Mario Vargas Llosa dice (al pie está el enlace): “Solo la literatura le enseña a uno las enormes posibilidades que tiene la lengua que utiliza para comunicarse..."
Con todo respeto, debo decir que no es cierto lo que usted dice, don Mario. No solo la literatura hace eso.
Esto que a usted le asquea -las "redes sociales"- no solo enseña (de "dar lección") sino, además, pone de manifiesto indiscutiblemente -en la práctica- las más inesperadas posibilidades y maneras de comunicarse. Incluso los emoticones y la virtual deconstrucción de las palabras, digamos convencionales, son muestra de ello.
Es que, la verdad, la literatura no inventa formas de comunicación, solo las asume (repito: tímidamente). Son los usuarios de la lengua y entre ellos especialmente los de los bajos fondos (y, ahora, los usuarios de las redes sociales), los que le dan movilidad y sobre todo fecundidad -creando nuevas palabras o dándoles nuevos significados a las ya existentes, etc.- y no tienen que pedir autorización a la Academia para ello. ¿La literatura hace eso? Muy, pero muy raramente.
No existe una ley (divina, natural, jurídica o académica) que obligue a que la comunicación humana se dé sobre la base de directivas emitidas por alguna institución como la RAE, por ejemplo. Que haya personas honorables ("eliotianas", obviamente, es decir medio "arcaicas" ☺), como usted, por ejemplo, a quienes esto no les gusta o que se horrorizan, es otra cosa. Pero la comunicación es así, pues: el anquilosamiento no es parte de su naturaleza ni es su condena; la renovación constante es su virtud.
La comunicación es una manifestación de la libertad (y de democracia).
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* Hacer clic: Lo dicho por Vargas Llosa.