jueves, 25 de diciembre de 2025

ESTAS NAVIDADES*

 

En un diario capitalino encontré unas figuras cómicas con el título de SONRISAS DE NAVIDAD. Era un enfoque de diferentes aspectos de la vida actual, por el caricaturista italiano Clericetti; sin dida una manera muy risueña de presentar situaciones comunes hoy en día, relacionadas con la celebración de la fiesta del amor universal. Podía apreciarse la presencia, en vez de Reyes Magos, en la convulsionada zona del Medio Oriente, de expertos de la Comisión de Seguridad de la ONU; la intromisión, en un coro de Ángeles, de un elemento nada grato, y el cerco formado por la gran cantidad de satélites (artificiales) alrededor de nuestro planeta, impidiendo el ingreso de la Estrella de Belén. 

El Medio Oriente, lugar de nacimiento del cristianismo, en estos años convulsionados por los desastres de la guerra, la angustia de los políticos y la desesperación de los niños y mujeres hambrientos. La Redención de una humanidad confundida en la diversidad de credos, denigrada en su dignidad por el asqueroso esclavismo, brotaba -hacen casi dos mil años- con sus sublimes raíces del amor universal, en aquellas zonas medio orientales. Hoy, esas mismas raíces son envenenadas, poco a poco, por el terror del odio y la maldad. 

Es difícil creer que la cuna del hombre que predicó justicia, libertad, amor, dignidad, abrigue los embriones de la injusticia. 

¿Qué puede pensarse de la celebración de la Navidad, en esas lejanías? No puede tener tintes de alegría desbordante, la felicidad no puede ser posible en instantes angustiosos; tampoco puede ser posible en el Viet Nam, en la India o Paquistán. Una sonrisa en esos lugares brilla más por la desesperación de quienes ansían liberarse de una vez por todas del horror de la pólvora y de las terribles armas bacteriológicas, del estruendo de las bombas y del rugido de los cañones. Una sonrisa tan solo es el intento de alegría, no la culminación. 

Como atenuante a la cuestión de Medio Oriente, es la visita de ineficaces observadores de la ONU. Las actividades diplomáticas y políticas fracasan. Y mientras tanto, sigue el llanto, el hambre y la muerte ensombreciendo día a día el mundo. 

De pronto un coro de Ángeles, con sus sublimes cánticos de amor y paz, es desentonado por la voz ronca de alguien que no tiene nada que ver con ellos. En el dibujo de Clericetti puede apreciarse a un lucifer acompañando a los albos angelitos. 

El caricaturista quiere expresar, en su apunto cómico, un hecho de gran conmoción mundial ocurrido recientemente: el ingreso de China Comunista a las Naciones Unidas. Es, según puede interpretarse, la intromisión de un elemento “desentonante” en la estabilidad de la ONU; es el “mal”, si consideramos la figura oscura del diablito. 

Las situaciones de guerra, hambre, miseria y muerte, corroboradas con los intentos fallidos de establecer la paz, encuentra un irónico matiz con los casi fantásticos descubrimientos de la ciencia espacial. Hay quienes parecen evadirse de los problemas del mundo y van en pos de nuevos planetas. La instalación de delicados artefactos en el espacio circundante simula un atajo a ingresos extraños; y, más aún, parece un mensaje terrestre hacia seres extraños: “La deshumanización en este mundo es creciente: solo máquinas, solo cerebros inventados…”. 

Y qué puede pensarse de la Navidad en nuestros países libres de la guerra, pero oprimidos por imperialismos extranjeros y oligarquías internas. El sabor agrio de la vida también es en los nuestros. Mientras unos pocos brindan con los licores más finos por su felicidad, otros -las mayorías- ni con un mate de chicha pueden enjugar su dolor. 

¿De qué valen millonarias colectas para alegrar a los niños pobres, si ellos y sus padres seguirán siendo pobres todo el resto de su vida? La felicidad no es un artificio “cívico”.


25 de diciembre de 1971

 

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Bernardo Rafael Álvarez

*Publicado unos días después de haber concluido el quinto de secundaria en el colegio San Juan de Trujillo).