De: "Un par de vueltas por la realidad". 8 poemas de Juan Ramírez Ruiz.
LE
QUITARON LA CIUDAD A MARIO LUNA
Le
quitaron la ciudad a Mario Luna el día 31 de mayo.
Y
su dolor equivale a doce volúmenes de poemas del siglo XVIII y no será
consignado aquí.
El
1º de junio el cable repetía el barrio La Esperanza está en los suelos,
El
barrio del Acero ya no existe y allí se mezclaron cines con parques
Y
carros y árboles, y árboles se mezclaron con abuelos y novias y familias
Y
tiendas comerciales, tiendas comerciales se mezclaron con ópticas,
consultorios,
Cementerios,
y cementerios con salas de maternidad, con máquinas de escribir
Con
pantalones con zapatos con hígados con riñones, y riñones se mezclaron
Con
cerros y cerros con techos con televisores con cráneos con sillones
Con
frazadas con tablas. Y el Sur está en el Norte. ¡El techo en el hueco!
¡El
8 de junio en el 2 de marzo! y yo recorro 454 kilómetros
Y
he visto 454 kilómetros de dormitorios amarrados a estacas, de padres buscando
A
hijos y mujer, hijos a madres, a la hermana menor buscando, y amigos
encontrando
Al
amigo muerto, el voluntario hallado en la pierna de un damnificado, una novia
Acariciando
al novio herido junto a la Virgen María sucia mujer empujada
Por
el sismo, mujer rota bajo un surtidor de la avenida Espinar ocupada
Por
la fachada de toda la calle, de toda la calle hasta radio Chimú
Hasta
el cine Olaya con sus butacas sobre autos de capota averiada, sobre
Árboles
mutilados, rotos y esto; y todo eso
Es
una temperatura de 14º Farengheit al norte del Perú.
Y
mi dolor es equivalente a seis volúmenes de poemas del siglo XIX y tampoco será
consignado aquí.
Pienso
en Mario Luna. En la ciudad que le quitaron. Y el sur está en el norte!
¡El
techo en el hueco! Y luego irse, irse, subir al interprovincial.
Pero
había que bajar, los pasajeros tuvieron que bajar y después subir
Para
atravesar el puente Virú, el puente Santa. Durante todo el invierno.
JULIO
POLAR
Conozco
a Julio Polar-
De
la mañana a la noche de Lima, en una calle sorpresivamente, hablamos de pintura
Y
de su hermana Juana la única, la soltera, la que nació dos años después que él.
Él,
que era puntual a la gran Unidad donde comenzó a escribir poemas
que
amaba y guardaba en un cajón despintado,
pero después cajón y papeles
fueron
quemados por su madre (¡sin saberlo!) y él que lo sabía
decía
con el llanto sobre la mesa una noche de los mil demonios en un café
de
la Colmena a 500 metros de su casa.
Y
yo lo sé, yo lo he visto, a mí me consta. Conozco a Julio Polar.
Metido
en la Universidad los cabellos le crecieron, cubrieron sus ojos, sus mejillas,
sus
manos y desde allí estuvo dos años, años, años buscándose ojos, brazos orejas,
piernas
y de pronto la neurosis lo embistió. Pero fue allí cuando amó, así, de golpe
a
Ivón y daba sus paseos por la playa del Callao, por la Costanera
asegurando,
prometiendo, defendiéndose y mientras las telarañas envolvían al mundo
decidió
ponerse afuera y vigilar.
Y
luego quiso estar solo. Se compró una Enciclopedia del Crimen,
la
antología de la Poesía-Latinoamericana, las obras completas de Ungaretti
a
quien amaba; y sorpresivamente vino aquello del Hospital Carrión
donde
los médicos se reunían para atraparle la neurosis, se reunían
en
un cuartito verde y hablaban, hablaban y Julio
leía
leía leía sus poemas a los amigos, a su hermana que llegaba los domingos
con
aguas gaseosas y naranjas, a la enfermera delgadita y ágil que sonreía, sonreía,
sonreía;
y yo era el que llevaba los cigarros y metía humo
entre
tanta enfermedad y humo entre cada traje
blanco.
Afuera
lo reptiles, bocas borrosamente abiertas, ojos desorbitados, caballos,
Alimañas
entre marañas de intestinos, junto a cráneos pelados, mordían huesos,
pisaban,
sorbían sangre, defecaban, reían. Y todo era una perfecta cagada
lo
de afuera y lo de adentro, todo una perfecta cagada.
Y
yo lo sé, yo lo he visto, a mí me consta.
Tres
meses después los médicos se cansaron de buscar y afuera Julio Polar,
hasta
Surquillo, donde Ivon. Y qué de noches, qupe de días caminando
con
largas conversaciones o con el llanto en toda la cara, como perros
en
la calle, temerosos, llenos de miedo y el fantasma del fracaso, el vacío,
la
soledad de bestias, y después ya basta y el trabajito de corrector
desde
el jirón dela Unión hasta el Callao hasta las tres de la mañana
con
el primer sueldo y los libros RIMBAUD, CAMUS, MICHAUX.
Y
l suceso de amar a BRECHT, el acontecimiento de conocer a MARX,
de
soportar la desilusión porque de la noche a la mañana mi mujer se aleja
y
ya no habla, y esto apena, claro; pero qué si el primer libro de poemas
está
incluido y Julio lo lee, termina y bebemos vino en el “Triunfo”, celebrando.
Y
“ esto va a cambiar, lo juro, lo quiere mi vida, esto va a cambiar”.
Y
allí en el espectro de la derrota, allá en la certeza de otros días, aquí la
monstruosa
seguridad
en nuestras palabras y a la misma mierda la universidad,
y
en medio de toro eso el amor a Alejandrina y rápidamente
en
un dos por tres (pun-pun-baam) se casan y Julio luego en la Colmena
al
trabajo todos los días desde hace un año y una noche de estas
que
no quiere un hijo, pero ha comprado una máquina fotográfica y escribe
poemas
y cuentos y escucha discos de LED ZEPELLIN solo o con otros amigos
fuman
o conversamos o escuchan o fumamos entre sus libros que aumentaron
en
tanto publicaba varios poemas en una revista peruana.
Y
a mí me consta, yo lo sé.
Ahora
todos los días pisa la Colmena, entra a los cines los días francos
y
después toma café en el LUZ o en el PALERMO. Julio de veinticuatro años,
mi
amigo, peruano, lector, caminante, cansado, bigotudo, solo, acompañado,
absurdo,
creyente incoherente, dibujante, apostata
y
autor de ALGO PARA ALGUIEN libro de catorce poemas y ocho cuentos próximo a editarse.
Atención,
éste es el júbilo, éste es el júbilo
huyendo del silencio, viene, viene, se queda,
limpia, éste es el júbilo, el silencio le huye.
Elfina tu decías no, pero está conmigo
tómalo en mis ojos, en mis manos. Elfina
deja la tarde en la calle, avisa y que vengan,
que se alejen de las ofensas, que descuiden la
acechanza, el improperio, la alevosía,
aviso, dilo y abandona las oficinas,
corre, ven con todos, corre, separa tus dedos
de las máquinas sumadoras, cierra, cierra,
los libros, los llaveros, los insultos, éste es el júbilo,
éste es el júbilo, reconócelo Elfina, éste es el júbilo.
Este que se aleja de la redondez del cuatro,
de la punta involuntaria del cinco
o del alambre que sigue al viento. Este es el júbilo,
éste es el júbilo, este viento cargado
con sonidos de vidrios verdes, éste es el júbilo,
y conmigo está mirando la tarde. Entro en los pechos,
en las frescas canciones, entro, éste es el júbilo,
esa música, esa abundancia, ese relumbre
que dejó caer sin recogerlo, éste es el júbilo,
reconócelo Elfina, éste es el júbilo.
PARADERO
Está
lloviendo ahora sobre toda esta ciudad y
son las 12.30 p.m. a lo largo y ancho del Meridiano de Greenwich
y yo he crecido entre gente que es joven y gente que no es joven
entre autos, papeles bond o bulky,
artefactos
y escaleras
artefactos y clientes. Y avisos de la desesperación o la locura
He crecido sobre esta ciudad
y
hace 24 años esta ciudad sabe mi peso
(Aquí la noche del 14 de mayo me enteré que he tenido un aire puro
porque alguien lo dijo entre botellas de Pisco de Ica
con rabia
y para insultarme)
Y yo salgo a la calle a repartirme como obsequio.
Por las calles de mi país camino con un sonido.
Y soy un lugar con mucha luz,
soy un aullante canto ambulatorio,
mi cuerpo está lleno de poemas y
salgo a la calle a repartirme como obsequio.
Y he demostrado que soy este cuerpo
estremecido por la rala luz que se confía a mis congéneres,
este cuerpo amargo sobre el que lloro:
Mis brazos han crecido increíblemente
y reconozco que mi semblante me ha traído complicaciones,
reconozco que mi cariño infinito me lastima
ahora que yo se regala incontenible, y cuando la lluvia
en la plaza Manco Cápac no es lluvia en la Plaza Manco Cápac.
Y cuando el individualismo se enreda y me llega a las pelotas
aquí estoy yo, vivo y fogoso
y Latinoamérica devuelve mi cara cuando la miro,
el Día se abre para que este cuerpo pase,
el viento roza mis orejas; y voy fogoso y limpio
a través de estas avenidas silenciosas.
Aquí estoy yo.
Y óyeme tú, amadísimo padre,
oye al que está fatigado de hablar para el viento,
ya es Agosto, llueve hace 24 años esta ciudad sabe mi peso:
Yo entrego mi vehemencia y mi amor
a esta vía que se ensancha hacia toda la extensión del universo:
(Aquí lograr lo justo,
ser
inmaculados
y brillar como focos de 12,000 voltios:
esa es nuestra única alternativa.
Ahora aquí haré lo extraordinario
y alguien
ha de decir que no está bien).
Pero escúchame tú, padre, escúchame, yo jamás podré mentir
yo he crecido en esta ciudad del sur-este
con mil dificultades para cargar con mi exceso de ternura,
con mi energía de animal salvaje amando,
amando siempre a las manzanas, amando siempre a lo que conmigo vive
con estas ansias,
con esta limpidez que se levanta
desde mis
extremidades inferiores
amo, amo furiosamente mi fortaleza
y elogio a gritos mi salud.
TERESA
(Está sucediendo)
Teresa
mujer de treintiocho años
(sola entre millares)
quiere tener relaciones
con cualquier hombre,
en cualquier lugar
y a la brevedad posible.
Se anticipa
(y esto es un asunto grave)
le queda poco tiempo
y además
ya perdió toda la serenidad.
IRMA
GUTIERREZ
(Aún sucede)
No
sé si habrás ido
a la fiesta que me invitaste, Irma Gutierrez.
No sé que será de tu vida.
Dos veces he querido llamarte por teléfono.
Pero me ha brotado mucha luz en estos días Irma
y ahora tengo reunidos
los rostros que imaginé para ti
allá en el jardín ofrendado a los enfermos.
Me ha brotado mucha luz en estos días
y mis ojos, mis ojos de chisco quemado eran verano de Papayal,
30 de Enero en Guayaquil o el uso de una chompa de alpaca hoy.
¡Irma! ¡Irma! debes estar impaciente
en la clínica andarás aguardando mis llamadas
o irás a la recepción. Te preocuparás.
Pero por ahora he terminado y
voy a llamarte al 233000 y si no estás te buscaré.
Y te voy a rencontrar para que nadie diga
que es imposible
la amistad en este mundo Irma Gutiérrez.
JUANA
CABRERA
(También esto aún acontece)
Juana
Cabrera se ha quedado en la calle.
Su casa ha sido demolida mientras brillaba el sol.
Hubo orden judicial y por supuesto el Juez ha estado presente
y ha constatado los destrozos que han hecho los demoledores.
Y yo la he visto, yo he conversado con ella y
ella ha vivido allí por décadas con hijos marido y hermana.
Ha trabajado toda su vida. Tiene libreta electoral y un solo gusto
los discos de El Satanás de Cuba, especialmente ése «si tú supieras
las ansias que tengo de verte» y el otro «Vereda Tropical».
Y ahora Juana Cabrera está en la calle y ha vuelto a recordar
el maremoto del 42, el sismo del 66 o la caravana de damnificados
o la multitud (que conversaba en las noches) afligida
por esa guerra que terminó en dos horribles hongos.
(Y esto es un asunto grave)
Juan Cabrera va a dormir en plena calle.
Va a tener hambre y frío otra vez.
Y seguramente va a perder peso.
810
GONZALES PRADA — SURQUILLO
Teléfono 284225
Isabel Tello Vargas
Voy
a la casa 810 González Prada-Surquillo
y te encuentro o me dan razón de ti Isabel.
Llamo al 284225 teléfono de la vecina
porque tú no tienes, cosa que no es rara en el Perú,
y me hablas tú o me hablan de ti Isabel.
Pero yo no quiero que me den razón de ti
No quiero que me hablen de ti
quiero hallarte a ti, hablarte, caminar contigo,
contigo alquilar un carro,
traerte aquí a San Diego
y en mi habitación mientras fumo
ayudarte a desnudar
y luego amarnos con ternura
como dos dulces
y tiernos
seres humanos.