lunes, 15 de julio de 2024

¿«HABEMOS» O «ESTAMOS»?

 


Ambas formas son correctas, pero no significan exactamente lo mismo. «Habemos» es una forma verbal de uso muy extendido que equivale a «somos» o «existimos»; pero con referencia a determinada ubicación espacial o temporal («En Lima habemos muchos que bailamos huayno»; «Actualmente aún habemos quienes no nos dejamos avasallar por la Academia») y, claro, en alguna forma, viene a ser una suerte de indicativo en primera persona del plural del verbo «haber», pero no exactamente; pues, con más propiedad, es -repito- el sinónimo de «somos» o «existimos», y no de «estamos». Así que, cuestionarlo o, más aún, rechazarlo por aquello de que el verbo «haber» no se conjuga en plural es absurdo y, digamos, injusto y antidemocrático: «habemos» es una forma verbal creada legítimamente, con su propio significado, por el uso, que, en cuestiones de lengua, es «árbitro, juez y dueño» (Horacio dixit).

 

Proviene, sin duda, del verbo haber, pero en el uso tiene su propia particularidad que, de algún modo, podríamos decir, regulariza una «carencia» gramatical de este verbo que es curiosamente irregular. El verbo «haber» no tiene, estrictamente hablando, conjugación en primera persona del presente indicativo, aunque se nos quiera convencer de lo contrario: que es, en singular, «yo he», y en plural, «nosotros hemos». ¡Eso no tiene nada de tiempo presente!

 

La forma «hay», aunque es considerada impersonal, en el uso hace referencia, en realidad, a una indeterminada tercera persona, ya en plural como en singular: «Hay mucha gente en el parque»; «Hay una sola persona en el vehículo». Y las formas «yo he» o «nosotros hemos» son conjugaciones incompletas (solas no dicen nada) que deben ser perfeccionadas con el auxilio de otro verbo en participio: «Yo he comido», «Nosotros hemos llegado temprano»; conjugaciones en pretérito, no en presente.

 

Bien, tarde o temprano la (en algunos aspectos aún anquilosada) RAE, tendrá que asumir la validez indiscutible del «habemos» (ojo: no «aceptar», ni menos «autorizar» su empleo, porque este no es su papel); estoy plenamente convencido de que así tiene que ser, y será.

Ah, otra cosa, finalmente; la RAE no está, como dice el primer artículo de los Estatutos de la respetable institución, para «velar por que los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene»; su función, entre algunas otras, es, básicamente, lexicográfica (elaboración del Diccionario oficial), de sistematización y difusión de la norma lingüística (que, ojo, se da en el habla; no por acuerdo o decisión de la Academia) y también de asesoramiento, y es dadora de consejos; no es una suerte de «protectora» ni menos censora de nuestro idioma; pero sí, naturalmente, es muy útil.

 

Habemos muchos que nos atrevemos a discrepar de algunos criterios académicos de la docta corporación matritense, pero lo hacemos «en buena onda», haciendo uso legítimo de nuestro derecho a la libre opinión, pero nada más: alabamos la valiosa existencia de la Academia. ¡Un abrazo!

sábado, 13 de julio de 2024

REMINISCENCES D’UN CADAVRE (OPUS Nº 28)

                               A Bernardo Rafael Álvarez



                            "Antes de la creación el verbo"

                                 Johann Wolfgan von Goethe (Fausto)



¿A dónde va la vida?  Sermones Benditos De Mala Racha

Fuentes sagradas

Exquisitas

Bárbaras 

Extravagantes flores carnívoras

Hiel fucsia      hiedras multicolores      espinas     formalidad      sangre


¿A dónde va la vida? RUNAS INCAICAS DESANGRAN

Buscan cómo vivir      vivir COMIENDO PALABRAS

¡Aquel cuervo no se traga solo Bernard!

¡No puede solo tragarse!

Huesos rompecabezas gritando hasta exprimir mugre

Gramática de tanto sufrir, después de tanta razón

Tantas veces estos cuervos dentro de…

¿Extravagantes flores carnívoras?


Devoro palabras, me pintan, devorado por ellas pff… Al Alba.

SANGRE AÚLLA EPILÉPTICA EL CADÁVER

NO QUEDAN MÁS CUERV(A)S ¡CRUNCH!

         ¡ÑAM!       ¡ÑAM!

TERNURA ESQUELETOS FULGOR AL MEDIODÍA

HUESOS DE MI HUESO


Fósforo te incendia poeta, hasta la última palabra 

Permíteme asesinarlas, brindare la muerte

Cada muerte otra excusa para no morir

Bernard la rosa carnívora devorado me ha



Estas palabras quedan vacías, después de tantos mordiscos

Observas mi cadáver, gira el vértigo      etéreo lente     ¡¡LA FALSA VIDA!!

Prospección cara al sol en Pallasca

Nuevo cadáver suplica un alma Bernard

- Denle al muerto brebaje pa’ caminar, el nombre destrozado ¡VA PA’ MÁS!


¿A dónde va la vida? Muerto el nombre, libre el hombre.

CUERVOS Y PALABRAS ¡¡BANG!!


                                                                  ________________

                                                                   Franz Otiniano


jueves, 11 de julio de 2024

«CÍRCULO DEL SUEÑO»: HAIKÚ HECHO EN EL PERÚ


Octavio Paz escribió, respecto del haikú, que es «la anotación rápida, verdadera recreación, de un momento privilegiado»; que «... a pesar de su aparente simplicidad (...), es un organismo poético muy complejo. Su misma brevedad obliga al poeta a significar mucho diciendo lo mínimo»; y agregó: «... el haikú es una pequeña cápsula cargada de poesía capaz de hacer saltar la realidad aparente». Y citó, entre otros, este bellísimo poema de Bashô, «que ha resistido, es cierto, a todas las traducciones» (y también a los insolentes plagios, agrego yo): «Un viejo estanque: / salta una rana ¡saz! / chapalateo».

¿Por qué hago esta rápida alusión al Nobel mexicano? Porque tengo en mis manos un extraordinario libro de haikús -escritos no en Japón, sino aquí, en nuestro Perú- que me impresionado sobremanera. Lean este: 

        Aquí vengo
        tu sendero de gracia
        Me aúpa el verbo

Increíble, realmente: es, entre otras cosas, celebración justa de la palabra. No es, como hacen otros, una simple e insulsa agrupación de diecisiete sílabas (cinco, siete, cinco). Es que, hablando con propiedad, el haikú no es un género poético que se caracterice únicamente por esa forma métrica; es, sobre todo (y aquí empleo otra vez palabras de Paz), «significar mucho diciendo lo mínimo». 

Lean este otro: 

        Luces del faro 
        de ese viejo Volkswagen
        ¡vuelo del ave

¡Soberbio! Un poema que, estoy casi seguro, habría hecho que nuestro inolvidable Marco Aurelio Denegri diese el grito al cielo: «¡No, esa no es palabra poética!» habría dicho refiriéndose a «Volkswagen»; y podría haber explicado que un haikú no debe contener expresiones referidas a cosas ajenas a la naturaleza, o algo así. Pero, la verdad es que este género, cuyos más notables representantes son Bashô, Yosa Buson, Issa y Shiki, carece de normas prohibitivas; lo único, digamos, en algún modo ineludible es el tener en cuenta el número de sílabas en cada uno de los tres versos, y lo demás entra en la plena libertad creadora, pero, naturalmente, sin afectar lo que es esencial: el impacto gigante a pesar de la simplicidad. Ah, y otra cosa: el haikú no tiene necesariamente que ser -como creen algunos- una suerte de prolongación (o imposición) de la filosofía, religión o sensibilidad Zen, ni siempre ha de aludir a una estación del año (esto podemos encontrarlo en poemas japoneses tradicionales; pero nosotros no estamos obligados a seguir esa senda).

¿Y el humor? Claro que también el humor puede estar en un haikú (y no solo el «humor seco» a que se refiere Paz, en Las peras del olmo). Por ejemplo, en este: 

        Hombre bosteza
        alucina su sueño 
        de mala muerte.

O en este otro: 

        Niña con duende 
        sin el diablo en su cuerpo
        Vieja pacata

También puede -¡cómo no!-, un haikú, ser formulado como interrogante y en él, incluso, ser nombrado el leal canino que nunca olvidó a Ulises: 

        Por qué vagar 
        en mi salado mar 
        ¿verdad fiel Argos?

Bueno, ya tengo que decirlo. Los haikús que he transcrito tan solo como una casi microscópica muestra, son de una muy talentosa poeta peruana, Julia del Prado , extraordinaria hacedora, en nuestro medio, de este tipo de poemas cuyo origen, como sabemos, está en el Japón y (vuelvo a citar textualmente palabras de Octavio Paz) se desprendió «del renga haikai (y luego) empezó a llamarse haikú, palabra compuesta de haikai y hokku». 

¡Celebro tu bella y valiosa poesía, Julita querida!