"Bipolaridad es una expresión que se usa para referirse a las personas que sufren una suerte de desorden emocional manifestado por cambios enfermizos, o manifestaciones extremas, de sus estados de ánimo; de la depresión a la euforia (polo depresivo y polo maníaco, le dicen). Pero, claro, por extensión es válido también aplicarla a lo que comúnmente llamamos "doble personalidad".
En la nota de Juan Víctor Alfaro se dice que en el artículo "Israel: una amistad difícil", el
autor de La fiesta del chivo afirma que "la sionista 'es sólo una de las caras de Israel. Hay otra, admirable
y ejemplar, desdibujada por la primera, pero más permanente y representativa,
la de un país democrático'".
Y, efectivamente, aquí Vargas Llosa busca
poner en evidencia eso de que estoy hablando: una suerte de "bipolaridad"
en Israel o, dicho de otra forma, la “doble cara” política de este
pueblo del Medio Oriente. Puede equivocarse o no en la caracterización que hace
(no es, por ahora, el caso analizarla), pero lo cierto es que el término
"bipolaridad" calza muy bien en esta afirmación de Vargas Llosa,
porque está, simbólicamente, hablando de dos personalidades en un individuo (Israel).
Aplicar el término al tema que en los últimos días ha sido motivo de los más
disímiles (cerebrales unos y hepáticos otros) comentarios, especialmente en el
Facebook -el referido a Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura- es otra cosa. Bien.
No tengo idea (aparte de lo que se conoce por todo lo que se ha escrito acerca
de él) respecto de la personalidad de nuestro escritor. Supe que cuando perdió
las elecciones presidenciales se afectó sobremanera, prácticamente se deprimió
(cosa que podría ocurrir con cualquiera); se fue a una playa a reponerse
emocionalmente, luego viajó a España y un tiempo después se nacionalizó español.
Se deprimió o como dirían los jóvenes, “le entró la depre”, pero fue un hecho
finalmente superado, ¿verdad? Entonces, por el lado emocional no hubo (y no la
hay hasta ahora), ninguna manifestación de bipolaridad. ¿El haber asumido la nacionalidad española,
conservando (porque es legítimo) la peruana, es bipolaridad? Creo o, mejor
dicho, estoy seguro, que no. Tener dos nacionalidades no es ser bipolar, salvo,
quizás (supongo), si ambas nacionalidades correspondieran a países enemigos
(polos opuestos, pues).
Ahora pasemos al punto del trabajo intelectual o
creativo. ¿Se acuerdan de Ezra Pound? Admirador y propagandista del fascismo,
escribió una extraordinaria y magistral poesía, valiosa sin discusión (lean
"Los cantares": "With usura no man hath a house of good stone...").
¿Qué se les viene a la mente? ¿Bipolaridad en el poeta al que Luis Hernández
llamó "Viejo fioca, / Mi amigo inconfesable"? No, definitivamente, eso no es
bipolaridad. Como tampoco la encontramos -otro ejemplo- en Francois Villon,
poeta, asaltante y asesino que estuvo a punto de morir en la horca. William
Burroughs, fue un escritor extremadamente drogadicto que mató a su mujer dizque
accidentalmente (¿se acuerdan?), pero ¿quién va a negar las altísimas virtudes
de Nova express Nova o de Nacked Lunch, obras cumbres de este
escritor emblemático de la generación “Beat”? Nuestro Martín Adán,
“reaccionario, clerical y civilista”, habría tenido que ser denostado sin
misericordia por José Carlos Mariátegui y, sin embargo, fue el Amauta quien lo
ensalzó. ¿Saben por qué no hay en estos casos bipolaridad? Porque no hay conflicto entre
ser buen poeta o buen artista o buen escritor y, como persona, tener ideas o
comportamientos digamos deplorables o que, simplemente, no coinciden con las
ideas o comportamientos nuestros. Una cosa es la persona que puede o no ser
despreciable y otra, muy distinta, es su obra.
¿Quién -con real e indiscutible autoridad- ha dicho que el autor de
una poesía o de una novela o de una pintura extraordinaria deba ser también
dueño de principios o valores excelsos? ¿Quién ha dicho que un poeta deba, necesariamente,tener un
lugar en la colección de “Vidas ejemplares? ¿Qué es ser un artista, un poeta,
un escritor íntegro? ¿Acaso lo es crear una obra "revolucionaria" (o sea, social realista) e inmolarse en
las guerrillas, o ser un despreciable reaccionario y producir una obra que
–usando palabras del autor de los “7 ensayos…”- "corteje y adule el gusto
mediocre de la burguesía"? Creo que ya es tiempo de reconsiderar conceptos.
Cuando hablamos de la vida de un creador y de su obra, estamos hablando (aunque a algunos les parezca descabellado e indignante lo que digo) de dos
sujetos, cada uno con su propia personalidad. El artista, poeta o escritor
tiene la suya propia, admirable o cuestionable; y el producto de su ingenio (cuadros,
poemas, novelas) tiene también su propia personalidad, que, igual, puede ser admirable o
criticable; y ambas no están obligadas o condenadas a confundirse entre ellas. Los ejemplos que he dado son reales; es decir, no se trata solo de una opinión: es el reconocimiento de eso, de una realidad; que sea o parezca reprobable, es otro cantar, que nada tiene que ver con los de Pound.
(Año 2010)