internet el "Consultorio Gratuito del Idioma",
trinchera desde la que defiende la libertad y la belleza de la palabra.
En fin, son estas sólo
algunas de las razones por las que la Sociedad Literaria Amantes del País se
honra en entregarle la medalla “Palabra en Libertad”.
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* Palabras de Marcela
Pérez Silva. Entrega de la medalla “Palabra en Libertad” al poeta Bernardo
Rafael Álvarez. Casa Mariátegui, 4 de setiembre, 2024