lunes, 25 de septiembre de 2023

COMO ERIZO

 

Había tocado su tallo

Y sentí sus hojas 

humedecidas por las lágrimas tiernas del rocío

Y la amé

como quien comete una imprudencia 

o una travesura

y fui torpe

La amé como a una copa de vino

aquella noche de intriga y temeridad

de oscuridad ingenua 

y resplandeciente 

con aroma de albahaca

en una ensalada capresse

y media luz


Sus hojas

como de parra incandescente

propiciaron el pecado más exultante

que se deslizó acezante y temeroso en su piel


Era real

Ya no

Hoy es luz de amanecer indeciso

que me inunda

y calma la sed

Tal vez la representación fatal 

de un olmo que ofrece fe

y también desesperanza 

y sueños frustrados que a regañadientes 

se alimentan de terquedad


¿Podré pedirle peras a ese olmo

que me quitó su sombra

y sólo monosílabos me regala

como un soplo de alma

libre de embustes?


Pera 

alta inalcanzable

sutil elevación de la indiferencia y el fuego apagado

del que solo han quedado cenizas

y sal al gusto en la llaga que propicia ausencias y lamentos

a pesar de que solo es un rostro 

una sonrisa

y el escamoteo medio infantil

del encuentro inesperado 

en estos días de temor y confinamiento


El tocar su tallo me enseñó a amar la soledad

como una resignación 

y a no escucharla ahora 

como antes

cuando amé como un ave con el ala dislocada


El camino continúa

y no ha de dejar de caminar Quien ha de detenerse soy yo 

siempre 

a despecho del rugido de los vientos alisios

como un girasol marchito y cabizbajo


como un erizo acobardado

                      ***                                                                                      

                                                   (Bernardo Rafael Álvarez)

                                                                            (11/11/2020)