domingo, 7 de agosto de 2016

CANTO DE CUERVO: EL REGRESO POÉTICO DE BERNARDO RAFAEL ÁLVAREZ / Por: Gonzalo Pantigoso Layza


 Bernardo Rafael Álvarez, poeta nacido en Pallasca (1954), se suma al conjunto de escritores de nuestra región que desde ella o fuera de ella aportan para que el proceso de nuestra literatura continúe su dinámica interior. Dicho aporte lo cristaliza a través del libro DISPERSION DE CUERVOS, el cual le permite por segunda vez entrar en contacto con el lector por medio de un trabajo corporativo. La primera publicación la hizo en 1974, hace 25 años, bajo el titulo de APROXIMACIONES Y CONVERSACIONES. Si tenemos en cuenta la década en que surge Álvarez poéticamente, constataremos que lo hace en un tiempo que coincide con el cambio político que originó el retroceso de los avances políticos que se dieron en nuestro país en los años anteriores a dicha década, en la cual empezó a surgir una generación de poetas que se hicieron conocer por su rechazo tajante a la poesía purista y epigónica. Ellos no escribían para justificarse y verificarse a sí mismos, sino para justificar y verificar la esencia misma de la poesía como necesidad expresiva y como obra de arte. Es esta apreciación el punto de partida para valorar este regreso de Bernardo Rafael Álvarez.
Nuestra sociedad marcada por un signo de desencuentros y desalientos, de procesos sociales que marcan rupturas que determinan la carencia de una identidad reconocida y asumida, por la existencia de una plurinacionalidad, no puede ser ajena a la voz inconforme, rebelde, desgarrada, de algunos de sus poetas que no se ciñen a los patrones tradicionales sino que van en busca de la ruptura porque en nuestro país es necesario trastocar algunos factores para emprender una nueva posibilidad que genere un nuevo orden, una nueva concepción de vida Y es así, entonces que surge, DISPERSION DE CUERVOS, como resultado de esa capacidad de percepción de quien ha captado la esencialidad de las circunstancias y se enrumba hacia la declaración de su verdad con la intencionalidad, aunque sea lingüísticamente, de sacudirnos de nuestra tolerancia, paciencia o conformismo
DISPERSIÓN DE CUERVOS, es un libro estructurado en dos partes: CORVUS, la primera, que consta de 18 poemas y, DISPERSIÓN, que está conformada brevemente por tres poemas.
En torno a CORVUS, que en latín significa cuervo, pájaro dentirrostro, carnívoro, de pico fuerte y plumaje negro, que se alimenta de carroña; encierra la simbología de la intencionalidad poética de todo el libro, plasmada a través de la temática y el use de un lenguaje ligado a la expresión hablada, incorporando al lenguaje poético giros coloquiales, palabras soeces, prosaísmos, las cuales intentan desacralizar los valores tradicionales de la poesía.
"Erase un buitre que me picoteaba/ Los pies- Franz. Jus, cúbreme/ haz,/ De mi sangre una flor, un geranio atado/ A mi saco sucio, se mi luz. El jaibit/ Mi corteza Palabra cayendo: y la ciudad/ Se movía en mareas y remolinos, mientras/ Del asfalto brotaban apio y aceite." (K), este es el inicio de este libro y la visión que nos ofrece es de alguien que nos conduce por un laberinto de sentimientos a manera de una plasmación cinematográfica, y luego, la pregunta es contundente: "6 quién se/ Atreve a amar la carroña que nos envuelve?". Y responde: " Franz, Franz, no hace falta: el buitre/ Se ha suicidado en mi garganta —"; es decir, la asimilación del espíritu del ave rapaz y carroso, en el aliento del poeta, se da inicio; por eso en "Gaggraina" nos dice: "Este! es mi rito de iniciación: el insulso/ placer de los muertos..... Incorporado con dichas cualidades puede entonces construir una voz desde afuera y sentenciar la podredumbre social:" tira pa'lante, poeta: / la ciudad sigue cubierta de estiércol."(Un caballo cae...).
Cuando habla de amor, lo hace con todo esa carga desenfrenada de impotencia existencialista "Oh vida /somos todo y nada; este amor un/ tormento: el descontrol cuasi sicótico de esfínteres! y de allí se decreta el diluvio casi universal" (La balada de ber), al igual cuando se refiere a las ilusiones : "Aquí el sueño/ es agua estancada.." (Imago). Lo inútil es corporizado como un "duende desnudo" que "seguirá hundiéndose en las luminosas mazmorras/ de la libertad: el verbo es su sangre y su barro,/ la rosa de su corazón es nuestra rose" (El salmo de la hojarasca).
El amor, lo erótico, lo social, lo íntimo, es tratado con una escritura violenta que asume lo absurdo, el humor negro y la ironía con un manejo del lenguaje que no es brillante, luminoso sino que registra una tendencia a la opacidad y a la condensación expresiva
La selección léxica y el manejo de la palabra, implican en su obra recurrencias o reiteraciones de determinados elementos como: mocos, escupitajos, semen, hediondez, evacuaciones; que nos conducen a una atmósfera grotesca, absurda, violenta como si ante la violencia de nuestro tiempo Bernardo Rafael Álvarez respondiera con la violencia del lenguaje acompañado de una violencia poética estructural, manifestada a través de los cambios bruscos de pianos, de voces, de tiempos‑
En CRÁPULA VOMITIVA, el poema final de esta primera parte, cierra el ciclo de la asunción de la personalidad de cuervo," Una cucaracha recorre mi frente / Fui raíz asida al pavimento y un hongo sigue grabado / en nuestros ojos: mutilación genital / arquitectura del papel picado, alambrada de púas ardiente/ yen a mi, flor de pétalos herrumbrosos / tengo las vísceras desparramadas, / el hedor del poema que exhala la alegría infecta de mi laberinto es/el testimonio de la edad que me envuelve como camisa de fuerza / ¿Ves el lago sobre el que floto?: sangre menstrual, / diarrea famélica, orín y, mire hacia allí hay un ruido en la basura! y acá un silencio reptante: ratas y lagartijas sugieren / un paisaje voraz para almorzar a la hora del poema" - Pero esta finalización es aparente, pues el cuervo suicidado dentro de su garganta, en el primer poema, cobra vida en el verso final de este Ultimo poema; "Un buitre emerge de mi garganta", dejándonos entrever que aun la visión de lo exterior y interior ( el buitre ya estaba al interior) puede ser alas doloroso o mas nauseabundo.
En DISPERSIÓN, la segunda, y ultima parte del libro, constituida, como ya lo dijimos, por solo tres poemas, el titulo hace alusión a la temática diferente que aborda en cada poema En el poema "UKIYO-F", es una crónica, en un tiempo segmentado al igual que la estructura poética y la manera misma de enlazar la línea discursiva del poema. La intensidad del yo poético es la memoria de un tiempo que abarca el amor, la ciudad, lo pictórico y la huida. Los versos de "MAALA", es la narración poética de la fiesta pueblerina, entre mezclado con el acto amoroso clandestino y tal vez la iniciación de la experiencia sexual. Y en "ASPERSIÓN", el último poema, está conformado por ocho poemas breves a manera de síntesis visionaria, donde conjuga el sentimiento personal y la apreciación del acto poético como respuesta ante el mundo. Allí nos dice: "Si no un poema/ al menos una cucaracha/ permanecerá asida al calendario congelado; / probablemente el camino continúe. "'Cosido por el filo como un delito descubierto / brota de entre el follaje hediondo un poeta, / sorbe metáforas /  y expulsa agua viva por los poros: / aspersión reclamada por el paisaje.".

Esta es una breve aproximación a este libro casi hermético, del cual aun queda mucho que decir, cuyo autor es consciente que "sin duda los poetas se mueren de hambre / pero los poetas viven / incluso mas allá de sus pesos."

                                                                                 (En: Diario La Industria, 21 de noviembre de 1999)

MAÑANA, 8 DE AGOSTO, MI MADRE HABRÍA CUMPLIDO 95 AÑOS DE EDAD

Mañana, 8 de agosto, mi madre habría cumplido 95 años de edad. Esta nota la puse en el Facebook, hace seis años, exactamente el 7 de agosto del 2010 (encontrarla, en los recuerdos, me ha obligado a lo inevitable y justo: a derramar una lágrima por ti, Biguita, mi mamá linda):

«El 8 de agosto, es decir, dentro de algunas horas, habría cumplido ochenta y nueve años. Ya no está con nosotros, y por ello no habrá celebración porque, además, Rafael -mi padre, que falleció hace veinte años- no estará para tocar el “Punchayniquipi”. 

Hace treinta y cuatro años, en octubre, unas horas antes de su muerte le alcancé un sobrecito de maní confitado, que a ella le gustaba mucho; sentí que, contenta, mientras saboreaba (“currush, currush…”) su golosina preferida me rascaba la cabeza, como hacía cuando yo era un niño. La abracé y me quedé dormido a su lado. Horas después (3 o 4 de la madrugada), la querida tía Segunda, que siempre estaba con nosotros en los momentos más difíciles, se acercó a verla y pudo constatar que su débil respiración ya se había detenido. Enseguida nos despertó a todos. La casa era un océano. La linda mujer que me trajo al mundo, había dejado de existir. Fue, tal vez, su segunda y última muerte (esto escribí, en otra crónica, hace tiempo: “Y a mi madre, asimismo por primera vez, la vi que se moría. Yo tenía cinco años y al percatarme que iba ensombreciéndose, a la medianoche, con los pies descalzos y el llanto como río desbordado, salí a llamar a mi padre que estaba en casa de don Víctor Alvarado; me acompañaba, en la mano, una vela apagada por el viento. Mi padre me encontró temblando de frío y me levantó en sus brazos y corrió. Gracias a Dios y a esa luz extinguida en medio del camino, el hombre que me dio la vida evitó que la de Abigail, mi madre, se obscureciera aquella noche. Tímida y vergonzosa, como era, siguió alumbrándonos por muchos años más”). 

Un año antes, aproximadamente, había ocurrido algo inexplicable pero real. Soñé que nuestro viejo radio “Telefunken” se incendiaba. Le conté a mi padre y él con una terrible seguridad me dijo que eso significaba que un familiar cercano moriría. Incrédulo, yo no le di importancia. Tras unas dos o tres semanas, en el lado izquierdo del maxilar inferior de mi madre apareció un pequeño bulto. ¡Se trataba de una tumor maligno. Allí comenzó la última caminata, la dolorosa
caminata de Abigaíl (el Hospital de Neoplásicas parecía nuestro segundo hogar). Sus pasos se paralizaron el 29 de octubre, justo cuando las andas del Señor de los Milagros, de cuyo escapulario jamás se desprendió, terminaban su recorrido procesional en la Iglesia de las Nazarenas. Su corazón sigue palpitando en mi pecho. ¡Y es mi luz!»

miércoles, 3 de agosto de 2016

¿LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN, UN DERECHO ABSOLUTO? (El caso Cipriani)



Lo que puse en mi “muro” del Facebook, respecto de lo dicho por el cardenal Juan Luis Cipriani:



"Completamente en desacuerdo, don Juan Luis, con todo aquello que usted habla acerca de la llamada 'ideología de género'. Pero, tengo que agregar, sinceramente, que me siento asqueado al escuchar que los abortos de niñas se deben 'no porque hayan abusado' de ellas 'sino porque, muchas veces, la mujer se pone, como en un escaparate, provocando'. Esto es una barbaridad, señor, una virtual y lamentable justificación de los abusos. Horrendo. ¡Uf!
(30 de julio)


"Además, dice el Arzobispado, 'lamenta que las palabras de Juan Luis Cipriani hayan podido interpretarse erróneamente'. Se equivocan. No había nada que interpretar, señores del Arzobispado. En lugar de querer poner en entredicho nuestra capacidad de entendimiento, lo mejor hubiera sido que, con hidalguía, don Juan Luis Cipriani pidiese disculpas.  Eso habría sido lo más decente".
(31 de julio)

Bien. Ahora, mi posición  impopular:
Yo no solo estoy en desacuerdo con lo dicho por el cardenal, sino, además, me siento asqueado por la barbaridad y disparate que dijo ayer (y así lo he expresado en mi muro del Facebook). Pero, ¿saben una cosa?, jamás pediría que se le calle la boca o que se le prohíba (ni a él ni a nadie) pensar y expresar sus opiniones, por más reprobables que sean.
(Espero las pedradas y los escupitajos).
(31 de julio)


Bueno, ya reconoció que lo dicho por él fue "una frase totalmente desafortunada y equivocada" (una barbaridad, realmente). Pero, ¿no sería recomendable, afortunado y acertado que, además, dijera estas dos palabritas que juntas son mágicas y nada complicadas: "pido disculpas"? 
 (01 de agosto)


Mi comentario (como casi todos) impopular:
El cardenal se equivocó, metió la pata, en realidad (lo dije en mi muro de Facebook y expresé mi desacuerdo y repudio), pero el cardenal ha tenido la hidalguía de reconocer su error, se ha rectificado. Sin embargo, muchos no le perdonan. Y a un error responden no con otro error, sino con un gigantesco despropósito, con una infamia: presionan a un medio para que se concrete algo que es inadmisible, reprobable: quieren que se le prohíba a una persona el derecho a expresar su opinión; quieren que uno de los derechos humanos fundamentales sea atropellado sin más ni más. Y esto es, simple y llanamente, una barbaridad sin nombre. Y lo más vergonzoso es que esto lo piden aquellos que se desgañitan hablando de justicia social y de libertades. ¿Justicia social y libertades solo para quienes piensan como ellos? Ya deberían dejarse de tonterías; dejarse de linchamientos irracionales. Voltaire decía: "No comparto tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla". Yo digo lo mismo! Roosevelt, en 1941 dijo: "Freedom of speech, freedom of religion, freedom from want and freedom from fear". Yo también lo digo, pero en español: Libertad de expresión, libertad de culto, libertad para vivir sin necesidades y libertad para vivir sin temor". Y agregaría esto: libertad incluso para equivocarse.
(02 de agosto)

Un amigo me dijo esto:
Ber la libertad de expresión no es un derecho absoluto (…) Cipriani, más allá de las disculpas que ha ofrecido, es una persona no grata para muchos peruanos que ya están hartos de sus desafortunadas intervenciones (…) Se debe hacer algo porque ese señor ya le colmó la paciencia a demasiadas personas (…).


Mi respuesta:
Bueno, estimado amigo, como adivinarás, respeto tu opinión pero no la comparto. La libertad de expresión, es cierto, como todo derecho, no es un derecho absoluto: está sujeta a limitación o regulación. Pero esta limitación o regulación se da no porque lo que dice determinada persona "nos ha colmado la paciencia" o porque ella "no es grata para muchos peruanos". ¿Las opiniones tolerables solo deben ser aquellas que nos caen bien, que no nos alborotan la paciencia? ¿El derecho a opinar solo debe ser para aquellos que nos caen bien, que nos son gratos? Así no funcionan estas cosas, hermano. La regulación o limitación de la libertad de expresión, se da no por discrepancias. Se da cuando las expresiones, vertidas públicamente, hacen o pueden hacer daño: cuando se convierten en delitos; por ello es que existen los delitos de injuria, calumnia y difamación, y también el de apología del delito o del condenado por cierto delito, y el de apología del terrorismo; se había propuesto el de "negacionismo", pero felizmente no prosperó (fui, modestia aparte, el primero que se opuso a esa absurda propuesta:¿DELITO DE NEGACIONISMO? ). (¿En qué parte del Código Penal se encuentra tipificado el delito cometido por el cardenal Cipriani? Si es que está identificado, adelante: que se formalice la denuncia; pero si no, no pues). Pedir -como están haciendo muchas mentes lúcidas e indignadas de nuestro país- que se cierre un programa para que una persona deje de opinar, es un derecho que no debe ser impedido, pues todos tenemos el derecho de petición; pero contra ese derecho está el de quienes pensamos diferente, de opinar en forma discrepante: esto es lo que hago yo, y lo digo sin ambages (como es mi mala costumbre): pedir que se le prohíba hablar a alguien es una reverenda barbaridad (y no tiene amparo legal  ni moral).
(02 de agosto)