“Tengo una larga interrogante
que me atormenta en estas horas frígidas del día patrio: ¿Cuáles son las
condiciones que debe reunir un poema para, con justicia, ser considerado de
gran calidad: gustar a todos, gustar a muchos, solo gustar a los "entendidos",
o haber sido escrito por poetas que ya no están físicamente con nosotros, o
presentar como característica propia algún elemento excepcional "de fondo
o de forma" (que, dicho sea de paso, no sé cuál podría ser), o, en todo
caso, con qué criterio hay que medir su calidad, cuál es el canon con el que
debemos ponderarlo, o quiénes son los llamados a efectuar su imparcial
calificación, o, por último, se puede o se debe ser imparcial al leer un poema
o lo que manda es la dictadura de la subjetividad (pasiones, emociones,
simpatías, antipatías, simple placer o disgusto, preocupaciones intelectuales o
culturosas...)?”.
Lo que generó es la fecunda
conversación que aquí transcribo:
Grover González. En la PCUP hace muchos años en una clase de
literatura se expuso la idea que lo literario de un texto está en función
únicamente de lo que la sociedad concreta en la cual se crea el texto lo
considera literario o no...es decir en la subjetividad total.
Grover González. En lo que respecta a mí, creo que este asunto
es uno de esos casos en los cuales como decía Wittgentein... de lo que no se
sabe es mejor no hablar... jajaj el asunto es tan complejo y amplio... qué lo
que verdaderamente define a un poema...constituye una especulación interminable…
tal vez imposible de resolver, creo, humildemente, que tal vez sea nuestra
intuición sea la única guía: se siente cuando un poema está bien escrito,
cuando su tono, su estructura es poética, cuando aborda un tema o, mejor aún:
cuando trata sobre una multiplicidad de asuntos diferentes pero relacionados a
vez de forma original… en fin...en este día patrio y frío.. tal vez sea
preferible seguir asombrados por los grandes poemas que romperse la cabeza
tratando de definir lo verdaderamente poético que hay en ellos... ¡¡¡feliz 28,
hermano!!!
Tulio Mora Gago. No te hagas tantas paltas, Ber. Nadie puede
responder esa pregunta, es como la de ¿existe dios o no? Escribe nomás, que a
unos les guste y a otros no, es irrelevante. Un escritor no puede preocuparse
por ese asunto. Es mejor que no escriba y menos poesía, el arte más esquivo de
todos. Estoy en este momento leyendo "Palacio de Justicia", de
Dalmacia Ruiz-Rosas, libro extraordinario, uno de los que dejará huella en la
poesía peruana. ¿Cuántos lectores, enterados de mi opinión, lo leerán? ¿Cuántos
lo encontrarán? También deberías incluir estas preguntas en tu "larga
interrogante".
Grover González. Tengo en mis manos "Palacio de Justicia"
estuve en la presentación.
Tulio Mora Gago. Hacía tiempo que no leía un libro con esa
andadura, construcción y audacia para expresarse. Es un texto escrito en los 80
y salvo por algunos indicios muy menudos que nos reorientan a esa época
(menciona el betamax), es de una vigencia impresionante. Esta es otra condición
que no has puesto, Ber, en tu interrogante: un poema tiene que identificar a un
lector, eso quiere decir que debe "hablarle" (como decía Eliot, poeta
que no me gusta hace mucho) en su propio idioma. La vigencia es eso. ¿Cómo
diablos un poema escrito hace 30 años tiene vigencia? Pongo solo una
característica. Voy a terminar de leerlo para tener una dimensión más cabal,
pero es un hecho que estamos ante un libro que hace su propio camino.
Grover González. En la presentación se dijo que la virtud del
libro consistía en se lo había guardado por 30 años para que se le diera una
revisión final que le permitiera ajustarse de alguna forma al mundo actual...
Tulio Mora Gago. Será pues. Pero muchos guardan libros todo ese
tiempo y cuando se publican solo muestran el polvo, no la vibración. Aquí
estamos hablando de una planta experimental que ha sostenido esa temporalidad.
El libro está escrito aplicando una variación técnica del "cutting",
con cambios rítmicos e inserciones dialógicas inesperadas pero muy eficaces.
Los personajes, porque hay varios, en una suerte de proceso judicial, son
hablantes múltiples, emisores de confesiones simultáneas que intercambian hasta
de género, es decir son travestidos, asexuados, bisexuados. La identidad
aparente que contienen desborda el continente físico de la persona para
convertirse en un espacio, en un tiempo, en una representación. Me ha parecido
una puesta en escena del teatro de la crueldad de Artaud: monólogos/diálogos de
gestos, con mensajes sesgados, distantes, esquivos, ariscos, amenazantes, lejos
de fáciles sentimientos (la ternura, la ironía, el amor), propio de un entorno
sumamente violento.
Gustavo Valcárcel Carnero. Este contrapunto literario entre Grover y
Tulio debe ser conservado, porque es una cátedra abierta para los que andamos
subiendo los peldaños de la poesía. ¡Felicitaciones por el psicoanálisis
metamorfósico de la palabra encriptada!
Bernardo Rafael Álvarez. Tengo que decir que, en gran medida, la respuesta
aparecida aquí -gracias a Tulio, Grover, Fredy- ha sido satisfactoria para la
"larga interrogante mía", que surgió a partir de lo que leí sobre un
poema de Marco Martos, que puse en mi muro, como un saludo a la Patria. ¡Un
abrazo, amigos!
Tulio Mora Gago. Hay a quienes ese poema gusta, hay a quienes no,
me incluyo. Cuestión de gustos, eso es muy simple y el silogismo que desprende
el poema que colgaste es simplón, fácil, común. Tampoco me gustan Valery y
Mallarmé, aunque estos jueguen en las grandes ligas.
Me pareció ver que el autor apareció y desapareció. También JRR no olvidó su
estilo pedante innecesariamente. ¿Es el único que ha leído "mucha"
poesía? Cualquiera de nosotros que se dedica a este negocio lo ha hecho y no lo
sacamos a relucir en una polémica. Vuelve a cometer el mismo error de siempre:
no da ideas para demostrar sus opiniones que van al choque, sino que quiere
autoimponerse por méritos exclusivamente supuestos.
Ahora, sería interesante que publique un poema de su último libro, a ver qué
opina MM y nosotros.
Santiago López Maguiña. Cómo saber que un poema es bueno. No hay una
manera constructiva de saberlo. Es imposible aislar las propiedades que lo
definan. Sólo se puede intuir, apostar por su excelencia. Hay, sin embargo, una
consideración a tener en cuenta. Un buen poema es aquel que pueda ser visto
como fundacional, que inaugure un nuevo modo de pensar y de sentir lo poético.
Sabemos, en ese sentido, que la poesía íntegra de Vallejo lo es. Lo mismo que
la poesía de Eguren, Martín Adán, Moro, Westphalen, lo son. Y Eielson. Son nombres
de obras que nos interrogan sobre el sentido y lo que es más importante sobre
la ausencia de sentido. Sobre la nada. Esos son los bordes a los que llega la
poesía de Juan Ramírez Ruiz y muchos textos, sobre todo recientes, de Enrique
Verastegui. Pero, claro, también puede uno preguntarse qué es lo que hace que
mucha gente tenga a la poesía de MM por buena. Qué pensamientos y qué
sensaciones les suscita.
Bernardo Rafael Álvarez. Y para, de vez en cuando, agarrarnos (como dice
Tulio) "en fraternales sacudones", pero no para pelear ni mucho menos
convertirnos en enemigos. Lo que dices, Shanti, es cierto: es necesario tener
en cuenta (también) la consideración a la que te refieres, la calidad de
fundacional de los poemas, pero no es la única y, además, no siempre los poemas
fundacionales son los mejores. Recuerdo lo que Hemingway dijo creo que acerca
de Elliot: alabó su poesía y dijo que en muchos sentidos era mejor (mejor
escrita) que la de Pound, pero anotó más o menos lo siguiente: "pero Pound
era el genio" (es decir, el fundador) o algo así. Voy a revisar más tarde
el libro seguidamente transcribiré textualmente lo dicho por el autor de El
viejo y el mar.
Tulio Mora. Hay maneras de saberlo, Shanti. Lo
fundacional es una condición, pero no todo lo fundacional resulta grande. Ya
que has citado a los fundadores de la poesía contemporánea peruana, a su lado
hay muchos otros vanguardistas que no necesariamente son grandes. Y pongo en
duda esa grandeza en unos cuantos de los que citas, salvo Vallejo, indiscutible
en cualquier tiempo y para cualquier crítico (el último ha sido Bloom).
Rilke no fue fundacional de nada, por el contrario, en las "Elegías de
Duino" es el cierre del romanticismo, publicado justo en 1922 el año
en que aparecen libros fundacionales como "Trilce", "Tierra
baldía y "Ulises" (y surge el movimiento modernista
brasilero, por eso se le considera un año mágico).
El valor estético tiene que ver
con una forma de establecer complicidad emocional/reflexiva con el lector a
partir de una consideración estructural que permite reconocer qué es lo
poético. O sea, hay una cuestión sine que non, un ritual previo (una condición)
para que un lector diga: "ok, estoy ante un poema, a ver si me
gusta". Esa condición previa es la estrategia estructural, técnica del
poeta y no necesariamente se trata de la forma exterior (el verso), sino más
bien rítmica, fónica e imaginística. Ya que citaste a Verástegui, él es capaz
de decir cualquier cosa falaz (lee, por ejemplo, "Taqui Onqoy"
donde dice cosas de la historia peruana falsas y estereotipadas), que pasa
inadvertida porque te seduce con la música.
Incluso esta condición es la que aleja a la mayoría de lectores de poesía. De
hecho, la dificultad de interpretación de textos entre escolares, casi de
manera general, es en la poesía.
¿Por qué es imposible ponerse de acuerdo en que un poema gusta más que otro?
Porque las lecturas responden a la complejísima sensibilidad de cada lector.
Uno no puede penetrar en la experiencia de cada uno de ellos. Esa fascinación
de Mallarmé de querer echar en un poema/prisma de cristal, expuesto ante la luz
solar, todos los colores para que cada lector escoja el que más le acomoda o
deslumbra es una utopía irrealizable. Solo podemos saber que allí donde tú
crees que un poeta te parece grande, habrá otro lector que te dirá "no me
gusta".
Entonces, para concluir, hay marcos generales sobre los cuales se puede decir
quiénes son "grandes" y para interpretar a los demás está Roland
Barthes, quien decía hace 50 años que hablar de poemas buenos o malos es una
reducción un poco estúpida. Todo poema es importante por el hecho de ser
escrito como tal y en esa condición hay que explicarnos por qué es eficaz y por
qué no lo es. El poema de MM seguramente lo será para un lector poco prevenido,
pero no para uno con expertise.
Charo Arroyo. Un poema es bueno cuando lo leo con emoción,
cuando escucho y me gusta su música, cuando desde el fondo del alma lo siento
porque dice cosas trascendentes, porque me gustan las palabras que lo componen,
porque toda yo me conmuevo porque sé que es bueno. No sé por qué, pero puedo
distinguir un poema bueno de otro. Creo que el estremecimiento de mi alma marca
la calidad.
Bernardo Rafael Álvarez. Aquí lo que escribió Hemingway: "El último
estilo de Pound lo ha hecho, a veces, mejor T.S. Eliot. Pero, después de todo,
Eliot es un poeta menor. Los poetas menores escriben los bellos poemas."
(Homenaje a Ezra Pound, 1925).
José Rosas Ribeyro. "El poema de MM seguramente lo será para un
lector poco prevenido, pero no para uno con expertise". Copio esta
frase de Tulio porque dice exactamente lo mismo que lo que dije yo al responder
a Bernardo, quien había escrito que el poema ese de MM "le gustaba a mucha
gente" (o algo así, cito de memoria). Yo escribí, (sin arrogancia alguna
estimado Tulio) que a esa "mucha gente" o a ese "lector poco
prevenido" podía gustarle dicho poema, pero no a "uno con expertise"
o sea a alguien que "ha leído mucha poesía". No vale de nada ahogarse
en una gota de agua y que tú, Tulio, y yo estemos alguna vez de acuerdo en algo
debería más bien alegrarnos dado el largo tiempo que nos conocemos.
Tulio Mora Gago. Sea pues. Creo que estamos de acuerdo en algunas
otras cosas más, lo que pasa es que no concordamos en el estilo de decirlo, me
parece. Eso es todo.
Marco Martos. ¿T.S. Eliot poeta menor? Hemingway no es un
referente para hablar de poesía. La poesía es forma, más que asunto. Hay
circunstancias históricas en las que los temas cobran importancia. Eso ocurre
con la idea de patria o de país. En el caso nuestro, por nuestra coyuntura
histórica, es importante. He escrito cientos de poemas y aspiro a que algunos
de ellos sean recordados por lectores. Soy un admirador de Mallarmé y como
otros poetas vivo también ese límite: la insuficiencia del lenguaje.
Bernardo Rafael Álvarez. Es cierto, Marco, lo que dices de Hemingway. La
cita fue propicia para sustentar -como una coincidencia- la afirmación de que
no siempre los "poemas fundacionales" son los mejores. Nada más. En
lo otro, efectivamente, no es el qué sino el cómo lo que hace que un texto deje
de ser lengua común y se convierta en poesía; no es (o no tiene necesariamente
que ser) imitación ni remedo de la "realidad" para adquirir validez,
sino mostrarse como una realidad autónoma, libre, que, aun así, pueda ejercer
influencia en su entorno, generar "externalidades emocionales":
hacernos sentir bien a quienes la leemos, o producirnos (porque también es
legítimo) malestar. La belleza (el arte, la poesía), si conmueve es que ha
logrado justificar su existencia.
Santiago López Maguiña. La poesía es arduo trabajo con lo indecidible, lo
indiscernible, lo innominable, lo genérico, con aquello que unos pocos textos
muestran: las profundidades de las lenguas diglósicas, los laberintos del sueño
y la locura, lo que se halla en los bordes del vacío o en mismo vacío, lo que
toca la nada. Esta formulación no sólo vale para obras como las de Vallejo,
Arguedas, Eielson, Valera, vale para mucha poesía que sería extenso citar. Pero
no vale para la versificación, para lo que se instala en lo legible, en el
sistema, en lo aprehensible, para lo que no te interroga, para lo que no te
toca, te hinca, te hiere hasta el llanto o la carcajada.
Tulio Mora Gago. Es lo más aproximado a lo que queremos definir
como poesía, Shanti. Muy bueno. Abrazos a todos. Bernardo se ha propuesto
remover la capacidad reflexiva de cada uno de nosotros en este duro invierno, a
ver si nos calentamos un poquito.
Santiago López Maguiña. Un comentario: desde hace mucho se sabe bien que
no hay contenido sin forma. El contenido es una forma. Las operaciones sobre
las formas, por tanto, son operaciones sobre los contenidos. Sobre los
sentidos. Abundando: producir formas es lo mismo que producir sentidos. No se
puede separarlos. Los sentidos, por un lado; las formas por el otro. No hay
pensamiento que no tenga forma, que se expresa en una forma correspondiente. Es
errado desde este punto de vista poner énfasis en la forma por encima del
contenido, porque ya lo dijimos no es posible distinguirlos. La ideología es
una forma, que supone una estrategia, un modo de persuasión. Lo mismo la
poesía. Con la diferencia que ésta, cuando es verdadera, arruina, ahueca, la
ideología. La mera versificación, en cambio, refuerza la ideología.
Marco Martos. Los contenidos se dan dentro de una lengua, hay
versos onomatopéyicos que no pertenecen a ninguna y sin embargo en ellos se
reconocen ritmos, poesía. El canto VII de Altazor de Huidobro se va
saliendo de la matriz castellana, prácticamente no tiene idioma. En cuanto a
las ideologías, el mismo Marx dijo que son anteojeras para ver la realidad.
Sartre, en 1947, dijo que la poesía, es algo que puede escapar a las
ideologías, resumiendo, claro.
Bernardo Rafael Álvarez. Claro que no hay contenido sin forma. Eso no está
en discusión. Pero, una cosa: Cuando un hombre le dice a una mujer "Estoy
enamorado de ti", efectivamente, está comunicando un afecto (sentido o
contenido) y al mismo tiempo una forma (una manera de decirlo): lo está
diciendo de forma directa; si le dice "Estoy templado de ti", también
está comunicando lo mismo, pero lo hace de otro modo (con otra forma). No hay
divorcio entre forma y contenido (o sentido), pero el contenido puede ser el
mismo y, sin embargo, su forma es diferente debido a la voluntad del agente:
uno quiso ser llano, directo, "respetuoso" del idioma, y el otro se
interesó por la replana. Es decir, quiérase o no, es el "cómo" lo que
hace la diferencia. Prácticamente todos los poetas le han cantado al amor, pero
cada uno de una manera diferente, y esta diferencia ha hecho que unos hayan
logrado mayor belleza o "calidad" que otros.
Santiago López Maguiña. Es obvio que el sentido cambió porque cambio la
forma. Con el énfasis en la entonación se modifica la extensión del contenido.
Eso está en el ABC de la semiótica y de la semántica. Si se quiere poner las
cosas en términos de comunicación. Con el énfasis se modifica la orientación o
dirección del contenido.
Santiago López Maguiña. Un abrazo también Bernardo. Este intercambio de
ideas me da pie a pensar. En las primeras clases de semiótica se distingue
entre dos categorías emparentadas y distintas. El sentido y la significación.
El sentido es una categoría evanescente, difícil de definir, pero hay tres
acepciones en las que todo el mundo está de acuerdo: refiere la coherencia, en
primer lugar. Así un texto tiene sentido si es coherente, si sus distintos
componentes son homogéneos, está unidos por un denominador común, si en él se
puede encontrar un hilo conductor, una lógica, un argumento, etc. No tiene
sentido, en cambio, si no se encuentra el argumento, la lógica, el hilo
conductor. Como es el caso de muchos poemas de Vallejo o, en una primera
instancia, de Moro. Parecen poemas anisotópicos. Sin coherencia. Otra acepción
del sentido es ser designación de algo: la referencia precisa alguna cosa, a
algún estado de cosas o estado de ánimo. El sentido cumple una función
referencia. "Esto es el mar, estas son las montañas, aquella la ciudad,
etc.". Por fin el sentido es la dirección que puede encontrarse en texto,
que es una acepción muy difícil de definir, pero que es análoga a la expresión
que usa para referir que una calle es de un sólo sentido o de doble sentido. Es
la orientación que sigue un discurso. El sentido así definido se distingue de
la significación, que es una articulación entre planos del lenguaje, entre una
expresión (o significante) y un contenido (o significado). Por ejemplo, la
articulación muy común entre la expresión visual, táctil y olfativa
"fuego" y el contenido /femenino/, como aparece, por ejemplo, en
muchos poemas de Eguren. Esta articulación acomoda o acopla la ocupación
espacial y la temporalidad de la presencia "fuego", con la tonicidad
(con el énfasis) y con el tempo (la velocidad) del sentimiento que despierta lo
/femenino/. En los poemas de Eguren la intensidad (el tono y la velocidad) de
lo femenino fuerte y la rápida, se correlaciona (articula) con la extensión (la
circunscripción de un espacio y la duración) de una combustión, concentrada y
breve. Esa correlación, tal como ha sido descrita, es la forma.
Santiago López Maguiña. La forma es, por tanto, la articulación que
permite correlacionar dos planos de percepción. Es una relación que hace
posible la equivalencia entre dos percepciones heterogéneas entre sí. Por lo
que hemos dicho entonces la forma es producto de la significación, de la
articulación ya descrita y siempre describible. Con esta explicación debería
quedar claro que la forma es ante todo un resultado, antes que una condición. Y
si pudiera tener más tiempo explicaría que es resultado de una experiencia
sensible, de una experiencia corporal o más ampliamente de una práctica social.
Para otro momento dejo en cambio un desarrollo acerca del hecho de que las
formas están relacionadas con lo establecido, con lo codificado, con lo
estatal. Y en esta dirección la poesía no está relacionada en realidad con las
formas, está más bien relacionada con las deformaciones. Como lo están el
chiste, el sueño, el discurso de la locura.
Tulio Mora Gago. ¿Énfasis semántico o fónico? Porque Bernardo pone
dos formas, dos estilos entonces: "enamorado" y
"templado". Ya no se dice "templado", es de nuestra época y
es muy bonito, ahora me doy cuenta, suena a cuerda tensada en el arco (de
disparar flechas), a cuerdas de guitarra y arpa. Antes que nosotros se hablaba
de guitarras bien templadas para ir a tocar serenatas a las chicas. Entonces
las formas han establecido aquí otros contenidos que sería largo de analizar en
cuanto a contextos dialógicos, a procedencia sociocultural, incluso a edad.
Porque, un pata formal jamás se propondría el uso de la jerga. Y entonces ya
estamos entrando en las opciones del prestigio a través del uso lexical, que
también cuentan. Un patita de barrio sí lo haría. Y sin pensarlo dos veces.
Igualmente, el receptor (la chica) tiene sus propias consideraciones. No sé si
recuerdan "Taxi driver", la película donde Robert de Niro es un
taxista que invita a una universitaria, muy arregladita, al cine y la lleva a
ver una película pornográfica. Ella sale horrorizada porque es culturalmente
distinta y trabaja en la campaña electoral de un político. Él no lo ha hecho
porque quiere escandalizarla, sino porque cree que eso es lo que las parejas
ven, forma parte de su paisaje cultural. Ocurre lo mismo con el lenguaje, ¿no
es cierto? Delata tu procedencia, en eso no se equivoca la Hildebrandt.
Entonces la eficacia de un poema, desde el punto de vista de lector (porque ese
fue el inicio de esta conversación: ¿por qué gusta un poema?), depende de cómo
el autor propone la lectura. Su legitimidad será posterior a esa invitación.
Pero antes hay un ritual, Shanti, Ber: la invitación (la forma externa) a
ingresar a lo que llamo el "artefacto": un producto escrito en verso,
por lo general. Quien ingresa a ese espacio sabe que al salir tendrá que dar
una respuesta de valor. Ese reconocimiento es el que interesa muchísimo porque
ignoramos casi todo sobre ese lector que al final juzgará si el poema le gusta
o no. A partir del gusto el artefacto es "bueno" o "malo"
(con perdón de Barthes). Ahora bien, a veces no es necesario ingresar a ese
espacio escritural, basta reconocerlo como artefacto para saber que es un
poema. A veces, esto ya linda con la reflexión más inaccesible, tu apreciación
de lector solo toma en consideración la "factura" del artefacto. Por
ejemplo, Belli. Nadie duda que lo que escribe es poesía, pero asimismo nadie
sabe qué valor darle y por qué. ¿Por qué Belli es un buen poeta? ¿Por qué usa
una factura que fractura el sentido poético contemporáneo (podría decirse
también que retrotrae el prestigio de los clásicos) con sus formas arcaizantes e
inserciones lexicales de origen popular? No es el único, por cierto. Auden y
ahora Walcott incluso escriben con rima, este último usando jerga y tercetos ha
escrito ese libro extraordinario, que es a la vez una novela,
"Omeros", donde los personajes tienen los mismos nombres de los
héroes homéricos, pero son negros antillanos, pescadores, prostitutas,
contrabandistas, o sea, sujetos poéticos alternos, no convencionales ni ética
ni estéticamente. Para resumir: la forma (la factura del artefacto) es la
convencionalidad o la negociación entre poema y lector, pero la fractura (la
seducción) es lo que decide qué valor tiene esa negociación. Como en toda negociación
nunca puede haber unanimidad. Eso es lo que hace complejo dar una opinión
uniforme del gusto o de la estrategia del poeta para ser recompensado con ese
gusto.
Bernardo Rafael Álvarez. Bien, Tulio. Tengo que decir algo: me alegra
haber puesto en este muro la larga interrogante. ¿Ves lo que ha generado?
Excelentes comentarios y reflexiones. Y, sin duda, aprendizaje. ¡Un abrazo,
Grover, Marco, Shanti, José, Charo, Tulio!
Santiago López Maguiña. Completamente de acuerdo. El asunto es en parte
sociológico. Pero no hay duda que gracias a los ejemplos que pones, la poesía
que interesa es la que "fractura". Fractura formas, para producir
nuevos efectos de sentido. Fractura tradiciones, costumbres, usos. Deforma, re
ordena, rehace, explosiona. En los modos más simples siempre encuentras algo en
el discurso poético que importa que sale de la norma. Esto me hace pensar que
la poesía que interesa es aquella que tal vez no tenga propósitos persuasivos,
que sea antirretórica, porque resulta de una práctica que explora el decir y se
interna en el horizonte de lo indecidible, indiscernible, innominable.
Tulio Mora Gago. Así es, querido Shanti. Un abrazo a todos.
Bernardo Rafael Álvarez. ¡Esta conversación pasa pa'l blog!
Santiago López Maguiña Quiero seguir abundando en el tema, aunque
redunde y toque asuntos archimanidos. Volviendo al punto inicial, responder a
la pregunta qué es un buen poema, se puede decir que es aquel que responde a
cierta preceptiva. Aquel que cumple con determinadas normas de composición y
con específicas regulaciones temáticas. Estas regulaciones en el lenguaje
clásico se denomina decoro y establece lo que está permitido y lo que está
prohibido tratar en un poema. La poesía clásica, de ese modo, no podía mencionar,
no podía tramitar cuestiones referidas a los genitales, al sexo, a la
genialidad, etc. Al respecto puede consultarse el maravilloso libro de Bajtin
sobre la cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. Lo mismo la
poesía romántica introduce nuevas formas y nuevos asuntos. El mundo natural se
expande y se sale de los tópicos restringidos y armónicos del clasicismo. En
esos momentos de la "historia" de la literatura se considera bueno
aquello que responde a la preceptiva instaurada. Esta cumple con la función
estatal de dirimir y de catalogar lo que es poético y lo que constituye un buen
poema, que es una función que, dicho sea de paso, es cumplida por academias y
por personajes que asumen por delegación o de por si la autoridad de dispensar
méritos. Todo eso, sin embargo, queda demolido con la irrupción de las
vanguardias. Estoy yendo rápido, porque el tiempo apremia y no hago sino poner
hitos para seguir con el diálogo. Con las vanguardias se desmoronan las
preceptivas. Se introduce entonces la incertidumbre, que la academia por
supuesto no soporta. La poesía a partir de las vanguardias se hace asunto
difícil de definir. Se pierde, en primer lugar, el criterio del común
denominador, se pierde la posibilidad de homogeneizar. Todo puede ser
denominado poético. La poesía ya no circunscribe al terreno del verso y se
escapa a la prosa y a la narración. Llega incluso al lenguaje popular, al
lenguaje de todos los días. En la lingüística cognitiva se propone que es
lenguaje primario y no secundario; por el contrario se postula que el lenguaje
referencia es el secundario. Leer a Lakoff y Johnson: Metáforas de la vida
cotidiana, o el bellísimo libro de Mark Turner, More than cold reason,
desgraciadamente no aun traducido al español. A pesar de todo, hay un acuerdo
tácito respecto a lo que es lo poético. A pesar de que por un lado se impone
una cierta relatividad respecto a su definición, también hay una convicción
universal que permite identificar lo poético y discriminar lo que es un buen
poema, más allá de lo que la academia pueda sancionar. Así es posible
identificar como buena poesía la de Juan Ramírez Ruiz, que la academia no
reconoce. ¿Cuáles son esos criterios? Se hablará sobre ellos mañana.
Bernardo Rafael Álvarez. ¿Y si, en lugar de preceptiva, decimos
perspectiva? Sería, creo yo, la palabra más apropiada. Sobre todo en épocas
como la nuestra.