Bernardo
Rafael Álvarez publicó su primer libro apenas cumplidos los veinte años, cuando
salía de la adolescencia e ingresaba a su primera juventud. Esto aconteció en
1974 y el libro se tituló Aproximaciones
& conversaciones, el cual es -por su retórica, estilo y temas- una
nítida muestra de la poética juvenil peruana de esa época. Estoy hablando,
pues, de los años setenta, los años de la revolución velasquista, del ascenso
tras bastidores de una izquierda no alineada con el comunismo soviético y del
influjo anarquista de la revuelta estudiantil francesa de mayo de 1968. Con
este trasfondo nacional e internacional de una época que postulaba cambios y
reformas radicales en todos los órdenes de la vida, surgía en el Perú una nueva
generación poética, iconoclasta hasta la médula, desafecta al legado de sus
antecesores y cargada con la iracundia del que está contra todo.
En esta época
y dentro de esta atmósfera social y cultural conocí a Bernardo. Desde el primer
momento de nuestra amistad se entabló entre nosotros una gran empatía que
alguna vez nos llevó a intentar algunas empresas del más desaforado radicalismo
poético que felizmente no prosperaron. También nos dimos a la tarea de cultivar
las malas maneras, a la vez que nos empeñábamos en inventar una escritura hecha
a golpe de extraños símbolos tipográficos. Pero la gran piedra filosofal de
estos juegos y experimentalismos fue el conocimiento de la técnica del
coloquialismo eliotiano que, asimilada a nuestra lengua, tradición y cultura, y
sobre todo a nuestro tiempo, nos permitía poetizar sobre las ruinas, la pobreza
y la mugre de un país persistente en el fracaso que no conseguía hallar la ruta
de su destino.
Tras esta
intensa experiencia vital y poética, Bernardo calló. Sólo 25 años después
entregó Dispersión de cuervos,
fechado en 1999, al final del siglo XX, en el cual las malas maneras de aquella
lejana juventud se habían transformado en lenguaje poético de intensa emoción
lírica. La maduración del poeta era notable y el propósito de sus experimentos
también. Aquí aparece Kafka, recurrente interlocutor o transfiguración del
poeta, a quien interpela para lanzar su insolente desafío: “¿Quién se atreve a
amar la carroña que nos envuelve?”, o para revelarnos los claroscuros de una
“ciudad cubierta de estiércol”. En adelante, la poesía de Bernardo se
desplegará como un circuito expresionista con el fin de introducirnos en los
reinos del delirio y del hedor, metáforas de un mundo que sucumbe entre la
mentira y la corrupción.
Toro de trapo y algunas otras deudas, del 2003, y Los bajos fondos del cielo, del 2007, son dos nuevas colecciones de
poemas que siguen la senda ya trazada, pero donde también se deja escuchar
cierto eco de la voz espectral de Vallejo imprecando contra la arbitrariedad y
los abusos sociales. Entonces dirá: “Dígame señor alcalde quién / recicla
imprudentemente / sus sueños / en la berma central del itinerario // Yo también
soy un reciclado / prosaico / coloquial / culterano / barroco / y todo lo
contrario”. A estas alturas de su itinerario ya se puede constatar que
Bernardo, como ningún otro autor en la tradición poética peruana, ha conseguido
hacer del hedor, la mugre, los deshechos y las vísceras temas de altas formas
líricas: “Nos comeremos las uñas / Con la ansiedad corrosiva del orín: / La esperanza
que no se dobla / Y una letrina que no sabe de indulgencias ni / Ordenanzas
municipales”. Y es que a decir de este aeda, “en los ojos y en las tripas
descansa el poema”.
La divina hoguera es su poemario más reciente, no está
fechado, y aparece en esta selección como una de las secciones más breves pero
no menos sorprendente. De los seis poemas que presenta cabe destacar el
titulado “Cielo raso”, de corte confesional, que no es sino la autobiografía
interior del autor. Acerca del motivo más importante de su vida, dice:
Pero mi obsesión eres tú
Poesía desnuda poesía calata
Mentira desgarrada y culposa
Hecha de esquina y algodón
Estar en algo
¿En algas?
(Un poema no se come pero calma la sed)
Tal es, en
breves y rápidas pinceladas, la poesía que recoge este hermoso e importante
libro editado por el Fondo Editorial Cultura Peruana. En estos poemas intensos
y desgarrados, autor y lectores practicaremos el necesario exorcismo contra la
mentira y la corrupción que corroen nuestra época a través de las metáforas de
lo sucio, lo pútrido y lo hediondo construidas con maestría por Bernardo Rafael
Álvarez.
Miraflores, 23 de
agosto del 2019