martes, 13 de septiembre de 2016

¿QUE LOS CURAS SE QUITEN LAS SOTANAS SI QUIEREN OPINAR?





Es evidente que, cuando se trata del tema del "Estado laico", hay gentes que quisieran que solo nosotros, "los de a pie" (abogados, médicos, obreros de construcción civil, amas de casa, empresarios, zapateros, etc.) debamos meternos y opinar en temas de política o en cualquier otra cosa (como, por ejemplo, los polémicos asuntos de los abortos, de las violaciones, de la unión civil o matrimonio homosexual), y los curas no. ¿Debemos obligarles a que se quiten la sotana si es que quieren ocuparse de estas cosas "que son ajenas a la religión"? Y, ahora, si -por ejemplo- los curas quisieran atreverse a opinar, ya directamente, sobre temas femeninos, ¿tendríamos (como una chiquilla deslenguada, virtualmente lo sugirió hace poco, y por ello hubo quienes la aplaudieron a rabiar) que obligarlos a que vayan a un hospital para que les implanten en el vientre un útero? ¿Qué está pasando, señores, en este siglo XXI en que -debemos suponer, ¿no?- la inteligencia debería estar alcanzando su mayor esplendor? ¿Nos estamos volviendo estúpidos? ¿No habrá por allí (como van las cosas, ya no sorprendería) alguien a quien se le ocurra recomendar que se les quite el derecho de hablar a los negros y a las mujeres, porque, tal vez, estén reinventando la teoría de que hay dos clases de humanos: inferiores y superiores? Y, bueno, siguiendo la corriente de la tontería o, mejor dicho, del chiste idiota, ¿no sería conveniente una ley que disponga cosas como estas: que los médicos hablen solo de medicina, que los abogados se ocupen únicamente de temas forenses, que las amas de casa, solo de lechugas y camotes, que los empresarios solo de sus cuentas en Panamá y que los zapateros (como un brillante abogado me lo espetó) se ocupen de medias suelas, es decir, tal como reza la frase ya proverbial: "zapatero a tus zapatos"? Ah, me olvidaba de algo. Cuando la opinión de los curas coincide con las de los "anticlericales", "agnósticos". "ateos", o como quieran autodefinirse, ahí sí la cosa cambia: bendita la palabra venida desde el púlpito y quien la dijo es visto hasta casi como un héroe de la revolución. Se han dado varios casos, aquí y en el extranjero (cosas del palo cilíndrico, llamado rasero :) ). Uff! Tenía razón Cantinflas cuando decía: "¡De que los hay, los hay!", y también Cervantes (a través del Quijote): "¡Cosas veredes, amigo Sancho!" :)