Ver donde otros no ven, o no quieren ver, no es cosa del otro mundo. Es cuestión de ver únicamente; así de simple. Ah, pero para ello es recomendable emplear la mirada y dejar de lado las anteojeras y también la ojeriza. Apasionarse en la vehemencia, no en el odio ni en el fanatismo. Ser tolerantes, pero no tontos. Ser perspicaces, no adivinos. Ser claros y objetivos. Ser decentes y sinceros. Justos. No esperar el aplauso fácil. Buscar la verdad. Respetar.
viernes, 31 de julio de 2020
LA PALABRA BUSCADA, EL POEMA
Ofrecí escribir un poema.
Pero no voy a hacerlo.
Es tarea difícil,
en estos días de abismos,
extravíos
y arenas movedizas.
No soy el poeta esperado.
Soy, apenas -como pordiosero
en festín de miradas desvaídas-
el pobre buscador de palabras
que trata de encontrar la única, insustituible,
la que brille con el resplandor
de rocío que hay en tu sonrisa almibarada,
y sea el eco luminoso, como relámpago
y trueno, de los latidos que en tu pecho
son himno de fe y alegría.
Esa es la palabra que quiero encontrar,
¿dónde?
Ni en parques ni avenidas.
Ni en roperos ni bibliotecas.
Tampoco en las constelaciones
que las nubes ocultan.
¿Dónde? Donde buscar yo no puedo:
¡En ti!
¿Escribir un poema? No.
Está en ti, dentro de ti.
En tu nombre y tu alma.
En tu respiración y tu voz.
En tus silencios y sueños.
En tu mirar despejado y en el futuro que miras.
En el fluir de tu sangre y en tus emociones.
En tus deseos,
Ingrid.
Esa es la palabra,
el poema buscado:
¡tu nombre!
___________
11/7/2020
¿"SOLO" o "SÓLO"?
Alguien que habla fuerte y bien. Javier Marías: "Los creadores no podemos tener la última palabra, pero solo faltaría que nosotros no pudiéramos escribir lo que nos diera la gana". "Yo mantengo la tilde en 'guión" y en 'sólo', entre otras. No voy a hacer caso de lo que diga un filólogo, con todo mis respetos". Y está en lo cierto.
1. Respecto de guión: La verdad es que nadie (salvo que se esfuerce, apretando tal vez el fundillo, para quedar bien con los académicos quisquillosos), nadie -repito- pronuncia esta palabra en un solo golpe de voz, como monosílabo; todos ( no algunos) decimos [gui.ón] (dos golpes de voz, con la mayor fuerza en el segundo), y por ello resulta válido ponerle tilde a la "o"; "guión" proviene de "guía" ([guí.a]), no de "guia" (que es una palabra inexistente en nuestra lengua). Cosa distinta es lo que ocurre, por ejemplo, con "kion" (nombre peruano del jengibre), que sí es indiscutiblemente un monosílabo; también "dio" (verbo dar), "vio" (verbo ver). ¿El pollo pio, o pi.ó? Pio no, sino "pió" (de "pi.ar"). ¿Juan lio o li.ó el costal con dos sogas? Lió (de "li.ar"). Prueben ustedes mismos, o pidan a cualquier otra persona que pronuncie estas palabras y verán si están ante monosílabos o bisílabos.
2. En cuanto a solo, la cosa podría ser discutible, digo por el tema del llamado "acento diacrítico": Cuando entendemos, o nos parece que puede haber "ambigüedad". Bueno, cuando ocurre tal cosa nadie tiene autoridad para prohibirnos el uso de la tilde, y podemos usarla para establecer las respectivas diferencias. Y, en efecto, nadie lo prohíbe, nadie puede prohibirlo.
En la anterior Ortografía publicada por la Real Academia Española (1999) se decía que "llevará acento ortográfico en su uso adverbial" cuando la persona al escribir percibiese "riesgo de ambigüedad". Después de la nueva Ortografía -la de 2010- lo que la RAE dice es que "a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde (...) incluso en casos de ambigüedad". "Se podrá". No dispone ni ordena (no dice que no deba ponerse). Repito: No hay prohibición.
Ni siquiera en aras del llamado "principio de unidad ortográfica" es válido proponer, por ejemplo, que algunas palabras que realmente son pronunciadas como bisílabas sean consideradas, "gramaticalmente", como monosílabas y que, en tal sentido, tengan que escribirse sin tilde. Eso es absurdo. Si se tratara de eso, entonces simplemente debiera eliminarse el acento diacrítico. Y esto, como es obvio, resultaría completamente descabellado.
Otra cosa. El que haya gente, incluso académicos, o miembros de la RAE, que siguen usando la tilde en "sólo" (o en "guión") no es un asunto de "insumisión" como absurdamente titula su nota el diario El País, de España. La Academia no tiene súbditos, y hace mucho rato que ella asumió que la lengua la manejan -como realmente corresponde- los usuarios; es probable que algunos académicos piensen lo contrario, pero eso (que corresponde a su derecho a opinar) ¿qué puede importarnos? Nada.
Bueno, para concluir bien vale leer lo que dice
el Diccionario Panhispánico de Dudas. Aquí está: “No obstante, es admisible
acentuar gráficamente estas palabras, por ser agudas acabadas en -n, -s o
vocal, si quien escribe articula nítidamente como hiatos las secuencias
vocálicas que contienen y, en consecuencia, las considera bisílabas: fié,
huí, riáis, guión, truhán, etc.” Clarísimo. Exacto: es la escritura la que debe tratar de ser la representación gráfica del habla, y no es el habla (la expresión oral) lo que debe someterse a la escritura.
martes, 28 de julio de 2020
ENTRE VEROSÍMIL Y VERÍDICO*
¡Ay, Arango, Aranguito!. Es comprensible tu indignación, pero lamentable tu análisis. Vargas Llosa no ha atacado ni menos ofendido al gran Gabo; resaltar su condición de artista (porque, efectivamente, lo fue) no es nada deplorable, pues solo es el reconocimiento de las elevadas bondades creativas del Nobel colombiano, de su extraordinario talento puesto de manifiesto en obras grandiosas cuyo pico más elevado (a pesar de que él mismo estaba prácticamente en desacuerdo, porque su mirada iba hacia otra novela) es "Cien años de soledad". Decir que una obra, como "El otoño del patriarca", "no es creíble" es, como bien dices, Arango, "pedir versimilitud". Pero parece que no te has dado cuenta de que eso no es nada incorrecto. Ser algo verosímil no es lo mismo que ser verídico. Vargas Llosa no está sugiriendo que las obras narrativas tengan que ser verídicas, es decir, que cuenten "la verdad"; decir eso sería de torpes (la literatura no es una disciplina de las ciencias sociales). Vargas Llosa no lo ha dicho y estoy seguro que no lo diría jamás, porque él mismo (y en repetidas ocasiones) ha afirmado que la novela no es un retrato de la realidad que nos envuelve, sino una realidad aparte. "Creíble" o "verosímil", repito, no es lo mismo que "verídico", entiéndelo bien. Y llamar "artista" a un novelista no es nada peyorativo, ni mucho menos ofensivo; es únicamente el justo reconocimiento de una verdad. Un narrador, repito, es un artista. Pero si ese narrador también se dedica a escribir libros, ensayos, y a efectuar análisis e interpretaciones y a reflexionar, entender y ayudar a entender, sobre hechos o asuntos de la cultura, por ejemplo, lo que hace -además de su labor propiamente de artista, es decir, de creador- es desempeñarse como intelectual; es un intelectual. Así de simple. Un narrador, vuelvo a decirlo, es un artista, porque crea y lo hace con propósitos estéticos, y su recurso es la ficción. ¿No recuerdas, Arango, "Historia de un deicidio"? Allí el Novelista peruano explica esto que digo, y lo hace desde el título: que un novelista es un deicida no precisamente porque, en rigor, "mate a Dios", sino porque es un creador de realidades, de nuevas realidades (digamos, para que se entienda: "le hace la competencia a Dios"). Y esas realidades que nos presentan las novelas son eso, pues, inventadas, son ficticias. Pueden ser o no verosímiles. Pueden ser o no creíbles. Pero no tienen por qué contarnos la "verdad" (al leerlas no tenemos que confrontar lo que ellas dicen, con sucesos que realmente ocurrieron, para corroborar o cuestionar su veracidad); no están obligadas a serlo. Ah, volviendo a "García Márquez artista": ¿Qué ha producido el Gabo? Novelas, cuentos, crónicas, teatro, guiones cinematográficos, ha hecho talleres de cine. ¿Ha escrito otro tipo de cosas, como libros de ensayo, por ejemplo, como sí lo hizo Octavio Paz y también lo ha hecho el novelista peruano? No. ¡García Márquez fue artista, pues! Ay, Arango, Aranguito. ¿Quiénes te aconsejan o asesoran?
________________________
* Esto lo escribí el 2017 (hoy solo lo he editado), como comentario al enlace que aparecía en el muro de un poeta y estudioso que vive en USA. Me lo trajo el "recuerdo de Facebook". Pero, el poeta y estudioso peruano, que también es profesor, al ver que lo he etiquetado, ¿saben lo que ha hecho? ¡Me ha bloqueado! Debe ser amigo y protector de Arango. 😂😄😂
(22 de julio del 2020)
viernes, 17 de julio de 2020
MERCEDARIO
miércoles, 15 de julio de 2020
RESISTIR
somos, seámoslo siempre: el mundo
y la esperanza.
¡Arriba los ánimos, hermanos!
Que no se pierda la alegría.
Que los sueños no se vayan al demonio.
Que aquellas personas amadas
que se han convertido en víctimas letales de esto que está pasando,
y se han ido,
y nuestros bellos seres queridos
que felizmente nos acompañan, dándonos fuerza,
que ellos, todos,
sean nuestra exigencia
para sobrevivir y resistir.
Cuidemos nuestras manos y rostros, protejámonos de este maldito bicho invisible,
pero también, y muy especialmente, evitemos que nuestras emociones se hundan:
¡Nada de deprimirnos, carajo!
Adelante.
Aunque cuesta hacerlo, hagámoslo: sonriamos,
que sonreír es, ahora,
un muy eficaz remedio
ante cualquier amenaza.
Conversemos, leamos, escribamos, que nos cuenten chistes...
(Sonreír, en estos momentos de drama,
no es burla perversa
-entiéndanlo, por favor-;
solo es un recurso de sanación en salud: para fortalecernos,
no debilitar nuestras defensas,
y no ser presa fácil de ese peligroso enemigo).
¿Todo extremo es inconveniente?
¡No!
Extremar, exagerar en el cuidado
de la vida, de la nuestra,
de nuestros seres queridos,
de todos,
es lo mejor y más conveniente que podemos hacer, ahora.
Yo, mientras, haré lo poco que me es posible:
¡Entregarles mi corazón multiplicado,
a todos, todos, todos ustedes,
hermanos queridos!
¡Ustedes son útiles, valiosos!
Nos hacen falta, siempre nos harán falta, muchísima falta.
Que ya nadie más,
ni siquiera uno, se vaya.
Los queremos a todos aquí.
Los necesitamos a todos
martes, 14 de julio de 2020
Y MIELES SILVESTRES
o imprudente insolencia
en horas de la madrugada.
Y que golpee, desconsiderado, las frágiles puertas de tu corazón,
aquellas, hechas con alas de mariposa. Y que,
sin preguntar quién llama,
me reciba tu verdad incandescente
como abrazo de caricias luminosas.
Es lo que quise escribir.
Y que sea como un ramillete de geranios
o un puñado de pétalos de azahar,
O un canto de latidos
alabando la alborada que brota
en tu sonrisa de cielo en primavera.
Pero un poema, no. Sino un ave,
con una rama de laurel en el pico.
Una luz como pesadilla atada a una estaca del establo falaz
que es esta pantalla que me aturde
y desconcierta,
y me regala, como pan recién horneado, tu nombre
y la certeza de que no eres una mentira
sino el parpadeo indeciso,
el brillo fugaz de un relámpago.
En este día
de amor y nacimiento,
para ti,
domadora de los minutos y los vientos que polinizan,
hacedora de madrugadas,
arrullo de horas nocturnas,
canto nuevo del mediodía y su fuego.
Y lo hubiese escrito
en la piel carnosa de una penca
como los enamorados hacían
en los parajes solitarios de algún pueblo olvidadizo,
o en el parabrisas de un camión que
incontenible traga caminos y polvaredas.
Aun dudando si eres real o solo el dulce embuste de aves migrantes,
o acaso un espejismo.
Qué importa:
Fuiste el horno y su rescoldo,
Solo palabras
porque solo palabras tengo,
afónicas, dislocadas, contrahechas.
Pero untadas de fe y de verdad.
como un corazón hecho con pan de la Sierra
y miel de tábano).
viernes, 10 de julio de 2020
TU CANTO, MAYITA
MARÍA SÁNEZ (Foto: Esteban Huamán) |
TU CANTO
(Para María Sánez, artista)
¿Un sonido puede ser miel?
Sí, creo que sí.
Pero, para no empalagar nunca.
Música, como rumor de aladas alegrías
que circundan en derredor
con la más dulce amenaza de estos días:
Traernos como mensaje y regalo
la felicidad que retorna
y ha de quedarse para alimentarnos
con pedacitos de pan y sonrisas,
en cena alborotada de niños que sueñan.
Sí, es miel.
Pero no cualquier sonido,
sino el que brota de un manantial
como agua fresca y clara;
o como lava, no incandescente, sino tibia
de un volcán que da vida y no destruye.
¿De dónde? De tus labios, que son
la puerta divina del cielo,
de ese cielo que llevas como bendición,
o atadito de monedas y buena fe,
o como flor de naranjo que da paz,
a donde quiera que vayas: diosa
que reparte buenas nuevas
y certezas, y no ilusiones.
Y eso, eso es la música que amo:
canto, poesía, esperanza.
Vida que renace
como flor de cactus o de retama
en retoño vigoroso y perpetuo.
Canto de almíbar y de polen.
Voz azucarada.
Miel de tábano.
Tu canto, pues.
El canto que es nuestro canto:
anuncio esplendoroso de los nuevos días
y de la libertad ya nunca más lastimada.
¡Canta, siempre canta,
Mayita!
Tu canto ha de ser néctar,
Siempre.
(7 de Julio, 2020)
jueves, 9 de julio de 2020
PRIMER DECÁLOGO LIBERTARIO PARA ESCRIBIR UN POEMA
1: Lee, al
menos un poema (soneto, romance, verso libre, o lo que encuentres, y de quien
sea: famoso, desconocido o cualquier hijo de vecino, incluso si es medio
analfabeto). Para qué: Solo para que tengas la más mínima idea de lo que es
-elementalmente- un poema: escritura en versos; pero no necesariamente para
escribir así. Un poema puede ser escrito en versos, o no (hasta puedes
trazar figuras, como en los caligramas); puede tener ritmo, o no. Se escribe
sin reglas ni formas "preestablecidas". Todo eso lo manejas
tú, y solo tú (salvo que, por ejemplo, quieras escribir sonetos o décimas). Ah,
y después, puedes continuar leyendo, a poetas consagrados o no y todo lo que
encuentres en bibliotecas o librerías (leer hace mucho bien).
2: Camina, si quieres, en medio de la gente, a ver
si -al poner atención en los rostros disímiles, tal vez caricaturescos, pero
"inspiradores", o en el drama del mundo, o en tus propios silencios o
gritos- se te ocurre algo fuera de lo común. Cuando esto sucede, es muy posible
que algo poético se esté gestando, ¡albricias!
3: En tu casa, o donde quiera que estés, cuando
adviertas que algo extraño ocurre en tu mente, en tus emociones, y sientes que
reclama por salir en forma de palabras, en frases quizás medio contrahechas, lo
que deberías hacer es coger una hoja de papel y un lápiz o lapicero
("bolígrafo" le dicen los cultos), o tu cel o
tu laptop, y enseguida escribir. Ah, y no tienes que
preocuparte por aquello que todos llaman “perfección”: tú eres quien debe crear
tu propia perfección poética (en otras palabras: escribe como solo a ti
se te venga en gana y no hagas caso a los tontos que creen que la poesía
es oficio solo de "iluminados": cualquiera puede ser poeta, y nadie
tiene que impedirlo). Cuando lo hagas (¡albricias!, otra vez) habrás escrito tu
primer poema.
4: Nunca pienses que un poema es únicamente la
expresión "excelsa" del idioma. No. Nada que ver. (Excelsa solo es el
nombre de la "muchacha" argentina en la "Familia P. Luche"
☺). Un poema es solo una manera diferente de expresarnos que, aunque parezca
increíble, puede ser como la de todos: con alegrías, penas, rabias, desilusión,
fe, amor, odio, indiferencia, etc. También con palabras
"vulgares" y hasta malsonantes, puede escribirse un
poema; incluso la coprolalia tiene cabida en un poema. No solo los “poetas”
(esos seres medio extraños, "divinizados" por algunos incautos, e
incluso por ellos mismos) pueden escribir poemas; cualquiera, repito,
cualquiera puede hacerlo. Y, ¿sabes una cosa?, de hecho, hasta en las
expresiones más cotidianas hay poesía (cuando un vendedor de mercado, un
cobrador de microbús, un delincuente, un pastrulo del barrio,
etc., dicen cosas “torciendo” el idioma, están haciendo poesía sin querer).
Poesía no es solo aquello que muchos creen que es.
5: Si quieres corregir lo que has escrito, está
bien, hazlo; si no, ni te preocupes. Los errores, en poesía, tienen un
protector medio paternal que es infalible (algo así como un Roma
locuta, causa finita): las licencias, las habidas y las por haber, que todo
lo perdonan. Ah, pero ten presente una cosa, esto que tal vez sea medio difícil
de entender y que puede parecer algo absurdo: procura que tus errores
no sean metidas de pata, sino producto de tu voluntad: en ellos pon también tus
ganas. Es bueno que sepas esto: no hay capataces en la poesía; así que ni
te preocupes por el "qué dirán"..
6: ¿Querrás publicar? Hazlo donde, como y cuando
quieras: con una editorial, en libro o revista, o en las redes sociales (y
despreocúpate de aquellos a quienes se les alborota el hígado y la panza cuando
ven poemas en Facebook o Twitter, que han sido
publicados en busca de "likes"; hacer esto no está ni tiene por qué
estar vedado); o -si quieres- difúnde tus poemas recitándolos en los carros, o
solo mostrándoselos a tus amigos; y hazlo cuando te de la gana: ahora o mañana
(o nunca).
7: ¿Sobre qué, o -para que se entienda mejor- acerca
de qué escribir? De lo que fuere. Nada ni nadie puede obligarte a escribir
sobre determinado asunto. Puedes escribir poemas de amor (maternal, filial,
fraternal, patriótico, etc.); o de odio: indignación política, de instigación a
la violencia "revolucionaria", o lo que sea; de alabanzas, a héroes,
líderes de barrio o dizque revolucionarios; o -si te parece- cuenta tus más
tiernas o más escabrosas e inconfesables experiencias. Y de todo, todo, todo lo
que a ti, solo a ti, se te venga en gana. Hay grandes asuntos de qué ocuparse,
y hay, también, los más simples, domésticos, intrascendentes, vulgares: todos
son "poetizables". Puedes, incluso, también escribir "de
nada" (incoherencias, sinsentidos, tonterías; recuerda, todo es
válido). Repito: como poeta no estás obligado a nada (deberes
y derechos, como ciudadano, son otra cosa).
8: ¿Tiene que ser bello un poema (digo, en el
sentido en que entendemos lo bello: aquello que nos genera un "deleite
espiritual") para tener derecho a ese nombre? No. Un poema también
puede ocasionarnos disgusto, rabia, carcajadas y hasta asco. Si genera
alguno de esos efectos u otros, quiere decir que es un poema perfecto; su
perfección es un asunto subjetivo y nada tiene que ver en ello alguna ciencia o
ley, ni parámetro alguno (antes sí, porque había reglas; hoy solo hay
libertad). ¡Sí, señor!
9: ¿Qué, si a nadie le gusta tu poema, o si te dicen
que "no vale nada"? Alégrate. Habrás logrado uno de los más valiosos
y convenientes efectos estéticos: el rechazo. Lo terrible y lamentable es la
indiferencia. Si ocurre eso (el rechazo), repito, alégrate; y nunca
dejes de escribir por culpa ajena sino por tu propia y absoluta voluntad.
Que el rechazo sea tu estímulo, y no la causa de tu frustración. La crítica,
como en todo, suele ser conveniente; pero el poeta no está obligado a someterse
a ella.
10: ¿Sabes qué es la poesía? No es precisamente (ni
únicamente) la expresión de "belleza" o de sentimientos o emociones
"estéticas"; no se escribe solo para lograr un "¡Oh, qué
lindo!". No es un asunto sagrado, ni de castidad carnal o de perfección
espiritual (el poeta no es un asceta en busca del Nirvana, ni mucho menos
alguien que lo haya alcanzado; no es "un ser alado, ligero y
sagrado", como lo definía Sócrates -¿en su época los poetas habrán sido
así?-). Tampoco es ni tiene que ser -necesaria ni menos obligatoriamente- una
actividad u oficio a tiempo completo, mucho menos una suerte de apostolado, de
"entrega total”, por el que tengas que inmolarte (pero, claro, si quieres
inmolarte, hazlo: nadie te lo va a impedir). Puedes ser poeta hasta que
mueras, o –cuando se te ocurra- puedes matar al poeta que hay en ti, y tú
seguir viviendo: La calidad de la poesía que escribas no dependerá del
mayor o menor tiempo que le dediques. (¿Sabes cuánto de su vida dedicó
a la poesía el gran Arthur Rimbaud?). ¿Estás obligado a llevar una vida
miserable, con carencias económicas, para ser poeta? No. La poesía no es,
necesariamente, producto del hambre o de las épocas difíciles o de crisis; el
vivir con comodidades no impide que se escriba buena poesía. Quienes dicen lo
contrario, mienten. Finalmente, ¿debes estar comprometido con alguna causa
noble, y ser, moralmente, una persona limpia, pura y buena, casi un santo? No,
no hay un código deontológico ni se han establecido requisitos para que alguien
pueda ejercer el oficio de la poesía. Ha habido poetas y artistas moralmente
hediondos que, sin embargo -por ser poéticamente libres- han producido
obras valiosas e inmortales. Recuérdalo: como poeta no estás sometido a ningún
mandato imperativo. Poesía es, sobre todo, el desborde verbal y emocional,
pleno y cabal, de la libertad creadora. Sé libre, pues; es decir, sé tú
mismo (pues así tendrás el mundo a tu alcance).*
©
Bernardo Rafael Álvarez
______________
*
Ah, y una más, por si acaso: Recuerda que -por principio- no hay decálogo (o
sea, un conjunto de normas o consejos, o de mandamientos) que valga, o que sea
de obligatorio cumplimiento, en cuestiones de poesía. Lo que vale en poesía,
insisto, es la libertad del poeta: libertad para escribir poemas y hacerlo como
quieras. Nadie puede mandar sobre ti. No tienes que pedirle permiso a
nadie. ¡Un abrazo!
miércoles, 8 de julio de 2020
LITERATURA Y PECADO
© Bernardo Rafael
Álvarez
martes, 7 de julio de 2020
¿"AJUSTICIAMIENTO" CONTRA ARGUEDAS?
[2] Ortiz Rescanieri, Alejandro: José María Arguedas-: Los recuerdos de una amistad. OUCO, Lima, 1996.
[3]Arguedas, José María: La novela y el problema de la expresión literaria en el Perú. En: Mar del Sur, Año III, No. 9, enero-febrero, 1950.
sábado, 4 de julio de 2020
ZUMBA QUE TE ZUMBA, ZUMBAYLLU
"La terminación quechua yllu es una onomatopeya. Yllu representa en una de sus formas la música
que producen las pequeñas alas en vuelo, música que surge del movimiento de
objetos leves”.
Eso, lo transcrito, es lo que aparece dicho por José María Arguedas en
lo que es una suerte de introducción explicativa en el Capítulo 6 de la bella
novela “Los ríos profundos”. Para él, el sufijo “yllu” es una “onomatopeya”.
Pero, no. No es cierto que sea una onomatopeya; y tampoco puede
representar (salvo en una imaginación desbordadamente poética y “mágica”) la
“música que producen las pequeñas alas en vuelo”. El movimiento de alas
(grandes o pequeñas) no produce, digamos el sonido “illu", ni nada
parecido; si las alas son grandes (de un gallo, por ejemplo) podrían sonar así:
“plac, plac, plac”; si, por el contrario, se tratara de las alas de un
pajarillo, el sonido lo representaríamos quizás así: “brrrrrrrr”; y, tratándose
de “pequeñas en vuelo”, de un moscardón, por ejemplo, sería “zummm”. Pero, en
ningún caso: “illu, illu, illu…”. No es onomatopeya, pues (digo, no lo es
respecto del tema motivo de esta nota; ya veremos en adelante algún caso en que
sí podría ser).
En el vocablo zumbayllu (creo
que inventado por el novelista Arguedas, pues según mis indagaciones, no es y,
creo, tampoco ha sido usado antes en pueblos como Andahuaylas y Puquio; y a
cuyo sufijo -“yllu”- se refiere), lo que sí corresponde, estrictamente, a una
onomatopeya, o es onomatopéyico su origen, es la raíz de la palabra: “zumba”,
de “zumbar”; el zumbido del tábano, la avispa, la abeja, un moscardón (¿han
escuchado la composición de Rimsky-Korsacov, “El vuelo del moscardón”?) al
volar o, más exactamente (lo digo, para situarnos en la novela arguediana: Los
ríos profundos), el sonido del trompo al girar, después de ser lanzado con la
pita o “guaraca”: “Zummmm…”
(Aunque, la verdad,
también resulta muy forzado asumirlo como tal, el "illu, illu,
illu...", como onomatopeya, quizás sí podríamos identificarlo con el
sonido de una campanilla en misa, pero no con la vibración de alas de un
moscardón en vuelo).
¿“Zumbyallu” es quechua? Mi respuesta, enfática: no. Otras palabras que
he escuchado y que tienen similar terminación, son estas: Chancayllo, una ex
hacienda al norte de Lima, en Huaral; Carabayllo (un
distrito, aquicito nomás, después de Comas) y también esta otra, muy
antigua (la he leído, no escuchado): “tamkayllo”. “Tamkayllo” es, según
González Holguín, “mosquito grande que pica”, es decir, un tábano, una avispa.
Esto, lo que aparece en el Vocabulario de la Lengua Quechua (del año 1608)[1], podría hacernos
pensar que, definitivamente, se trata de un vocablo completamente quechua. Pero
–aquí el “pero”-, nada hay absoluto, incluso en estas cosas. No debemos olvidar
que, a pesar de su antigüedad, el repertorio lexicográfico reunido por el
religioso español contiene no solo vocablos o expresiones auténtica o puramente
quechuas; aparecen en él, también, voces con origen castellano ya quechuizadas,
como algunas de uso clerical, por ejemplo. “Tamkayllo” es, sin duda, de origen
quechua, pero, ¿podemos asegurar que su terminación, o sufijo, también lo es?
Habría que efectuar las pesquisas pertinentes, para encontrar una respuesta certera.
El lingüista Rodolfo Cerrón Palomino tiene un texto en el que se ocupa
precisamente del sufijo “-illo” en la toponimia andina, y se centra en el
nombre de uno de los distritos de Lima, el que he mencionado: Carabayllo. A
pesar de que hace referencia a algunos estudios que tratan de darle
explicaciones históricas y de otra índole (por ejemplo, doña María Rostworowski,
que afirma que provendría de “qarwayllu”), él considera (y yo pienso igual,
porque, además, es obvio) que debió haber sido “Carabailla” [“Carabaílla”], es
decir Carabaya chica: el “illo”, pues, como sufijo generador de diminutivo. Y
este sufijo no es, pues, quechua, sino castellano proveniente del latín
(chiquillo, librillo, platillo…); un sufijo diminutivo “de rancia estirpe
latina”, dice el estudioso.[2]
¿Con “tamkayllo”, habría ocurrido lo mismo? No es fácil dar una
respuesta. Pero, al menos, hasta donde sé (salvo en casos de nombres familiares
–clanes- o topónimos quechuas remotos, en que se enlazaba la raíz con el
término “ayllu”, cuyo significado todos conocemos; pero que nada tiene que ver
con zumbidos u otras onomatopeyas), no existe establecido un significado atribuible
a “yllu” o “yllo”, en la lengua quechua, que podría servirnos para explicar ni
mucho menos para justificar aquello del sufijo “onomatopéyico", referido
por el escritor andahuaylino. “Ylla” o “illa” sí existe, pero es otra cosa, y
tampoco viene al caso, pues no es onomatopeya; significa “luz sagrada” (el
mismo Arguedas la define así: “cierta especie de luz”).
Y, ahora, pasando a otro aspecto del asunto: ¿La palabra “Zumbayllu”, es
un vocablo de uso en Andahuaylas y Puquio (lugares donde nació y vivió,
respectivamente, José María Arguedas)? El año 2011 (con motivo de la
realización de un simposio, por el centenario del taita) estuve en Puquio, y
pregunté, especialmente a algunos niños: nadie me dio razón de la palabrita;
conocían, sí, el trompo, pero solo con su nombre en castellano. Hace unos cuatro
o cinco años, llevé un caso judicial por el cual acudí a una entidad policial
en Collique, donde conocí a una chica policía nacida en Andahuaylas, y no perdí
la ocasión de preguntarle: tampoco sabía nada al respecto. En estos días,
siempre con la inquietud, he retomado el tema y he buscado y rebuscado de cabo
a rabo en la Web, y lo que he logrado ver es que en todas las entradas en que
aparece la muy curiosa y, por muchos, celebrada palabrita, solo se encuentra
relacionada con el taita y su famosa novela; por ninguna parte aparece dicho,
ni insinuado, que sea una voz perteneciente al quechua de la zona, nada de eso.
Medio desfalleciente, ayer volví a preguntarle a la suboficial andahuaylina:
enfática y tajante, repitió la respuesta que antes me había dado. Finalmente,
ya a punto de “tirar la toalla”, he recurrido a algunos amigos ayacuchanos: con
lo cual, ya casi logré redondear el asunto: no han escuchado el término, no lo
han usado, “pero –insinuaron- hace muuuuchos años existió” (en buen
“cristiano”: tal vez existió, pero, ¿cuándo? Hasta en la novela -1958- hay esta
pregunta de desconcierto y desconocimiento, en el referido capítulo 6, dicha
por el narrador que es Ernesto, el personaje principal: "¿Qué podía ser el
zumbayllu? ¿Qué podía nombrar esta palabra cuya terminación me recordaba bellos
y misteriosos objetos?"); tampoco la conocía, nunca antes la había
escuchado.
Bueno, la cosas no se redondearon hoy, 4 de julio (día de la
Independencia norteamericana y cumpleaños de mi hermana Carmen) sino antier,
cuando al preguntarle a una señora de Puquio -lugar donde vivió el escritor, y
en que se sitúa otra de sus novelas, Yawar Fiesta- recibí un rotundo no (“no he
escuchado esa palabra”), más esta interrogante: “¿qué significa?”, con cuya
respuesta solo corroboró lo que dijo antes; ah, pero cuando le dije que
Arguedas la usaba en su novela, como empujada por un resorte de
juguete-sorpresa, saltó nuevamente la respuesta -pero esta vez,
increíblemente invertida-: “¡Sí! Todos los niños la usan cuando van a
jugar al trompo”, me dijo. Obvio: se trató de una respuesta literariamente
complaciente, pero sin apoyo en la realidad; en otras palabras, se trató de una
piadosa pero innecesaria mentira.
¿Qué debería decir yo, a estas
alturas? Solo esto: que hasta ahora no he logrado encontrar nada, ni a nadie,
que pueda tirar por los suelos, derribar (o desplomar, como ocurrió con aquel
puente del famoso “¡usted no va a entenderme porque es periodista!”), derribar,
repito, la sospecha, la hipótesis que tengo formada respecto de esta curiosa
palabrita arguediana, “zumbayllu”.
Bien. Mi hipótesis o sospecha
(hasta ahora con firmeza de tesis) es que zumbayllu no es ni tiene nada de quechua. Es una bella palabra
inventada por el novelista José María Arguedas, con la unión de estas dos
partículas castellanas: la raíz o lexema zumba (de origen onomatopéyico: de zumbar) y el morfema Illo (sufijo diminutivo castellano,
de origen latino, al que el escritor decidió modificar levemente, cambiando la
segunda vocal: "o" por "u").
¿Lo dicho aquí qué significa? Pues que una narración literaria -en el
presente caso, una novela- lo que hace es -lo digo con palabras del mismo
Arguedas- "bajo un falso lenguaje" mostrar "un mundo como
inventado".[3] Es lo que el novelista
andahuaylino reprobaba, lo que no hubiera querido hacer; pero, es lo que hizo,
y lo hizo muy bien: "ficcionar". Inventó un mundo desencantado,
sí, pero también con encantos, como el del mágico zumbayllu “que parecía traer al patio el canto de todos los
insectos alados que zumban musicalmente entre los arbustos floridos”[4]).
© Bernardo Rafael Álvarez
(4 de julio del 2020)
[1] Diego
González Holguín: Vocabulario de la Lengua General de todo el Perú
llamada Lengua Quichua o del Inca. 1608. Nueva edición con un prólogo de
Raúl Porras Barrenechea. Edición del Instituto de Historia, Lima, 1952.
[2] Lexis Vol. XXXVII (2) 2013:
383-401
[3] José María Arguedas: La novela y el problema de la expresión literaria en el Perú. Mar del Sur, vol. III, Nro. 9, enero-febrero, 1950.
[4]
Arguedas: Los Ríos Profundos. Retablo de Papel Ediciones, Lima,
1972. Pág. 130.